Los cambios forman parte de nuestra vida. Enfrentarnos a
ellos puede generarnos dudas y miedos al pensar que podemos fracasar. Por eso,
es importante saber gestionar una nueva etapa sin caer en el estrés ni la
ansiedad.
En nuestra vida nos encontramos con diferentes situaciones
y momentos evolutivos que van acompañados de continuos cambios, desde los
primeros años de vida (donde pasamos de estar en casa con la
familia a una guardería con personas inicialmente desconocidas y un gran número
de niños de nuestra edad), posteriormente el colegio, instituto… hasta en la
edad adulta, donde nos enfrentamos a cambios de trabajo o de
dinámica familiar.
Los cambios forman parte de nuestra vida, incluso podríamos
decir que son un elemento fundamental para que nosotros mismos vayamos
evolucionando y creciendo personalmente. Nos hacen salir de lo que podemos
llamar como nuestra “zona de confort” en la que ya conocemos todas las
condiciones y características que la forman, y nos enfrentamos a una
nueva situación ante la que pueden aparecer dudas sobre si tendremos
las habilidades y estrategias necesarias para enfrentar todo lo nuevo por
venir.
Indudablemente, en aquellos momentos en los que tenemos que
enfrentarnos a algo nuevo, necesitaremos probar determinadas
estrategias personales para gestionar las características del cambio.
Algunas ya las tendremos desarrolladas en nuestro repertorio conductual y emocional,
sin embargo, otras será necesario descubrirlas por nosotros mismos en
el desarrollo de esta nueva etapa.
Por ello, ante estas situaciones de cambio pueden
llegar a aparecer diferentes miedos, dudas o inseguridades por no saber o
reconocer si contamos con las habilidades suficientes para gestionar
lo novedoso de una forma adecuada y sana para nosotros, pudiendo solventar la
situación y todo a lo que nos enfrentamos, o si saldremos dañados de ella.
Sin embargo, aquello que podemos ver como una amenaza a
nuestra tranquilidad y bienestar personal, puede convertirse en una gran
oportunidad. Los cambios nos empujan a adquirir herramientas nuevas,
por lo que puede convertirse en una buena ocasión de la que salir beneficiosos
y fortalecidos.
Como decía Charles Darwin “no es la más fuerte de las
especies la que sobrevive, tampoco es la más inteligente. Es aquella especie
que se adapta mejor al cambio”. Y es que, como decíamos anteriormente, el
cambio es una constante en la vida y ocurre en diferentes momentos y etapas de
esta, ante el que en muchas ocasiones no hay elección, pero sí capacidad de
adaptación, que será la que nos ayude a gestionar el cambio y obtener todos los
beneficios que éste nos puede aportar.
¿Cómo gestionar un nuevo cambio de etapa vital?
- Aceptar
que el cambio es inevitable. Como hablamos a lo
largo de este escrito, el cambio es algo que nos encontramos en nuestra
vida en cada una de las diferentes etapas evolutivas en la que nos
encontramos, por lo que no podremos evitar que así sea. Aceptar que esto
es así nos facilitará una gestión más adecuada.
- Fomentar
la autoconfianza o percepción de autoeficacia.
Presentar confianza en nuestras habilidades y estrategias permitirá que
nos veamos preparados para el cambio, así como se llevará a cabo una mayor
capacidad de adaptación a éste.
- Asumir
que todo cambio conlleva una pérdida. Cuando nos
adentramos en una nueva etapa es posible que perdamos determinadas
facilidades o aspectos que teníamos en la etapa anterior, es importante
tener en cuenta siempre esto ante los cambios vividos.
- Ver
las oportunidades que nos facilita la nueva etapa.
Igual que comentábamos en el punto anterior que todo cambio conlleva una
pérdida, éste también favorece la posibilidad de descubrir vivencias
positivas para uno mismo.
- Aumentar
la capacidad de observación, principalmente en los pequeños detalles.
Tener una visión más amplia, una actitud más flexible, facilitará ver las
oportunidades que el cambio que estamos viviendo nos ofrece.
- Tener
cuidado con los pensamientos anticipatorios que podemos llevar a cabo.
Estos nos pueden afectar negativamente antes de encontrarnos ante la
propia situación, y luego no estar vinculados con lo que en realidad vamos
a vivir.
- Poner
la mirada en el presente, no tener en cuenta únicamente el pasado.
Fijarnos en todo lo bueno que esta nueva etapa nos puede ofrecer, para
hacer lo posible para aprovecharlo, y no prestar tanta atención a lo
pasado.
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