Estamos rodeados de material pornográfico: televisión, internet, cine, música, revistas, periódicos, publicidad, artes.
La finalidad básica de la pornografía es producir excitación erótico- sexual.
En ocasiones el adolescente empieza por curiosidad a mirar imágenes y a leer información con contenido sexual, las cuales son captadas de forma diferente que si fuera un adulto.
El adolescente todavía no tiene la madurez emocional necesaria para digerir este material adecuadamente, se entusiasma y busca más.
Este material los confunde, les despierta el interés por lo desconocido y al no poder procesarlo pueden caer en prácticas que podrían marcarlos de por vida. Crean hábitos sexuales inadecuados y un mundo de fantasías que no pueden manejar.
Esto provoca una distorsión de la realidad, de la expresión de su sexualidad y posterior desempeño sexual.
La exposición a la pornografía primero seduce y envuelve al adolescente, incluyendo solo la observación y luego la acción.
Puede llegar a la adicción y terminar en obsesión. Podría provocar apetitos sexuales que no pueden ser saciados, lo que provoca el deseo de buscar contenidos cada vez más fuertes y aberrantes.
La pornografía interfiere en las relaciones interpersonales y en el desarrollo moral de las personas. Precisamente, el adolescente está en formación y estas informaciones distorsionadas pueden causarles el impulso para cometer actos insensatos como crímenes, prácticas sexuales violentas, abuso, violaciones sexuales y comportamiento antisocial.
Por lo que es importante proporcionar a los hijos educación sexual adecuada, formación en valores morales, cuidado, afecto, seguridad, confianza, acompañamiento y amor por toneladas.
0 Comentarios