¿Has leído esta frase en
carteles, libros o discursos motivadores y no sabes con exactitud qué sugiere?
Conoce el origen y la evolución de una premisa que invita a vivir con
intensidad cada día.
Escrito por Jonatan
Menguez
«Carpe diem» es una
locución de origen latino atribuida al poeta romano Quinto Horacio Flaco, mejor
conocido como Horacio. Pertenece al libro I de sus Odas, publicado
en el año 23 a. C., y puede traducirse de manera literal como
‘aprovecha el día’.
Otros traductores prefieren
‘abraza el día’, pero el sentido es semejante: priorizar el presente
por sobre el pasado y el futuro. Horacio incluyó esta expresión en el marco
de la frase «carpe diem, quam minimum credula postero». Es decir,
‘abraza el día y dale el mínimo crédito al futuro’.
De este modo, uno de los
poetas más importantes de la literatura griega nos invita a revalorizar la vida
teniendo en cuenta su belleza y finitud. Sin embargo, la frase no es tan
sencilla como parece y tuvo diferentes interpretaciones en distintos momentos
históricos. Veamos cómo llegó a la actualidad y las claves para ponerla en
práctica.
Significado, origen y
recorrido de la expresión «carpe diem»
Desde la perspectiva
etimológica, «carpe» significa ‘agarrar’ o ‘arrancar’, pero también
puede remitir al término ‘aprovechar’. Por su parte, «diem» es ‘día’, lo
que convierte la frase en un llamado a aprovechar el presente ante la
fugacidad del tiempo. Así lo sugiere la definición de la Real Academia
Española.
Más allá de su origen en la
Roma de transición imperial, poetas, escritores, pintores y músicos la
refrescaron en diferentes siglos hasta traerla a la actualidad. Las corrientes
artísticas de cada momento la interpretaron a su manera, aunque siempre rescatando
la concepción de vivir el presente.
- Edad media. Se
interpretaba en un sentido más fatalista, vinculado a aprovechar el
presente porque se puede morir pronto.
- Renacimiento. Más
relacionado con vivir el momento porque luego llegará la vejez.
- Literatura inglesa.
El poeta Robert Herrick utilizó una frase alusiva en su libro Hespérides,
de 1648.
- Época barroca. La
interpretación fue similar a la de la época medieval.
- Siglo XX. En 1938, el
poeta estadounidense Robert Frost retomó la frase para nombrar un poema.
Allí se alude a «Ser felices, felices, felices / Y aprovechar el día
del placer».
- Actualidad.
Una de las producciones que la volvió a poner de moda en las últimas
décadas es el filme La sociedad de los poetas muertos, de 1989.
Forma parte del argumento central de la película dirigida por Peter Weir y
protagonizada por Robin Williams.
7 claves para poner en
práctica el carpe diem
Si bien no existe una fórmula
mágica para la felicidad ni para aprovechar al máximo el día, es posible
fomentar prácticas que traen la consciencia al presente.
1. Practicar mindfulness
El mindfulness se trata de una
filosofía muy divulgada en la actualidad, que puede vincularse con el carpe
diem. Consiste en un tipo de meditación que promueve la separación de los
pensamientos y la concentración en el presente.
La idea es apartarse de ellos
para reconocerlos y replanteárselos. El mindfulness es positivo para gestionar
las emociones y focalizarse, entre otros aportes, a una vida más sana.
2. Trabajar la ansiedad
Pensar demasiado en el futuro
es lo contrario a carpe diem. Más aún, si la incertidumbre por el
mismo genera ansiedad. Para esta filosofía, vivir esperando algo le quita
tiempo de disfrute al presente, al tiempo que aumenta el estrés y limita las
posibilidades.
En este sentido, diversas
prácticas vinculadas al mindfulness se aplican cada vez más
para reducir el estrés y mejorar la atención. Dentro de esta
corriente, existen ejercicios específicos para tratar la ansiedad.
3. Superar el pasado
Carpe diem propone
trabajar los problemas del pasado para que dejen de ser un impedimento del goce
actual. Sugiere transformar las experiencias negativas en aprendizajes de cara
al futuro. La idea no es olvidar o ignorar los eventos pasados, sino hacerse
cargo de ellos, con el fin de que no controlen tus emociones.
4. Carpe diem, es
relajar la mente
Otra de las herramientas para
llevar a cabo esta filosofía, consiste en erradicar los pensamientos
recurrentes que provocan malestar. Sobre todo, cuando no conducen a nada y solo
dan vueltas en ideas inútiles. En este sentido, es positivo ejercitar algunas claves psicológicas para vivir el aquí y ahora.
5. Meditar
Una actividad que conecta con
el presente y permite controlar las emociones indeseadas. A diferencia del mindfulness, se encuentra
más enfocada en la relajación y la liberación mental.
6. Reforzar la autoestima
Vivir el presente con alegría
implica aceptarse y tener buenos pensamientos sobre uno mismo. Para eso, es
importante evitar autocríticas dañinas, así como potenciar las ideas y
actividades que nos hacen bien.
7. Hacer deporte
Más allá de los beneficios en
el cuerpo, la actividad física también permite focalizarse en el presente.
Requiere concentración y ayuda a apagar pensamientos negativos. Estudios afirman su vínculo con un mayor
bienestar mental y con efectos preventivos sobre depresión, ansiedad y
trastornos del sueño.
Existen actividades que
combinan el trabajo físico y psicológico de manera más específica, como:
- El yoga.
- El taichí.
- El método
pilates.
¿Cuándo y cómo aplicar el
carpe diem?
Recurrir a esta filosofía es
útil cuando nos sentimos estresados y sobrepasados. Ejercitarla requiere
enfocarse en dos ejes centrales. Por un lado, concentrarse en los eventos
presentes; por el otro, valor cada instante y considerarlo inigualable.
Con frecuencia, carpe
diem se confunde con una actitud de desapego y desinterés por el
futuro. Sin embargo, priorizar el disfrute del presente no significa olvidarse
de lo que viene, aunque sí poner en el centro el aquí y ahora.
Puede aplicarse tanto para
actividades laborales, donde se busca la mejor versión de uno mismo, como para
los tiempos de ocio. A veces, darse una pausa es necesario para reflexionar
sobre nuestro estado actual y nuestros deseos.
Carpe diem para
disfrutar el presente sin olvidar pasado y futuro
La filosofía impulsada por
Horacio también se vincula con el hedonismo, cuya premisa es el placer de la
vida sin importar pasado y futuro. Además, se asocia con el fatalismo, que
promueve vivir el día a día ante lo inevitable del destino.
Pero, en este caso, el vínculo
con lo que ya pasó y lo que viene no se olvida, sino que se analiza desde otra
perspectiva. Propone una mirada más ligada al presente, donde el pasado
debe servir como aprendizaje y el goce actual, debe ser más importante que la
planificación del futuro.
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