Los testimonios también dejan entrever que en
muchos de estos abusos hay un trasfondo de racismo, contra las mujeres llegadas
de países pobres.
Por: Cristina Cabrejas
CIUDAD DEL VATICANO.- La
denuncia llega desde dentro de los muros de la Santa Sede. "El velo del
silencio" recoge testimonios escalofriantes de los abusos de poder vividos
por algunas religiosas tras su entrada en el convento y el abandono que sufren
cuando deciden salir, explica en una entrevista con Efe su autor, Salvatore
Cernuzio, periodista de los medios oficiales vaticanos.
El libro, que acaba de publicarse en Italia editado por San
Paolo, "surge de varias investigaciones periodísticas que me llamaron la
atención, pero sobre todo del encuentro con una amiga, que no veía desde hace
tiempo, una monja incluso apreciada por su orden religiosa y cómo estaba al
regresar a casa: irreconocible", relata.
Cernuzio empieza entonces a investigar, acudiendo a una
comunidad religiosa en Roma donde se refugian las monjas que abandonan los
conventos y no saben dónde ir y, a partir de ese momento, le llegan los
testimonios de mujeres "que necesitaban ser escuchadas y pedían que
escuchase a otras que ellas conocían y que habían pasado por lo mismo".
ONCE TESTIMONIOS, LA PUNTA DEL ICEBERG
El periodista destaca que las once religiosas que ha
encontrado han pedido el anonimato.
El periodista destaca que además de sufrir los abusos,
sobre todo de poder, a las religiosas no se les ha prestado la atención debida:
según datos actualizados a 2018 de la Congregación para los Institutos de Vida
Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, solo el 3,8 % de los institutos del
mundo fueron objeto de una visita apostólica. "Teniendo en cuenta que se
trata de una cifra oficial, cabe suponer que es sólo la punta del iceberg de
una crisis generalizada", apunta.
"'¡Estúpida! ¿Dónde está tu cabeza? Presta un poco de
atención'. Los gritos aún resuenan en la cabeza de Marcela. No hace ni una
semana que dejó el instituto religioso donde pasó más de veinte años de su vida
y, aunque la neurótica superiora que dictaba el curso del día según su estado
de ánimo ya no está, ella sigue viviendo con la culpa, el trauma y el miedo a
que alguien la regañe cuando se levante diez minutos tarde", es el
testimonio de esta monja latinoamericana.
Los castigos eran continuos. Nunca físicos,
afortunadamente, pero siempre psicológicos: pequeñas privaciones de comida,
prohibiciones de recreo, insultos públicos. "Gritaba constantemente,
incluso en la capilla frente al Santísimo, tal vez por una luz o una mancha en
el suelo", cuenta Marcela, un nombre inventado para garantizar su
anonimato.
NECESARIA AYUDA PSICOLOGICA TRAS SU MARCHA DEL CONVENTO
La mujer ha iniciado una terapia psicológica: "Tengo
traumas pasados. Siempre tengo miedo de cometer errores....", confiesa en
el libro porque, como destaca Cernuzio, muchas de ellas han necesitado apoyo
emocional y lo peor es que en el convento les negaban esa posibilidad.
"Les decían que todo se arreglaría rezando", explica.
Los testimonios también dejan entrever que en muchos de
estos abusos hay un trasfondo de racismo, contra las mujeres llegadas de países
pobres. "Todavía no eres monja, no sabes lo que hay que hacer, no tienes
derecho a decir esto, no entiendes nada", le decían a Anne Marie, nacida
en Camerun, a quien hacían continuos comentarios racistas y ni siquiera le
comunicaron que su madre había falleció mientras ella estaba en el primer año
de noviciado.
Aleksandra, una joven consagrada de 31 años, revela que
tras confesar a su superiora de la congregación que habría sufrido abusos
sexuales por parte de un sacerdote con el que trabajaba en un proyecto, ésta la
acusó de haberlo provocado ella. "Ella permaneció impasible, pero esa pudo
ser mi impresión. Lo que me destruyó fue su respuesta. Me dijo que otras
también se habían quejado de asuntos similares y que, obviamente, si ocurría,
era porque las monjas provocábamos a los curas", afirma.
"Permaneció inerte durante semanas, sobrecargada de
pensamientos, aplastada por el trauma, sintiéndose sucia y asustada",
escribe Cernuzio, que espera solo que el libro "haga bien a estas
religiosas y haga bien a la Iglesia".
La obra cuenta con el prólogo de la subsecretaria del
Sínodo de Obispos, Nathalie Becquart, la primera mujer con voto en esta asamblea.
"Nos hace escuchar los gritos y sufrimientos demasiado a menudo
silenciados de mujeres consagradas que entraron en comunidades religiosas para
seguir a Cristo y se vieron presas de situaciones dolorosas que, a la mayoría
de ellas, las llevaron a dejar la vida consagrada", destaca.
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