Por Ana Isan.
Olas lamiendo la orilla de la playa, el canto de los pájaros al romper el alba, sus arrullos, una fina lluvia, un sendero forestal, el crepitar de una hoguera, el correr de un riachuelo... Son sonidos de la naturaleza agradables, que nos calman y renuevan. En contra de lo que ocurre con la violencia de un trueno o con el desasosiego que provoca un viento huracanado, la banda sonora más armoniosa de la naturaleza es como una inyección de vida.
¿Pero, por qué nos gustan esos agradables sonidos?
La ciencia ha encontrado que el placer de sumergirse en un entorno acústico
verde, ya sea física o virtualmente mediante la grabación sonora, tiene un
efecto saludable. Sus sonidos combaten el estrés, ayudan a concentrarse y nos
transmiten alegría y felicidad a nivel consciente y también del subconsciente.
Una atmósfera saludable
Los ecosistemas generan conciertos siempre
únicos, que van variando en función de los ciclos de la Naturaleza,
incluyendo las fases lunares, las estaciones y un sinfín de factores derivados
del entorno. Se trata, en suma, de una atmósfera de la que formamos parte, en
la que nos sentimos integrados de un modo casi hipnótico.
Al igual que ocurre cuando abrazamos un árbol, escuchar
estos sonidos consigue normalizar las funciones orgánicas y nos transmite al
mismo tiempo una buena dosis de energía, mejorando nuestra salud mental y
física.
Son muchos los expertos que estudian este eco, ese latir de
la vida y sus efectos beneficiosos, que incluso podrían llegar a ser
terapéuticos. Eva Julián Adán, investigadora y musicóloga, lleva enfrascada en
el tema desde 1989. “La música de la Naturaleza incide sobre nuestros
sentimientos y emociones. Estimula nuestros niveles de energía y estabiliza el
campo emocional”, dice. De hecho se han obtenido buenos resultados, tal y como
ha demostrado Eva Julián Adán con experiencias con animales en cautividad, con
personas enfermas o con recién nacidos.
Sonidos agradables
Escuchar el sonido de las olas y los sonidos del bosque sólo
10-15 minutos una hora antes de dormir mejora el sueño. Los sonidos de la
naturaleza inconscientemente afectan al cerebro causando una sensación de
serenidad, alegría y felicidad.
Un estudio realizado por psicólogos demuestra que los sonidos de
la naturaleza y música relajante disminuyen la influencia de
la depresión en una persona en un 20-25%. Para hacer masaje, gimnasia o
meditación tibetana nuestros sonidos ayudarán a crear un ambiente agradable y
adecuado para estas prácticas.
Pero lo principal aquí es escuchar a su cuerpo porque
los sonidos deben de ser agradables para ti.
Si le gusta el sonido del mar más que el canto de los pájaros será mejor
escuchar lo que prefiere.
Fuente: https://www.ecologiaverde.com/
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