La luz azul de la pantalla envía a tu cerebro estímulos que alteran tu reloj biológico y desordenan tu ciclo de sueño.
Escrito por Daniela Echeverri Castro
Antes de que el móvil se volviera una herramienta
imprescindible en nuestra rutina, la hora de dormir solía ser un ritual
bastante simple. Nos metíamos en la cama, tal vez leíamos algunas
páginas de un libro y apagábamos las luces. Nuestro cuerpo entendía
que era momento de bajar el ritmo y descansar.
Con la llegada de la era digital, este hábito comenzó a
cambiar de forma drástica. Ante la posibilidad de estar conectados la mayor
parte del tiempo, nuestro teléfono se convirtió en el primer y último objeto
con el que tenemos contacto en el día. ¿El gran afectado? El cerebro. A veces
lo ignoramos, pero todo ese estímulo lo mantiene en un estado de alerta que
sabotea las horas de sueño.
¿Por qué es mala idea revisar el teléfono antes
de acostarnos?
Nuestro reloj biológico interno funciona gracias a dos
hormonas clave. La primera es el cortisol, que aumenta con la luz del día para
indicarle a nuestro cuerpo que es hora de despertar y estar alerta. La
otra es la melatonina, que se libera con la oscuridad para inducirnos al
descanso.
Al exponernos de forma excesiva a la luz azul brillante del
móvil —o de tabletas, computadores o luces LED— estamos enviando un mensaje
confuso al cerebro, quien interpreta que el día aún no ha terminado. Al
permanecer activo, la producción de melatonina se frena o se retrasa, lo que
altera las señales que avisan al cuerpo que es hora de dormir.
Es como si nos generara un “jet lag” artificial que cambia
nuestro ritmo circadiano, con efectos negativos para los patrones de sueño y
vigilia. Empezamos a tener dificultades para conciliar y mantener el
sueño, duramos menos en las fases profundas y reparadoras (sueño de
ondas lentas y REM) y nos sentimos más cansados al día siguiente.
Y como empezamos a repetir esta dinámica todos los días, a
mediano y largo plazo empezamos a sufrir un impacto negativo en la memoria, la
concentración y el estado de ánimo.
Lo que sentimos al usar el móvil también
influye
Los estudios preliminares coinciden en la correlación que
hay entre los niveles bajos de melatonina, la exposición a la luz azul y los
problemas de sueño. Pero como no sucede igual en todas las personas, también
se plantea que el contenido que vemos antes de dormir tiene bastante impacto en
nuestra calidad de sueño.
La experta en medicina del sueño, Michelle Drerup, coincide
con este argumento. Aunque algunos son más sensibles a las luces de las
pantallas, a veces son las emociones intensas que nos generan los correos o las
noticias y publicaciones que vemos en redes sociales (doomscrolling), lo
que acaba perturbando nuestro descanso.
Muchas veces esto nos genera niveles altos de estrés,
ansiedad, enojo, tristeza o euforia, aplazando la relajación que
tenemos que experimentar para quedarnos dormidos. Eso sin contar con
que pueden elevar nuestra frecuencia cardíaca y sumergirnos en un estado de
hipervigilancia.
¿En qué momento del día deberíamos soltar el
teléfono?
La recomendación general es evitar el uso del móvil entre
una y dos horas antes de ir a la cama. No quiere decir que funcione igual para
todos, pero es una buena referencia. La razón es que es un lapso suficiente
para que el cerebro reduzca la estimulación causada por la luz azul y su
actividad mental. De hecho, no aplica solo con el smartphone, sino
también con televisores y otras pantallas.
En lugar de esto, es buena idea practicar
actividades relajantes, como leer, meditar o hacer ejercicios de respiración. Si
cuesta dejar el hábito, lo mejor es dejar el móvil fuera de la habitación o
activar el modo “no molestar” para evitar notificaciones que lleven a su uso.
Esto, y asegurar un entorno cómodo, será clave para volver a tener un sueño
profundo y reparador.
Fuente: https://mejorconsalud.as.com/
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