Acerca del Autor
Millizen Uribe
Periodista
Sobre mí
Estudió periodismo en la UASD. Locutora. Activista social. Militó en Juventud Rebelde. Actualmente es miembra fundadora del grupo juvenil Forjando Patria. Miembra del Comité por la Unidad y la Defensa de los Derechos de la Mujer (CUDEM). Miembra del Colectivo Latinoamericano de Jóvenes. De ideología liberal y humanista, aboga por un mundo equitativo a nivel económico, social y político. Fue fundadora del segmento juvenil Voces Nuevas de Uno + Uno, que se transmite los viernes en Teleantillas canal 2. Actualmente cursa una maestría en España.
"No se nace mujer, se deviene en mujer"
Simone de Beauvor
Con cariño para Don Carlos Pimentel, Lourdes Contreras (Lulú), Albania Genao y Mirla Hernández, quienes me han hecho entender cuán profunda y vital es esta lucha.
Parte I: La motivación
Reflexionar sobre género y feminismo siempre ha sido una de mis pasiones. Cuando lo hago, me siento con la sensibilidad y la capacidad de ser empática con una situación ante la cual muchas personas se ciegan y, por ende, se cierran.
Durante varios años, tanto en la desaparecida "Clave Digital" como en la revista "Aportes" publiqué artículos especializados sobre género, además de departir algunas conferencias en el espacio que el Centro de Documentación y Comunicación del Caribe (CEDOC) tenía en la librería Thesaurus.
Hoy, mi pluma digital vuelve a estar al servicio de esta causa debido a una observación que me ha llegado porque en un artículo usaba "dominicanos y dominicanas". El comentario lo hizo una dama (eso fue lo que más me chocó) y decía así: "Mi única crítica es el mal usado gentilicio de dominicanos y dominicanas. Los que vivimos aquí, somos todos dominicanos. Recuerda que esos términos trasnochados fueron inventos de un movimiento feminista ya fracasado".
Leer esto, además de intranquilizarme, me reiteró la necesidad de seguir reflexionando acerca del género, el feminismo y de algunas barbaridades. ¡Empecemos pues!
Parte II: Los apuntes
Es necesario partir de una aproximación epistemológica a los conceptos del género y del feminismo. Para hablar del primero, el género, siempre me ha gustado citar a la filósofa francesa Simone de Beauvoir, con su frase: "No se nace mujer, se deviene mujer" porque con la misma explica de manera condensada que el género es una construcción social.
Ciertamente, biológicamente existen, de manera tradicional, los sexos mujer y hombre, que tienen como parámetros los órganos genitales, pero a nivel social está el género, el cual cobra sentido a través de una significación social y cultural que hacemos de lo masculino y lo femenino, atribuyéndole actitudes y roles. Por ejemplo: "La mujer es dulce, es tímida, es maternal, ama el color rosado, cuida la casa y los hijos e hijas". "El hombre es valiente, es fuerte, es protector, ama el color azul, trabaja y cuida a la esposa y a los hijos e hijas".
Para llegar a una conclusión similar, Beauvoir investigó acerca de la situación de las mujeres a lo largo de la historia desde los puntos de vista de la psicología, la historia, la antropología, la biología, la reproducción y las relaciones afectivo-sexuales, y entonces concluyó: "la mujer", o más exactamente lo que entendemos por mujer (coqueta, frívola, caprichosa, sumisa, tierna) es un producto cultural que se ha construido socialmente.
Veamos ahora la categoría feminismo. Para eso vayamos hasta el Renacimiento, de donde data su origen. Aquí aparecen los primeros escritos de mujeres que reivindican la igualdad de educación para las hijas y que se oponen a las injusticias tradicionales de la discriminación en el trabajo. Exigencias que adquieren mayor forma durante la Revolución Francesa, cuando el ambiente de reclamaciones de derechos fue aprovechado por las feministas de la época para exigir reivindicaciones también a nivel de género.
Se destaca aquí la labor de Olympe de Gouges, una escritora y revolucionaria francesa, quien en 1791 publica la Declaración de Derechos de las Mujeres y las Ciudadanas, paralelo femenino de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, en la que defiende la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada, incluyendo el derecho al voto, el acceso al trabajo público, a hablar en público de temas políticos, a participar de la vida política, a poseer y controlar propiedades, e inclusive, a formar parte del ejército, a la igualdad fiscal y de poder en el ámbito familiar y eclesiástico, ente otras.
Más adelante, en el 1792, Mary Wollstonecraft, filósofa y escritora británica, publica su obra La Vindicación, que consiste en un alegato pormenorizado contra la exclusión de las mujeres del campo de bienes y derechos que diseña la teoría política rousseauniana. Argumenta que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que tan sólo pueden parecerlo debido a que no han tenido acceso a la educación apropiada. Sugiere que hombres y mujeres deberían ser tratados como seres racionales e imagina un orden social basado en la razón.
Con estas dos pensadoras podemos ver la esencia del feminismo. Esencia que Abigail Mejía, poetisa y pionera del feminismo dominicano sintetiza en la frase: "Ni por encima de sus cabezas, ni por debajo de sus pies, simplemente al lado". Como verán, no hay nada de amenazante o anti hombre en el pensamiento feminista puro. ¡Todo lo contrario! El feminismo, lejos de ser una teoría en contra del hombre, como dicen sus críticos, se sitúa a favor de la mujer, partiendo de un contexto en que la desigualdad social, política y económica lo ameritaba por demás.
Parte III: La actualidad
Los conceptos de género y feminismo hoy día se encuentran desacreditados. Pienso que este descrédito también ha sido construido socialmente. El feminismo se vende como teoría desfasada y fracasada. A quienes la siguen le llaman "marimacho", agresivas, libertinas, amargadas, jamonas... Pero, ¿Quién hace esta construcción social? Es hecha por una élite que entiende lesivo para sus intereses el que las mujeres asuman su propia identidad y se conviertan en seres conscientes de sus deberes y derechos. Lo evitan porque esto implicaría mayor presión para dirigentes de Estados que a lo largo de la historia han demostrado total incapacidad y desinterés para suplir las necesidades elementales de hombres y mujeres.
Es una construcción hecha por grupos políticos, sociales, económicos e inclusive eclesiásticos, cuyos imperios personales no podrían resistir que el 67 % de la población mundial, que son las mujeres, exija acceso a la salud, educación, alimentación, vivienda, empleos..... En fin una redistribución de las riquezas universales que sólo posee el 10 % de la población mundial.
Pero vale decir, en defensa de esta teoría y en respuesta a sus detractores, que ningún postulado está exento de fanatismo y que siempre el ser humano, portador de una subjetividad inmensurable interpreta a su modo, pero la esencia está ahí.
Igualmente, las feministas avezadas bien saben que la desigualdad de género está determinada en último término por el modo capitalista de producción en la división social en clases. La subordinación de la mujer es vista como una forma de opresión que es mantenida porque sirve a los intereses de la clase dominante, que se beneficia de mujeres sumisas, que, por ejemplo, trabajan mucho y ganan poco.
Por esto, la lucha feminista no es contra los hombres, sino contra todo un sistema social que además de clasista, racista y adulto céntrico es patriarcal. Un sistema que mantiene una opresión a nivel de clase, raza, edad y por supuesto de género. Ante esta opresión el movimiento feminista enarbola propuestas de equidad que redundarán en beneficio, no sólo de las mujeres, que son más de la mitad de la población mundial, sino de la humanidad entera, que sin lugar a dudas, se beneficiará de un mundo más equitativo en todos los sentidos.
Parte IV: Las barbaridades
Que a la fecha de hoy en el país 211 mujeres hayan sido asesinadas producto de una cultura machista es una barbaridad. Que cada día 8,000 mujeres y niñas sean víctimas de la ablación en el mundo. Que las mujeres saudíes sufran tortura, castigos corporales como la flagelación y ejecuciones tras juicios sumarios, sólo por salir solas a la calle, mostrar su pelo, intentar salir del país sin la compañía de un hombre...!Estas son barbaridades!
¿Por qué quienes ostentan el poder político y religioso pierden tiempo preocupados por si una mujer elige compañía femenina y no masculina, si un hombre decide casarse con otro, o en si alguien compra un preservativo o la píldora del días después, cuando en materia de género están sucediendo estas barbaridades?
¿Una lucha desfasada? Estas cifras demuestran que no. Que mientras mujeres pierdan la vida sólo por tener ovarios y no testículos, mientras caigan víctimas de un hombre que se cree superior porque una sociedad le enseñó que "en la casa quien manda es el varón", esta será una lucha necesaria, vital, de vida o muerte.
¿Una lucha fracasada? No. Debemos reconocer que se ha avanzado. La situación de las mujeres hoy día es diferente a la de siglos anteriores. Hoy podemos ejercer algunos derechos, unas más que otras, pero ahí vamos, y esto es fruto del trabajo y la lucha de mujeres feministas y de hombres con consciencia de género, que afortunadamente, los hay.
¿Descontinuada e incompleta? Sí. Pienso que todavía el feminismo no ha llegado a su estadio superior, aún hace falta mucha consciencia de género, así como la erradicación de la feminización de la pobreza. Aquí está el reto de las mujeres y hombres de esta generación, quienes debemos de seguir luchando por la equidad social, política y económica de hombres y mujeres.
Parte V y última: La respuesta
En relación a la observación que motivó este escrito, debo decir que me pronuncio a favor de la inclusión de la mujer en el discurso porque, como comunicadora social, sé la importancia que tienen las palabras. La lengua es expresiva y contenedora de poder económico, político, social y cultural. Si la lengua no fuese importante, ¿Por qué los países conquistadores imponían su lengua a los demás? Esto no es una rabieta de niños y niñas, y mucho menos de un capricho de unas feministas trasnochadas. Es una exigencia de seres humanos que están dispuestos y dispuestas a llevar la lucha por la equidad a todos los estamentos sociales, incluyendo la lengua y el discurso porque entienden que todos y todas debemos estar representados y representadas.
Y es que la lengua es la expresión del proceso cognitivo del lenguaje que deviene, a su vez, de un pensamiento simbólico. De hecho, desde el psicoanálisis, el lenguaje se entiende como el resultad de una relación con el subconsciente, que al mismo tiempo interrelaciona identificaciones simbólica emanadas de la relación de la persona con su contexto, con el mundo. Por eso, cuando se aboga por un lenguaje de género, se busca que en ese proceso cognitivo interior se haga consciencia de la existencia de las mujeres y entonces se representen. Sabemos que esto es algo apenas simbólico, pero no por eso deja de ser importante, más si entendemos que el lenguaje condiciona la creación del pensamiento, y que toda experiencia está mediada por la relación entre el pensamiento y el lenguaje.
Y es que la lengua no son simples grafitos o trazos, con ella se expresan muchas cosas, incluyendo desigualdad o igualdad de género. Ya lo dice Carlos Varela: "Una palabra no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo, igual que el viento esconde el agua, como las flores que esconden lodo".
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