La celebración de la Semana Santa, especialmente del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección, es una de las más representativas y especiales para la Iglesia Católica, ya que se recuerda la Pasión de Cristo, narrada en los evangelios bíblicos, desde la entrada a Jerusalén, su última cena, su viacrucis, su muerte y resurrección.
Cada uno de estos días tiene un significado especial y se
conmemora un hecho concreto en la vida del Mesías.
El Viernes Santo en realidad se considera
un día de luto y penitencia, ya que recordamos la crucifixión de
Jesucristo, quien murió en la cruz para salvar a la humanidad. De hecho, en
conmemoración a este hecho, los fieles religiosos suelen guardar ayuno esta jornada.
Es una fecha muy especial porque es el segundo día
del llamado Triduo Pascual, el periodo de Semana Santa durante el cual la
liturgia católica conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Más
concretamente, el Viernes Santo se recuerda su muerte en la cruz.
Por este motivo, este es el único día del calendario
litúrgico católico donde no se celebra la Misa, como luto por la muerte de
Cristo. De hecho, las campanas de las iglesias no suenan y en algunos lugares
son sustituidas por matracas de madera. Asimismo, también se evita el canto
polifónico.
[[H3:¿Sabes qué es el Triduo Pascual?
El momento más importante de la Semana Santa es el Triduo
Pascual, es decir, el Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo hasta la
madrugada, cuando se realiza la Vigilia Pascual en víspera del Domingo de
Pascua, fecha muy importante marcada por la alegría por la resurrección de
Jesucristo.
Es decir, el Triduo Pascual es el tiempo destinado para
celebrar los tres días más gloriosos del Cristianismo (y tristes a la vez).
Podemos decir que se trata del punto culminante de todo el año litúrgico,
marcado por la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
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