Por: Maria Fatima Seppi Vinuales
El miedo disfuncional nos impide realizar actividades que
nos interesan, con base en una supuesta amenaza. ¿Se puede controlar?
Ninguna emoción es por sí misma buena o mala. Es
cierto que nos sentimos mejor cuando experimentamos alegría en comparación con
aquel momento en que tuvimos ira o miedo. Sin embargo, la ira puede alertarnos
de una situación de injusticia y el miedo puede mantenernos despiertos para que
no nos sorprendan. Entonces, ¿cuándo un miedo es disfuncional?
En los casos expuestos, las emociones juegan a
nuestro favor, si sabemos entender que son herramientas. Pero hay
veces en las que la emoción nos invade por completo, nos domina y tiñe una
situación con su propio tono. Esto es lo que sucede cuando experimentamos miedo
disfuncional.
¿Qué es el miedo disfuncional?
El miedo es una emoción
básica, primaria y universal. Sin embargo, su vivencia es singular. No
todos lo sentimos ni lo expresamos de la misma manera.
La mejor forma de entender al miedo es poner el foco en
cómo nos resulta para manejarnos en nuestro día a día. Esto quiere decir que
puede ser tanto funcional como disfuncional, y lo es de acuerdo a las
circunstancias.
Por ejemplo, es bueno porque me permite estar atento a que
el niño no se queme si me está ayudando a cocinar. Pero es malo si me paraliza
y me impide disfrutar de preparar recetas junto a él por temor a que le pase
cualquier cosa.
Ahora bien, el miedo disfuncional es aquel que nos encierra, nos detiene, nos paraliza y causa
sufrimiento, malestar y angustia. Cuando este temor se vive de manera
permanente, nos coloca en ansiedad
anticipatoria, es decir, nos pone en alerta de amenazas o situaciones
que no han acontecido con una reacción desproporcionada.
¿Cómo superar el miedo disfuncional?
Algunas de las claves
que te pueden ayudar a vencer el miedo son las siguientes:
- Reconoce
que es una emoción natural y no trates de ocultarla. Acepta
que el miedo vive en nosotros para señalarnos algo, para cumplir con su función. De
tal modo que antes de intentar suprimirlo, es mejor aprender a leerlo.
Para ello puedes preguntarte “¿por qué estoy sintiendo miedo
ahora? ¿A qué aspectos debería prestar atención?”. Así pondrás a jugar
al miedo a tu favor, será funcional y no disfuncional.
- Identifica
la naturaleza de la amenaza. Piensa si es real o
probable. Muchas veces sucede que el miedo se dispara de modo
indiscriminado ante múltiples estímulos. Esto es lo que hace que vivamos
envueltos en él. Sin embargo, no todas las amenazas son igual de probables
ni importantes. Nos manejamos con sesgos cognitivos que, si los aprendemos, nos
ayudarán a clasificar la gravedad de las amenazas.
- ¿Qué
podría hacer al respecto? A partir del punto
anterior, conviene pensar de qué modo podríamos prepararnos y qué hacer
ante dicha situación. De esta manera, podremos ver que hay diferentes
soluciones y medidas a seguir.
- Traza
tu plan para afrontar los miedos. Ahora que ya sabes a
qué le temes y qué puedes hacer, es importante pensar en un plan gradual
para enfrentarte a la situación temida. Esto quiere decir que poco a poco
debes familiarizarte con ese fantasma, hasta que logres estar
cara a cara. Si te paralizas por hablar en público, por ejemplo, puedes
empezar por ensayar y grabarte, luego practicar con amigos y, finalmente,
exponerte.
- Usa
técnicas de relajación. Una de las mejores alternativas es
intentar contener el miedo disfuncional. Para ello puedes empezar
con ejercicios de relajación y respiración que
contribuyan a convertir al miedo en funcional.
- Pide
ayuda. Si sientes que el miedo te impide tomar decisiones,
ser más espontáneo y vivir acorde a tus deseos, entonces consulta con
algún profesional.
El miedo puede ser un aliado
El miedo no siempre es peligro y este es el primer paso
para reconocer al miedo disfuncional. Debemos ponernos otros lentes a la hora
de leer las situaciones. Caso contrario, el miedo nos acorrala y nos impide
disfrutar de la vida. Pero bien gestionado, nos permite sobrevivir.
Aceptar que el miedo siempre va a estar ahí y que no vamos
a hacerlo desaparecer de nuestro espectro de emociones es adoptarlo. Sí
podremos aprender a manejarlo y ser dueños de nosotros mismos.
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