El pensamiento estratégico es aquel que está orientado al futuro. Es creativo y es flexible. ¿Cómo desarrollarlo? Descubre algunas estrategias
Cuando escuchamos hablar de estrategia, casi de inmediato
pensamos en negocios. Sin embargo, a grandes rasgos, se trata de un camino para
concretar un plan; algo que realizamos a diario. Es decir, se persigue
un objetivo y se definen medios y recursos para concretarlo. Entonces, ¿a
qué se refiere el pensamiento estratégico?
Pues bien, se trata de un proceso en el que se involucran
pensamientos intencionales y racionales para analizar las ventajas y
vulnerabilidades que influirán a la hora de querer alcanzar un determinado
objetivo. Y aunque suele vincularse al desarrollo de las empresas, lo cierto es
que puede implementarse en muchos otros ámbitos. Veamos.
¿Qué es el pensamiento estratégico y qué lo
caracteriza?
El pensamiento estratégico es aquel que está
orientado hacia el futuro o hacia el logro de un objetivo a través de
acciones determinadas. Implica la reflexión de tres componentes:
1.
¿Qué quiero conseguir? (objetivo).
2.
¿Cómo voy a hacerlo? (estrategia).
3.
¿A través de qué acciones y con qué recursos?
(táctica).
Es todo lo opuesto a tener una actitud rígida o a caminar
siempre los mismos caminos. Por el contrario, pretende cambiar las
maneras de resolver una situación, incluso mediante el aprendizaje de
nuevas habilidades.
Un artículo compartido a través de Harvard
Business School Publishing destaca que, mediante el pensamiento
estratégico, las personas involucradas en una organización buscan de manera
continua nuevas formas de contribuir al éxito de la misma.
Permite tener una visión a largo plazo
El pensamiento estratégico supera la visión cortoplacista
y nos permite mirar más allá para ubicar nuestras acciones en un
contexto más amplio.
Ofrece una visión del todo y las partes
No solo es un pensamiento relacional que tiene en cuenta el
modo en que se influencian e interaccionan los diferentes aspectos de una
situación, sino que también es capaz de tener una visión global e individual.
Es decir, entre las partes y el todo.
Permite analizar los beneficios y los riesgos
El pensamiento estratégico realiza un análisis
del tipo FODA; es decir, de las fortalezas y las
oportunidades que resultan facilitadoras para un determinado objetivo, así como
de las amenazas y debilidades que podrían obstaculizarlo.
Esto es muy destacable, ya que no se trata de un tipo de
razonamiento que se mueva en los polos; no es solo optimista o pesimista, sino que tiene presente los diferentes matices de
una situación.
Ayuda a establecer prioridades
Existe una frase muy conocida que dice que «el que
mucho abarca, poco aprieta». Esta es una de las máximas del pensamiento
estratégico, la jerarquización de prioridades. Es mejor guiarse por un
plan que contemple un paso a paso, pues no es posible conseguirlo todo,
porque tanto el tiempo como los recursos son limitados.
Beneficios del pensamiento estratégico
El pensamiento estratégico ofrece diferentes ventajas al
momento de solucionar un problema. Entre ellas, encontramos las siguientes.
Aporta creatividad
Este pone a disposición todos los recursos de los que
dispone la persona para encontrar una respuesta adecuada. Es decir, el
saber está a disposición y no importa si debe usar recursos artísticos para
resolver una discusión familiar.
De lo que se trata es de brindar una solución. Así las
cosas, el famoso think outside the box «(piensa fuera de la
caja)» es de una de las características principales.
Nos muestra más de una perspectiva
Al tener en cuenta diferentes enfoques de una misma
situación, nos permite poner en juego no solo lo que nosotros pensamos, sino
también las perspectivas de los diferentes actores.
Por ejemplo, si pensamos en una mudanza familiar, una
persona no solo analizaría el objetivo de mudarse. También tomaría en cuenta el
momento oportuno, trataría de consensuar según las actividades del resto de sus
integrantes, intentaría decidir una nueva ubicación cómoda para todos,
etcétera.
Nos permite ser más productivos
Al estar orientados hacia una meta, es posible ser más
eficiente en la elección y el uso de los recursos necesarios. Además, al
conocer nuestros costados más débiles y más fuertes, también nos
permite potenciar nuestro talento y el de los otros alrededor.
Consejos para aplicar el pensamiento
estratégico
No todos tienen consciencia de la importancia del
pensamiento estratégico hasta que lo aprenden en algún lugar. Por eso, hay que
poner en marcha una serie de técnicas para adaptarse a él y sacarle el mejor
provecho posible.
Controlar la ansiedad y detenerse a pensar
A causa de la ansiedad y de tener la necesidad de control,
muchas veces nos dejamos llevar por tener una respuesta inmediata. Esto impide
que nos detengamos a considerar los diversos escenarios y a analizar distintas
variables.
El pensamiento estratégico se dedica a realizar
un análisis minucioso y detallista, en lugar de tomas decisiones
precipitadas.
Tener experiencias diversas
Se dice que el pensamiento es estratégico porque es
flexible y creativo, y es capaz de ver todos los factores de una situación. Por
eso, para estimular la creatividad del pensamiento, es útil leer
sobre diferentes disciplinas, realizar diferentes actividades de ocio, conocer
nuevas personas, entre otras cosas.
Es muy importante entrar en contacto con
experiencias nuevas, en lugar de quedarnos siempre con lo «ya
conocido» y en la famosa zona de confort.
Intercambiar ideas con otras personas
En línea con el punto anterior, este pensamiento también se
nutre de las ideas y las opiniones de otras personas. Requiere de tener una
mirada activa, una escucha abierta y de la capacidad de descentrarnos y dar
espacio a la diversidad. Así, vamos formando una visión del mundo que
incorpora diferentes realidades y en la que no somos los únicos.
El pensamiento estratégico se aplica a varios
espacios de la vida
Muchas veces, se considera que el pensamiento estratégico
pertenece al ámbito de las disciplinas organizacionales o empresariales. Sin
embargo, si nos atrevemos a mirar un poco más allá, comprendemos que está
compuesto de diferentes «facetas», y que puede aplicarse a todas las áreas de
la vida.
Mirar la totalidad y orientarse al futuro es lo que define
a una estrategia, pero también es algo que aplicamos a diario en nuestra
rutina. Así como se definen planes de negocio para el logro de ciertos
objetivos, también se reparten recursos en una familia para poder llegar a fin
de mes, por ejemplo.
Como vemos, este tipo de pensamiento tiene mucho para ofrecernos. Vale
la pena trabajarlo y abordarlo en conjunto con las emociones. Cabe
recordar que nadie nace con la capacidad de actuar a través de este; más bien,
se adquiere con la práctica y la experiencia.
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