El mexicano-japonĂ©s Carlos Kasuga, famoso por sus conferencias a nivel mundial y por crear una impronta propia llamada “FilosofĂa empresarial Kasuga”, un conjunto de criterios y principios, asemejado a un catálogo, que ha reunido en sus lustros como empresario, visitĂł la RepĂşblica Dominicana invitado por el CONALECHE, y pudo compartir con un buen grupo de dominicanos sus vivencias y pareceres.
Los pilares de esta filosofĂa se resumen en el “bien ser, el bien hacer, el bien estar y el bien tener”.
En particular quiero ponderar el “bien ser”, el cual tiene como caracterĂsticas el ser honestos, ser puntuales, ser corteses, ser responsables, entre otros.
El “bien hacer”, por su parte, tiene como principal mandato que todo lo que hagas, hazlo bien. Hacer las cosas bien hechas, cualquier cosa que sea, es la mejor manera de hacerlas.
Es la Ăşnica garantĂa de disciplinarse y, objetivamente, de obtener buenos resultados. Sin pecar en ser perfeccionistas, la cultura de “hacer todo lo que hagamos bien hecho” es la mejor satisfacciĂłn y autosatisfacciĂłn que podrá tener un ser humano siempre, y la garantĂa de poder cumplir bien sus compromisos y responsabilidades.
El “bien estar”, por su parte se relaciona al estado fĂsico, mental y psicolĂłgico del ser humano, que se relaciona y depende del “bien hacer “.
Finalmente el “bien tener” está vinculado a lograr las cosas correctamente sin incurrir en la ilegalidad, la corrupciĂłn o el crimen.
Seguir de cerca, aplicar en nuestra cotidianidad estos principios, en las cosas simples y en las complejas, es una gran oportunidad para guiarnos por valores sencillos que potenciarĂan la calidad y la intensidad con que vivimos
Por ejemplo, en cuanto a la honestidad, Kasuga, explica que el principio fundamental en el JapĂłn es el respeto: porque “si no es tuyo deber ser de alguien”. Vivir bajo ese principio, ha permitido desde el hogar, crear la cultura del respeto por lo ajeno y disminuir los vicios sociales como la delincuencia y la corrupciĂłn.
Sobre este tema, Kasuga cuenta siempre una anécdota de cómo él reclutó a los que hoy son ejecutivos de sus empresas.
DecĂa, que cuando estudiaba en la universidad se paraba en una esquina a comprar el periĂłdico, siempre con una papeleta de 100 pesos cuando el periĂłdico sĂłlo costaba algunos centavos.
Acostumbraba a dejarles la papeleta a los vendedores para que buscaran el cambio y se lo devolviesen a la noche. Muchos no devolvĂan el dinero, pero aquellos que sĂ, se ganaron su confianza y hoy son sus ejecutivos.
Entre otras cosas recomienda a siempre predicar con el ejemplo. No exigirles a los demás lo que no debes cumplir. Por ejemplo, los ejecutivos de las empresas regularmente exigen a los trabajadores un régimen de puntualidad que ellos no cumplen.
Nos enseña que la limpieza, por ejemplo, no es una actividad de encargados, de seres humanos de tercera clase, o un castigo durante el recreo para los estudiantes que se portan mal como nos han enseñado en las escuelas primarias, si no, una obligaciĂłn de todos y un valor para mantener el paĂs. Por eso la limpieza en JapĂłn se convierte en una cultura de salud y bienestar
Plantea tambiĂ©n, con bastante razĂłn y sabidurĂa, que la diferencia entre ordinario y extraordinario, o sea entre lo terriblemente regular e insĂpido y lo grandioso y valioso, es simplemente lo “extra”, o sea la capacidad que tenemos nosotros por dar más de nosotros mismos, por esforzarnos y sacrificarnos. SegĂşn Kasuga, el triunfador en esta vida, tarde o temprano siempre será el que da y no el que pide.
Por eso plantea vivir la vida intensamente. Para mostrarnos la forma utiliza una parábola, planteando que nuestros padres, en el momento de nuestro nacimiento, nos abrieron una cuenta, pero no de efectivo: si no de horas. Cada uno de nosotros decide si estas horas se gastan o se invierten. Si las gastamos en diversiones y tiempo perdido o las invertimos en educación, lectura, deporte, etc.
Problemas de Latinoamérica
Kasuga, con el peso de los años ha llegado a identificar y enlistar en LatinoamĂ©rica un conjunto de problemáticas que nos impiden avanzar. La primera de ellas es la falta de soberanĂa alimentaria, sin soberanĂa alimentaria, no hay soberanĂa polĂtica y por tanto nuestros paĂses se vuelven mendigos.
El segundo problema que destaca es el problema de la educaciĂłn (vinculada tambiĂ©n a que le pagan mal a los maestros). SegĂşn Kasuga, el funcionario mejor pagado en JapĂłn, es el maestro de escuela. Porque “si le pagamos salarios mĂnimos a los maestros, formaran niños y jĂłvenes que serán hombres de salarios mĂnimos”.
Plantea además que en Latinoamérica procuramos solamente por la educación del conocimiento y por las calificaciones, pero lo que nos hace falta es una educación formativa, es decir una educación de valores.
Otro tema que abordó es el tema de la confianza, la remuneración y la seguridad laboral, comparándolo con los animales, que cuanto se sienten inseguros se ponen agresivos. La desconfianza, la baja remuneración y la inseguridad provocan inseguridad e insatisfacción entre los trabajadores, y por lo tanto resultados deficientes en el trabajo.
Por eso plantea, que además de la remuneraciĂłn normal, hay que ofrecerles a los trabajadores un “sueldo moral” o sea un reconocimiento social, laboral espiritual, que gratifique al ser humano.
Kasuga siempre termina sus intervenciones con una anĂ©cdota muy emotiva. Cuenta que " HabĂa un bosque en el que vivĂan muchos animalitos. De repente este bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir. SĂłlo hay un gorrioncito que va al rĂo, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el incendio.
Va al rĂo moja a sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y una o dos gotitas de agua deja caer, tratando de apagar el incendio.
Repite esta acciĂłn varias veces, una y otra vez. Pasa un elefante y le grita al gorrioncito: ¡No seas tonto! ¡Huye como todos! No ves que te vas a quemar.
El gorriĂłn se voltea y le dice ¡No! Este bosque me ha dado todo, familia, felicidad, me ha dado todo y le tengo tanta lealtad que no importa que muera pero yo voy a tratar de salvar este bosque.
Va al rĂo sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua.
Antes esta actitud los dioses se compadecen de él y dejan caer una gran tormenta y el incendio se apaga. Y este bosque vuelve a reverdecer y a florecer y todos los animalitos regresan y vuelven a ser felices, más felices de lo que eran".
SegĂşn Kasuga, este bosque es LatinoamĂ©rica que a la vez se encuentra en un gran incendio, en una gran crisis, polĂtica, social, econĂłmica y moral, pero por eso todos debemos dejar caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo, todos los dĂas, con esto se apagará nuestro incendio y “Dios nos bendecirá."
¿Estaremos dispuestos/as?
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