Hace poco escribíamos siete cosas que pretendemos para el país que deseamos:
- Un hombre de pueblo que piense y actúe con el pueblo no para el pueblo.
- Recuperación del aparato productivo nacional.
- Educación para todos y todas.
- Comida para el pueblo.
- Organizar el pueblo.
- Recuperación del medio ambiente.
- Viviendas de interés social.
Durante este tiempo estaremos desarrollando esos siete aspectos de vital importancia. Hoy comenzamos con el primero: “Un hombre de pueblo que piense y actúe con el pueblo”.
El pueblo tiene nombre y apellidos y está presente en todos los momentos y en el quehacer cotidiano. Oír el pueblo es oír la voz de Dios.
Por eso es que todo político debe desarrollar la capacidad de poner su oído en el corazón del pueblo, pues el pueblo es soberano.
Para que haya un pueblo es necesario que haya una conciencia colectiva que caiga en la cuenta de los problemas, conflictos y opresiones, una organización en torno a unos intereses y a unas luchas concretas, un proyecto histórico que motive a la conciencia y a la organización, la movilización y la conquista de cuotas de poder o conquista del poder que lleve a establecer unas relaciones diferentes a todos los niveles.
La idea es ¿cómo se trabaja junto con el pueblo? ¿Cómo se encausa una política de carácter democrático y popular? ¿Cómo lograr que los excluidos de la participación social recuperen su espacio? ¿Cómo lograr hoy un nosotros social?
Identificarse con el pueblo supone asumir la causa y la lucha del pueblo. La causa del pueblo es la vida, los medios de vida, la justicia eternamente negada, la escuela, la educación siempre insuficiente; el pueblo quiere cambiar, quiere una sociedad más humana en la que pueda vivir con dignidad, donde no se le dé nada, sino que pueda trabajar con honradez junto a los demás.
Esa identificación con el pueblo, incluso, debe manifestarse en la manera de vestir y de hablar, en el estilo de vivienda y en el uso de la imaginación para expresarse.
¿Qué es lo que tiene que hacer un buen político, un buen presidente?, captar los problemas fundamentales del pueblo, formularlos con claridad, darse a entender, hablar el mismo lenguaje de la gente, devolver al pueblo en un lenguaje comprensivo lo que representan sus ansias y sus búsquedas, favorecer la unión del pueblo a partir del pueblo y no solo a partir de los líderes.
El pueblo no es pobre, sino que se le han empobrecido, es decir. Su pobreza no es algo natural ni fatal, tampoco es una pobreza inocente, sino que es ocasionada por la opresión de los de arriba que han reprimido sus potencialidades. Por eso la cuestión no es ejercer el poder para el pueblo, sino junto con el pueblo.
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