Debemos concebir el sufrimiento como un aprendizaje, una prueba mediante la cual nuestro cerebro nos permitirá ser más fuertes y capaces de afrontar las adversidades.
A menudo, suele decirse que, una vez logramos
controlar el sufrimiento y “apagarlo”, obtenemos el pasaporte hacia la
libertad. Sin duda, esta es una frase de gran belleza pero, al
leerlas, no podemos evitar preguntarnos: “bien, ¿y cómo se hace eso? ¿De qué
manera apago mis miedos, derrotas, ansiedades y sufrimientos?”.
Para controlar nuestros estados emocionales y transformar esa energía negativa
que atenaza nuestra mente, siempre nos va a ser de gran utilidad comprender “su
anatomía” interna.
El sufrimiento y la tristeza aparecen en
el cerebro a través de unos mecanismos sutiles y
poderosos. Estos tienen, a su vez, una finalidad muy concreta
que vamos a explicarte a continuación. Esperamos que puedan servirte de ayuda.
El sufrimiento y el cerebro “triste”
El sufrimiento es el diálogo interno que creamos en nuestra mente. Podemos
tener experiencias dolorosas, sufrir pérdidas, fracasos, traiciones y
amargas decepciones. Sin embargo, una cosa es el dolor físico y otra el dolor
emocional.
El sufrimiento que nos atenaza y que, a menudo, provoca que
derivemos en una depresión, tiene como único origen el diálogo interno.
Hay personas que, aun viviendo un mismo hecho traumático,
lo afrontan de formas diferentes. Todo depende de esos recursos internos
y de los diálogos que establezcan en sus mentes. En el momento
en que se “apague” la negatividad, llegará la calma y el equilibrio.
Estas ideas, a priori, son fáciles de entender.
Sin embargo, aún comprendiéndolas, resulta muy complicado apagar el interruptor
de los pensamientos amargos y negativos para dar fin al sufrimiento.
Porque el dolor emocional se adhiere al alma, nos atrapa y nos asfixia.
No es tan fácil liberarnos de él solo con desearlo.
El cerebro “triste” funciona de otro modo
El ser humano tiene millones de células nerviosas en el
cerebro que conforman una maravillosa y fascinante red interconectada que,
a su vez, erige eso que llamamos “conciencia”. Ahora bien, tal y como
nos revelan los neurocientíficos:
si hay una emoción que tiene un alto poder en el cerebro es el miedo.
A través de estructuras como el hipocampo o la amígdala el cerebro recopila
información del entorno para advertirnos de riesgos sin necesidad de que
lleguemos a verlos realmente.
El cerebro quiere que sobrevivamos. por lo tanto, emociones
negativas como el miedo, la tristeza o el sufrimiento nos sirven como
señales de advertencia “de que algo no va bien”. Vista a través de
pruebas de diagnóstico, la tristeza consigue “alterar” a casi 70 regiones
diferentes del cerebro.
- La amígdala, el hipocampo, la corteza prefrontal o la
corteza cingulada anterior serían varias de esas estructuras, además
de una tan específica como interesante: la ínsula.
- La
ínsula se relaciona también con la percepción del cuerpo y el sabor. Todo
ello nos explica por qué, cuando estamos tristes y experimentamos
sufrimiento, todo “parece detenerse, todo pierde su sentido e incluso su
sabor”.
A pesar de que nos digan aquello de “apaga tu sufrimiento
para coger el pasaporte de la realidad”, el cerebro no va a poder reaccionar.
Seremos incapaces porque la música interna está en otra sintonía. Porque el
cerebro “triste” nos ha apagado del ruido de la vida.
Superar el sufrimiento, para ser más fuerte
Vale la pena recordar aquí una preciosa frase de Leonard
Cohen: “Todo tiene una grieta, y es así como entra la luz”. Lo que está roto,
lo que está fragmentado, no tiene por qué impedirnos avanzar en nuestra vida.
Las roturas se sanan, pero ese cambio nunca nos va a permitir volver a nuestro
estado original. No seremos los mismos de antes.
Ahora bien, podemos ser incluso más poderosos. Porque
la grieta deja pasar:
- La
luz de la sabiduría.
- Iluminar
el conocimiento adquirido.
- Dar
luz al aprendizaje asumido en ese cambio.
Para superar el sufrimiento debes darte tiempo. Ya
sabes que el cerebro funciona a otro ritmo y a otro nivel. De ahí, que debas
tener paciencia y apoyarte en las personas que te quieren.
Hemos de entender que el cerebro desea que “nos quedemos
quietos” para concentrar toda la energía en dar solución a aquello que
nos preocupa, que nos hace daño.
El cambio
Tu única finalidad es cambiar algo de ti o de
lo que te envuelve para sentirte mejor. Aceptar lo ocurrido y motivarte por
algo nuevo o diferente son, sin duda, dos pasos esenciales que debemos
promover.
Los neurólogos siempre nos dicen que entender
los mecanismos mediante los cuales funciona el cerebro nos ayudaría a a
afrontar mucho mejor estos estados de tristeza o sufrimiento.
Vale la pena recordar, por tanto, que la
pena no es una dimensión eterna, sino un proceso puntual que superaremos
para obtener una enseñanza y seguir sobreviviendo. Debemos aprender para seguir
adaptándonos a estos océanos vitales, en ocasiones, tan complejos.
0 Comentarios