La comprensiĂłn objetiva de la sexualidad ha sido afectada por consideraciones morales, religiosas y filosĂłficas, entre otras, que no permiten valorar el verdadero sentido de la conducta sexual humana, llevando al juicio y crĂtica de nuestros semejantes.
Estas conductas de crĂtica provocan miedos, culpas y dudas con respecto a la conducta sexual de hombres y mujeres indepedientemente de su preferencia sexual, evitando las vivencias de una sexualidad sana y gratificante.
TodavĂa en este siglo, el mayor tabĂș en cuanto a la sexualidad es el placer, principalmente de la mujer. Durante siglos se ha establecido que la mayor cualidad de la mujer es ser madre, por tanto, se ha ligado nuestra actividad sexual a la reproducciĂłn, teniendo como base la ternura, la comprensiĂłn, la emotividad y dejando en un plano muy inferior nuestra capacidad de sentir placer.
El erotismo es un recurso que muchas mujeres no permiten que aflore en ellas, debido principalmente a que la sociedad es quien impone las reglas de quiénes son los destinados a ser eróticos (los hombres) y cuando una mujer decide dar rienda suelta a su erotismo es sometida a juicios.
Otro tabĂș es la edad para disfrutar la intimidad sexual. No existe un lĂmite de edad para enamorarse, asĂ como para el disfrute sexual. Las personas mayores tienen derecho y capacidad de disfrute tanto como el joven.
Rompamos estas cadenas de los mitos y tabĂșes. Hablemos de ellos. Seamos libres en nuestros pensamientos, sentimientos y necesidades.
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