Por Maria Alejandra Morgado Cusati.
La filosofía zen implica vivir
una vida plena y auténtica, enfocándose en el momento presente. A continuación
te enseñamos sus principios fundamentales.
El zen es una escuela budista
que se originó en China durante la dinastía Tang y que luego derivó en diversas
escuelas japonesas. Su filosofía está basada en la meditación, que de
hecho, la palabra misma zen significa eso: meditar.
En este sentido, la
meditación es una práctica de autodescubrimiento que nos ayuda a vivir
con plenitud en el momento presente y alcanzar la tranquilidad. Sin
embargo, la filosofía zen va más allá.
Implica vivir una vida plena y
auténtica, enfocándose en el momento presente. No dicta lo que debemos sentir o
pensar, ni cómo debemos ser o qué hacer; solo nos enseña a ser conscientes de
nuestra experiencia y vivir inmersos en ella
Los principios de la filosofía
zen son universales, por lo que podemos integrarlos a cualquier
sistema de creencias o estilo de vida. Además, no hace falta ingresar a un
monasterio o ponernos en modo místico para conectar con nosotros y con el momento presente.
De hecho, los principios que
presentamos a continuación pueden ser un buen punto de partida para integrar la
filosofía zen a nuestra vida.
1. La mente construye la
propia experiencia
La filosofía zen nos enseña
que la experiencia no es equivalente a la realidad. Es decir,
la mente es la que configura cómo interpretamos los hechos, en función de
nuestro sistema de creencias y predisposiciones personales.
Por lo tanto, podemos crear
experiencias diferentes, cambiando y eligiendo en qué aspectos enfocarnos. Si
ante un fracaso personal nos centramos en culparnos por todo, en vez de
canalizar hacia lo que podemos aprender de la situación, sin dudas que la
vivencia será muy poco placentera.
2. Según la filosofía zen, el
yo es una ilusión
Creemos que somos la suma de
definiciones, títulos y roles que cumplimos dentro de la sociedad, como
escritora, estudiante, buena persona, deportista, madre. Sin embargo, somos
más que esas categorías limitantes y cerradas.
La verdad es que el yo también
es una de las realidades que la mente construye. El ser no es una cosa que
pueda definirse y delimitarse de forma precisa; pues se trata de una esencia
que está en constante cambio y en movimiento. De allí que sea tan difícil
comprenderse a uno mismo.
3. Solo necesitas creer en lo
que sientes como verdadero
Es importante ser flexibles
con nuestro sistema de creencias, de manera que no asumamos ningún juicio o
enseñanza como verdad absoluta
e inmutable. Lo ideal es confiar en nuestra intuición y en nuestra
capacidad para identificar lo que es verdadero para nosotros.
De no ser así, podríamos
terminar muy conflictuados, luchando entre lo que los demás nos dicen que es
correcto y lo que sentimos que es verdad. Según la filosofía zen, si no estás
viviendo tu vida según lo que sabes que es verdad, no estás siguiendo tu mayor
bien.
4. El desapego es el camino a
la felicidad
El desapego no solo
implica desprenderse emocionalmente de los objetos, los hechos o las personas,
sino que más bien equivale a ser conscientes de que todo en la vida
tienen un sentido y una utilidad.
Según la filosofía zen, el
desapego implica la comprensión de que las cosas “malas” que nos suceden nos
enseñan y nos muestran cómo sanar, para abrirnos aún más a las cosas “buenas”.
5. “Ser” es más importante que
“hacer”
La quietud y el silencio son
fundamentales en la filosofía zen. En este caso, la meditación nos
permite tranquilizar la mente; reconocer lo que necesita ser reconocido y
sanado. Y nos mantiene conectados con nosotros, en vez de con los apegos.
De esta forma, la meditación
nos enseña el profundo arte de “hacer nada” y nos permite ser. Recordemos que
para la filosofía zen no somos lo que hacemos, sino que simplemente somos.
6. Podemos ser observadores
objetivos de nuestra mente y nuestra vida
La meditación nos ayuda a
observar los pensamientos a medida que pasan, como si fuéramos un
espectador externo. Esto nos permite decantar lo que pasa por la mente y
descubrir que no somos esos pensamientos ni
esos sentimientos que de ellos se desprenden.
Para la filosofía zen somos
una realidad más integral. Somos el ser que experimenta esos pensamientos y
sentimientos, y quien decide cuáles valorar y cómo actuar.
7. La unidad es nuestro estado
natural
La unidad en la filosofía zen
hace referencia a la compenetración profunda con todo lo que existe. De
hecho, la contemplación es eso: no mirar la realidad desde fuera, sino
adentrarse en la esencia de lo que se observa y fusionarse.
La filosofía zen es un estilo
de vida para sentirse más realizado
Si integramos los principios
de la filosofía zen a nuestra vida, podremos adquirir una perspectiva
más sana, que nos ayude a gestionar los sentimientos, los pensamientos y
las experiencias con mayor acierto.
Además, desde su base
fundamental, que es la meditación, no solo nos invita a conectarnos con
nosotros mismos, sino que también nos proporciona un momento de relajación y de
autocuidado. Algo muy necesario en la rutina cotidiana.
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