Escrito por Daniela
Echeverri Castro
Sensación de tener mariposas en el estómago, aceleración del ritmo cardíaco, sonrisas frecuentes, miradas intensas… La tensión sexual se hace evidente de muchas formas y, a menudo, es difícil ocultarlo.
La mayoría de las personas hemos estado en situaciones de
tensión sexual. Ese momento en el que conocemos a alguien y experimentamos
una inexplicable sensación de electricidad por todo el cuerpo al tenerla cerca.
De repente, esa persona capta nuestra mirada, nos genera
inquietud y detona en nosotros una serie de reacciones que, a menudo, no
podemos ocultar. Risas incontrolables, miradas profundas, dificultad para
hablar, sudoración… es como si la química sexual pudiese percibirse en el aire,
pero sin expresarse de forma concreta.
Algo nos dice que el otro también siente esa
atracción, pero no hay total certeza; y aunque la haya, ninguno se
atreve a dar el siguiente paso. En esta oportunidad, detallamos por qué nos
suele ocurrir esto, cuáles son sus manifestaciones y cómo reconocer si es mutua
o unilateral. ¡Sigue la lectura!
¿Qué es la tensión sexual?
En un lenguaje técnico, la tensión sexual está definida
como «un fenómeno social que tiene lugar cuando dos personas
interactúan y, una o ambas, experimentan deseo sexual, pero no lo
manifiestan de forma explícita, y la actividad sexual se pospone o no llega a
concretarse».
En palabras de Susan Palmquist, en su libro “How to
Write a Romance Novel” (Cómo escribir una novela romántica): «la
tensión sexual es algo que no tiene nada que ver con el acto sexual real, pero
es todo lo que conduce a él».
Es decir, son todas esas reacciones físicas,
mentales y conductuales que expresan atracción sexual, pero que— por alguna razón— no se
puede concretar más allá de eso. Suele ocurrir en el entorno laboral, entre
amigos, en reuniones sociales o, incluso, con exparejas.
Ahora bien, ¿por qué ocurre la tensión sexual?
Hay varias razones por las que se desencadena esta reacción
en los involucrados. Desde el punto de vista biológico, esto se explica en una
serie de respuestas químicas que ocurren a nivel cerebral, unidas al impulso
natural de reproducirse.
Para ser más precisos, aumenta la actividad de las hormonas sexuales —los estrógenos y los andrógenos— y
también se produce la liberación de adrenalina, dopamina, oxitocina,
kisspeptina y norepinefrina. En conjunto, estos neurotransmisores
provocan esa mezcla de atracción, deseo, ansiedad, taquicardia, miedo, o lo que
algunos describen como un «no sé qué».
Sin embargo, hay otras cosas que también entran en juego.
De acuerdo con la Dra.
Helen Fisher, antropóloga biológica y autora de ‘Anatomy of Love‘
(Anatomía del amor), son tres factores los que despiertan ese deseo lujurioso:
- Lo
biológico: la atracción que despierta el
aspecto físico.
- Lo
social: relacionado con los modales y el
comportamiento de la persona.
- De
desarrollo: cuando la presencia de esa persona
resulta familiar o evoca una experiencia agradable del pasado.
Por su parte, Catherine Ann Lombar, psicóloga de la
Universidad de Twente, explica que el exceso de «energía sexual» está
relacionado con lo biológico, pero también con la libertad sexual posmoderna, el sedentarismo (que provoca
acumulación de energías instintivas), la necesidad humana de contacto físico y
la presentación mediática del amor romántico.
Cómo reconocer la tensión sexual: 20 señales
que te ayudan a identificarlo
Las manifestaciones físicas, psicológicas y emocionales de
la tensión sexual difieren en cada persona. De hecho, la experiencia
puede variar de acuerdo a otros factores del contexto, como el lugar, el evento
y la reciprocidad. Esto último es clave, pues la otra persona no
siempre corresponde igual.
Para tener una idea de si hay química
sexual en el ambiente, podemos considerar las siguientes 20 señales.
Eso sí, siempre empleando nuestro sentido de juicio, ya que no podemos ignorar
que puede ser unilateral. Veamos.
1. Contacto visual
El contacto visual suele ser la primera forma de conexión
con la persona objeto de deseo. Además, es una buena forma de saber si la
emoción es correspondida. Si ambos coinciden al mirarse, se sostienen la mirada
o cambian la forma de mirar (sutilmente coqueta), es posible que exista interés
mutuo.
2. Sensación de mariposas en el estómago
La química sexual conduce a un aumento de la adrenalina y
del ritmo cardíaco. Esto suele manifestarse con lo que llamamos
«mariposas en el estómago» o esa sensación de nerviosismo por la
presencia de esa persona.
3. Sentimiento de vergüenza
Nos encontramos por casualidad a esa persona que nos genera
deseo; de repente, sentimos que la vergüenza nos invade. ¿Por qué? Muchas cosas pueden
detonarlo. A menudo, es no tener la certeza de que lucimos bien en ese momento
o por saber que estamos actuando con nerviosismo. También puede ser por
timidez.
A eso se suma un aumento en la liberación de la
hormona del estrés (cortisol) y de adrenalina, que nos provoca la
sensación de estar algo desorientados.
4. Sonrojarse
Al coincidir con esa persona, sentimos que se nos «sube el
calor». Lo que ocurre es que la sangre intenta atenuar los efectos del aumento
de la adrenalina y, por tanto, nos sonrojamos. Podemos notar que nuestro rostro
—en especial las mejillas— y el cuello, adquieren una tonalidad roja. A veces,
esto puede notarse como manchas.
5. Actuar con torpeza
La torpeza es un signo frecuente de tensión sexual. El
nerviosismo, al igual que la excitación física, nos hacen comportar de forma
extraña y torpe. Puede que tropecemos, que olvidemos palabras o que
pasemos por alto algo muy importante por haber visto a esa persona.
6. Saber a consciencia dónde se encuentra
Aunque ya no estemos mirando de manera fija a ese alguien,
ya sabemos dónde se encuentra y qué tan cerca está de nosotros. La tensión
aumenta si la distancia entre ambos se reduce por algún motivo.
7. Sudoración
La ansiedad de tener a esa persona cerca, el sentimiento de
vergüenza y la propia excitación sexual que nos provoca puede causarnos un
aumento de la sudoración. El hipotálamo,
que es la región del cuerpo que regula la temperatura corporal, percibe los
estímulos y envía un mensaje al cuerpo para indicarle que sude.
8. Incomodidad al hablar
Sentir incomodidad al hablar con otra persona no siempre
indica tensión sexual. Sin embargo, en un contexto en el que sentimos atracción
o ese aire de «química sexual», puede que nos cueste entablar una
conversación de forma cómoda.
Ya sea porque estamos lidiando con todas las emociones del
deseo, o bien, porque entramos en pánico al no saber qué decir o cómo
expresarnos, hablar se siente incómodo. Lo mismo podemos percibir en la otra
persona si la emoción es mutua.
9. Lenguaje corporal
Además de las miradas, hay otras expresiones corporales
evidentes cuando hay tensión sexual. La forma de caminar cambia, los gestos al
hablar pueden percibirse exagerados y hay más sonrisas de lo normal. El
toqueteo del cabello, inclinar el cuerpo hacia esa persona o cruzar las piernas
también son señales sutiles.
10. El aire alrededor se percibe extraño
Es difícil de explicarlo; sin embargo, al estar cerca de
esa persona, la atmósfera se percibe rara. Es como si el aire fuese más
pesado o, de repente, la frecuencia del lugar cambiara. Nuestros
sentidos se intensifican y sentimos como si corrientes eléctricas nos
atravesaran el cuerpo.
11. Coquetear es inevitable
El coqueteo se vuelve inevitable cuando dos personas
sienten tensión sexual. A veces es tan evidente, que otras personas del entorno
también lo perciben. Esto puede estar expresado con bromas, comentarios sobre
el físico de la otra persona, indirectas o con palabras desafiantes.
Si el deseo sexual no es correspondido, es probable que el
coqueteo tampoco lo sea. Cuando solo una de las partes siente interés, la
otra se mostrará incómoda, evitará responder o lo expresará directamente.
12. Acercamiento físico
Cuando la atracción es mutua, el acercamiento físico es tan
ineludible como el coqueteo. En un principio, esto puede ser tan sutil como
poner la mano en el antebrazo o en el pecho de la otra persona luego de un
comentario gracioso.
Es como si ocurriese un contacto físico «accidental»,
también a través del roce de manos o toques sutiles. Conforme la tensión
aumenta, esto se hace más evidente, pues vienen las caricias en el
rostro, un roce en la pierna, abrazos, cosquillas y mucho más.
Por supuesto, hay que procurar ser objetivos para no
malinterpretar estas acciones. Ponerlo en contexto y determinar si se acompaña
con otras señales.
13. Fantasías sexuales
Tener constantes pensamientos o fantasías sexuales con la persona que nos atrae también
indica tensión sexual. Esto puede ocurrir al tenerla cerca, o bien, solo al
pensarla. Como sea, hay que tener en cuenta que no hay manera de saber si es
mutuo, a menos que se hable de manera abierta.
14. Sensación de querer besar
En varios momentos, en especial al estar a solas,
experimentamos esa sensación de querer besar. Cuando es mutuo, notamos
que se produce esa curiosa pausa en la que percibimos que la otra
persona espera que suceda algo.
15. Conversaciones a medias
El principal componente de la tensión sexual es que nada se
concreta. Y entre más se da largas al asunto, mayor es la tensión. De ahí que
muchas conversaciones queden a medias o dejen la sensación de que quedaron
inconclusas.
Podemos sentir como si la otra persona nos quisiera
expresar algo distinto, pero se detiene y no lo hace. También nos cuesta de
nuestra parte ser directos.
16. La comunicación es diferente en comparación
con otros
Sea un compañero del trabajo, un amigo o alguien que apenas
estamos conociendo, la forma de comunicarnos difiere si la comparamos con otras
personas de nuestro cotidiano. Es como si quisiéramos, de forma sutil, llamar
la atención o hacerle sentir especial.
Damos prioridad a sus mensajes, enviamos fotografías de los
lugares en los que estamos o utilizamos palabras más dulces al hablar. ¿El
otro corresponde de la misma forma? Una buena señal de que la atracción es
mutua.
17. Las demás personas hacen comentarios de que
se ven bien juntos
Como hemos comentado, la tensión sexual puede ser notoria
para las personas del entorno. Al estar en esta situación, es frecuente que
nuestros amigos, familiares o compañeros de trabajo hagan comentarios
como: «se ven bien juntos», «ya dejen de ocultarlo», «parecen más pareja que amigos»…
18. Los momentos a solas son emocionantes
Luego de superar esos momentos de nerviosismo o ansiedad
propios de la tensión sexual, estar a solas con ese alguien es
emocionante, sobre todo si hay indicios de que la atracción es
correspondida. Aunque no suceda como tal nada sexual, poder compartir el mismo
espacio juntos a solas es interesante.
Quizá para aumentar el nivel de coqueteo, tal vez para
corroborar si el sentimiento es mutuo o solo por dedicarle toda la atención a
esa persona.
19. El cuerpo reacciona
Aumento de la temperatura corporal, sudoración
e inquietud son las primeras reacciones físicas en
momentos de tensión sexual. Sin embargo, a medida que aumenta, podemos precibir
otras tantas:
- Piel
enrojecida.
- Ritmo
cardíaco acelerado.
- Respiración
rápida o agitada.
- Aumento
de la lubricación vaginal (en el caso de las mujeres) o erecciones (en los
hombres).
20. Se siente como si fuese un juego previo
Siempre que sea correspondida, la tensión sexual puede
sentirse como si fuese un juego previo al sexo. Ese conjunto de emociones que
detona, sumados a los pensamientos sexuales que despierta, intensifica el deseo
sexual y la excitación.
Como no se concreta como tal el acto sexual, las ganas
incrementan. Además, todo el coqueteo, el juego de miradas, la energía sexual
reflejada y las demás reacciones tienen un componente erótico que sin duda
influye en este sentimiento.
¿Cómo saber si la tensión sexual es mutua?
No es difícil saber que la tensión sexual es mutua, pues la
otra persona también deja ver sus señales. No obstante, hay que considerar la
posibilidad de que se den malinterpretaciones. En ocasiones, la otra parte solo
intenta actuar con amabilidad.
Es aquí donde debemos poner en tela de juicio lo que está
sucediendo y si la emoción es solo unilateral. Si la conexión se siente forzada
o incómoda para alguno de los involucrados, es probable que la vibración no sea
en la misma sintonía.
Para evaluar qué tanta química sexual hay, es
primordial prestar atención a todo lo que sucede en torno al contacto con esa
persona. ¿Corresponde a las miradas y al coqueteo? ¿Se nota su interés
por estar cerca o por mantener la conversación? ¿Toma iniciativa? ¿Su lenguaje
corporal es inusual?
Resolver estos interrogantes es el punto de partida para
saber si es o no correspondido. Aun así, la certeza de obtiene solo a través de
la comunicación.
¿Qué podemos hacer si sentimos tensión sexual
con alguien?
El paso siguiente depende del panorama en el que
estemos. Que haya certeza de la que tensión sexual es recíproca no es
una «luz verde» para avanzar a algo más. Ciertas veces, es mejor
tomarnos algo de tiempo para poner todo en la balanza y para controlar la
emoción.
Debemos considerar que la atracción sexual es natural y
puede ocurrir de forma simultánea con varias personas. También que la parte del
cerebro que regula el placer es impulsiva, emocional y reactiva. Con esto en
mente, lo más conveniente es apartarse un poco de la situación, respirar y
pensar.
¿En qué contexto me encuentro? ¿Puedo herir a otra persona
si me dejo llevar por el impulso? ¿Existen riesgos que debo considerar? ¿Puedo
afectar mi actual relación sentimental? Si nos hacemos estas
preguntas, podemos tomar una decisión más acertada.
Cuando encontramos algo que nos limita, sea una relación
con otra persona, un trauma del pasado o sentimientos de incomodidad, hay que
tomarlo con calma. En ocasiones, esa emoción que causa la química sexual nos
hace actuar de maneras de las que luego nos podemos arrepentir.
Si no es el caso, podemos «dejarlo fluir». Eso sí, siempre
con el consentimiento del otro involucrado. Una conversación honesta es
la mejor manera de avanzar a otro nivel, ya sea que el interés sea solo
sexual o que también exista interés romántico.
¿Podemos detener la tensión sexual?
Si queremos calmar la tensión sexual tenemos dos caminos:
cedemos al deseo y dejamos que pase, o hablamos de manera abierta del tema para
‘aliviniarla’ y darle un ‘stop’. Por supuesto, hay
situaciones en las que ceder no es una opción.
Puede ser porque tenemos pareja, porque no queremos tener
inconvenientes a futuro en el trabajo o porque simplemente no queremos ir más
allá con la persona en cuestión. Si bien hablarlo es incómodo, es mucho mejor
que ignorar la emoción.
Pero si no existe la posibilidad de hablar, entonces
debemos procurar tener en mente que no sucederá nada. Aunque la atracción puede
ser impulsiva, siempre tenemos la opción de tomar una pausa y
controlarla.
¿Qué sucede si no se libera la tensión sexual?
La tensión sexual que no se libera tiende a incrementar con
el paso del tiempo. El hecho de no «dar el paso» aumenta el deseo por eso que
no podemos tener. A su vez, esto está alimentado por la idealización y
por esa emoción de que es «imposible» o «prohibido».
Lo que debes recordar…
La tensión sexual puede percibirse como una experiencia
emocionante y divertida ante la posibilidad de conectar sexualmente con otra
persona. Sin embargo, también puede tener consecuencias negativas,
debido a su componente impulsivo y emocional.
De ahí la importancia de que aprendamos a reconocerla, pero
también a regularla. En cualquier situación en que se presente, hace falta
evaluar el contexto y determinar si es mutua o unilateral. Con esto claro,
podemos decidir si nos damos la oportunidad de que ocurra algo más, o si es
preferible tratar de minimizarla.
Fuente: https://mejorconsalud.as.com/
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