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Carta al niño Jesús Escrito por: Padre Rogelio Cruz




Querido niño Jesús: Te escribo para comentar contigo lo mal montado que estuvo todo lo concerniente a tu nacimiento acá en la tierra…

Aquella epifanía tenía soberbias posibilidades; podía haberse convertido en el espectáculo del siglo mediante una financiación sumamente sencilla, que hubiera cubierto gastos y reportado generosos beneficios con destino a caridad, naturalmente. Fue una lástima.

¡Qué oportunidad! Falló la propaganda. De ahí vino todo el mal.

Yo te garantizo que hoy hubiéramos volcado multitudes sobre el Portal.

Por precios razonables, cantidad de agencias de viajes, así como asociaciones religiosas, hubieran llevado a Belén turistas y más turistas, gentes piadosas, desde luego, que hubieran tenido de paso la oportunidad de realizar un hermoso viaje de recreo con escalas inolvidables en Roma y El Cairo.

Insisto en que falló la propaganda. No fue presidida por un criterio realista. ¡Canciones de ángeles y estrellas que mueven! Sí, muy bonito; pero los ángeles cantaron de noche y en despoblado, y la estrella fue vista solamente por tres hombres que ni siquiera eran romanos.

No. Lo concreto, lo seguro, hubiera sido llenar de carteles los muros de Jerusalén; volcar sobre los mostradores de los comerciantes multitud de cartulinas con letreros alusivos en inglés y organizar una tómbola con espléndidos regalos, para poder financiar, por lo pronto, la estancia en la posada, aparte de interesar, desde luego, en el asunto a las autoridades del lugar… Sin las autoridades no se hace nada.

¿Cómo no sabías esto? Ni siquiera hubo empresa que organizara caravanas a Belén, desde Jerusalén, naturalmente, con un ánimo de lucro moderado…

Y qué capricho el de cantar el Gloria de los pastores. ¿No hubiera sido mejor hacerlo a los banqueros, a las viudas ricas y sin hijos, a los capitanes generales, a los cabecillas de los llamados grupos de presión y, en fin, a las autoridades en persona?

Y es que la cosa financiera se llevó mal desde el principio. Y ya sabe que el dinero lo es todo. Si luego, de mayor, hubieras tenido dinero bastante, seguro que Judas no te habría traicionado. ¿Y no hubiera valido la pena tener dinero para salvar a Judas?

Caso de contar con dinero en abundancia hubieras podido comprar a los pontífices y no hubieras sido crucificado. De esta forma habrías podido vivir 70 años y los Evangelios serían mucho más largos y tus enseñanzas más variadas.

Si hubieras tenido dinero, los ricos estarían más tranquilos y los pobres no lo pasarían peor por eso…

Un poco más de propaganda y una taquilla a la puerta de la cueva. Eso hubiera sido empezar bien. Así hubiéramos hecho nosotros.

Bien llevada la cosa, habría podido dar dinero de verdad. Hubiéramos puesto tarifas distintas.

Entradas de primera fila y entradas de última fila. Tú mismo dijiste que en el cielo había muchas moradas. También aquí.

Nadie va a confundir la casa del cristiano rico con la casa del cristiano pobre.

Claro que, para hacer las cosas bien del todo, hubiera convenido hacer atractiva la visita a la cueva, organizar allí alguna diversión, alguna fiesta benéfica, algo de buen tono, de la buena sociedad…

Tú ya comprendes. La gente es así. El dinero nunca estorba, eso da la experiencia. Después de veinte siglos deberías ir pensando en suavizar el Evangelio por lo que toca al dinero.

Deberías tener en cuenta que si un día se te fueran los ricos y los bien acomodados, quedarían medio vacías las iglesia. Nosotros, con dinero, eso sí, te hubiéramos facilitado la huida a Egipto, en coche-cama de ser preciso.

Y qué decir de los padres que escogiste. Un San José, buenísima persona, sí, pero simple carpintero de oficio y no beneficio.

Cualquiera de nosotros, de haber estado en condiciones de escoger, hubiera echado ojo a un aventajado hombre de empresas.

¿No te hace fuerza el que todos coincidamos en semejante apreciación? Mira que tus padres, en vez de organizar, de hacer propaganda, de moverse, se cruzan de brazos y venga a rezar. Hoy no nos preocupamos tanto de rezar y las cosas van mejor, no son exageraciones mías.

Está todo mucho mejor organizado; hay más técnica en el apostolado, más control, más estadística. Hay que vivir con los pies en el suelo.Eso les faltó a María y a José.

De seguro que cuando eras un niño, en medio de ellos, nadie te habló de lo cara que es esta vida; de luchar por la vida… Nosotros no somos santos como ellos, pero preparamos a los hijos desde muy pronto para triunfar en la vida. Por eso a nuestros hijos les suele ir mejor de lo que a ti te fue.

Pero lo que no tiene explicación es la forma en que se llevó a cabo la visita de los magos. En primer lugar, no se hizo nada por brindarles una grata estancia. No se prepararon festivales, coros y danzas, excursión a un lugar típico.

No hubo discursos de exaltación, y no se supo explotar la circunstancia. Una caravana oriental de verdad hubiera causado sensación. Antes de exhibirla en la calle, la hubiéramos presentado en un teatro, a tanto la butaca…

Basta comprar el poco efecto que produjo aquella visita, con ser auténtica, y el fruto que en la actualidad produce la fiesta de los reyes… Letreros, carteles luminosos por todas partes.

Los comerciantes venden más que nunca.Y los Reyes tampoco se lucieron contigo. Lo del oro está bien, aunque sabemos que no era mucho, pero mira eso de incienso y mirra… como que no está. Nosotros te hubiéramos llevado leche en polvo y queso, o mejor te hubiéramos sacado una libreta de banco.

Te hubiéramos llevado algún que otro juguete, naturalmente, no juguete nuevo, sino de los usados, de los que votan los hijos de papi y mami. Tú sabes, es por lo de que el que nace pobre no se le puede sacar de su medio.

Por otro lado, dinos Niño, ¿y ese afán de empeñarte en nacer en una cueva? Dudo mucho que a nuestros hijos se les hubiese permitido juntarse contigo, pues eso no está, dizque nacer en una cueva. Uno que nace en una cueva es peor que el de la calle.

Con razón no hubo sitio para ti, como no lo hay hoy, pues es que esta sociedad está muy mal montada.

En fin, querido Niño, la sociedad ha avanzado mucho, y hoy se ven las cosas de modo muy diverso. Cada cual es hijo de su tiempo. Así son las cosas, te lo aseguro.

Afectísimo tuyo... Rogelio Cruz.

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