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Uso cotidiano de la aspirina



Por ERNESTO DIAZ ALVAREZ
Recientemente un periódico vespertino dominicano publicó una reseña cuyo título decía: “Una dosis de aspirina por día es más riesgo que remedio”, sustentado en un estudio realizado por científicos de la Universidad de Londres y Publicado en archives of Internal Medicine (archivo de medicina interna).
La difusión de la información de que la aspirina previene  el infarto al miocardio y el derrame cerebral, ha dejado de ser prescripción exclusiva de médico a paciente y se ha convertido en recomendación cotidiana de persona a persona. Así vemos cómo los beneficios del consumo rutinario de la aspirina, muy especialmente de baja dosis, es tema tratado con frecuencia tanto en medios televisivos como prensa escrita de circulación nacional e internacional.
Esta situación ha venido por el uso abusivo e indiscriminado de dicho fármaco, siendo frecuente que frente a cualquier dolor de pecho se ingieran una o más pastillas de aspirina, sin establecer previamente el origen de la dolencia.
La aspirina es utilizada como analgésico, anti-inflamatorio y para reducir la fiebre. A partir de 1980 se puso de manifiesto su capacidad para inhibir la agregación plaquetaria, evitando la formación de coágulos en la sangre.
Su mayor utilidad en cardiología es en los pacientes con historia de enfermedad coronaria y angina estable. Se cree que los efectos benéficos de la aspirina en la prevención del infarto al miocardio se deben a la capacidad para reducir los niveles de la proteína C Reactiva (marcador biológico de inflamación).
Por otra parte, aunque menos conocida, es la realidad de que la toma crónica de aspirina puede incrementar el riesgo de sufrir un sangrado gastrointestinal o un problema hemorrágico cerebral.
Lo importante de todo esto es ¿Valorar el balance beneficio ñ riesgo?
Antes de responder este cuestionamiento hay dos conceptos que deben explicarse: prevención primaria y prevención secundaria. Entiéndase por prevención primaria cuando no existe ninguna enfermedad y por prevención secundaria cuando existe una enfermedad establecida y se trata de modificar su evolución.
En recientes publicaciones científicas médicas y muy especialmente un artículo publicado por la prestigiosa revista The Lancet en noviembre de 2009 (donde se realizó una revisión de  6 estudios clínicos controlados con la participación de 95,000 pacientes de prevención primaria y 16 estudios de prevención secundaria, que incluían otros 17,000 pacientes) se compara el uso prolongado de la aspirina versus un placebo, concluyéndose que, aunque la aspirina redujo la probabilidad de un evento cardiovascular, simultáneamente aumentó significativamente la aparición de sangrado gastrointestinal y extracraneal; por lo tanto el efecto neto no fue significativo.
En cambio, cuando se trata de prevención secundaria la aspirina obtuvo una importante reducción de eventos cardiovasculares, tanto a nivel cardíaco como cerebral, sin aumento significativo de accidentes hemorrágicos. Finalmente se concluye que el uso de la aspirina en prevención primaria (sin enfermedad establecida) no resulta una opción adecuada, ya que aunque disminuye el riesgo de eventos cardiovasculares, aumenta significativamente la probabilidad de padecer una hemorragia.
En conclusión, la aspirina debe ser indicada por su médico, pues no es tan inofensiva como aparenta.

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