Luego de pasado el tan esperado cambio de mando y todavía con movimientos aquí y allá, el pensamiento general es que las sorpresas fueron pocas y las expectativas no superadas.
Los análisis y predicciones, luego de oír el discurso del presidente Danilo Medina, no se han hecho esperar, mas, sin embargo, todavía quiero quedarme en el pedazo de tierra de los que tenemos la esperanza de ser “sorprendidos”.
Confieso que no esperaba grandes cambios en el tren gubernamental... y es que el PLD sigue siendo el mismo, aunque cambie de cabeza.
Lo que sí espero es que la dirección asuma un rol más determinante y menos permisivo. No hay porqué tolerar la ineficiencia, más aún si perjudicará el trabajo que se quiere realizar y la imagen que el nuevo Presidente quiere dar.
En campaña se vendió como el verdadero cambio, el hombre que quiere “continuar con lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho” (el ideal de todos los que queremos un mejor país).
Pero ahora él tiene la responsabilidad de hacer realidad sus promesas, si no quiere entrar en el cajón de “más de lo mismo”.
Danilo no podrá esgrimir la excusa de que no sabía, pues ha tenido experiencia en las “intríngulis” del poder, así que espero que no se pase sus cuatro años echándole la culpa a su antecesor, como lo hizo Hipólito Mejía y en su tiempo Leonel Fernández.
Entiendo que él sabe el país que luchó por dirigir.
Su compromiso es “hacer manos a la obra” y sorprender a todos los que nos ha abandonado la esperanza de “una verdadera clase política comprometida con el bienestar de los dominicanos”.
Sin aires pesimistas y sin apasionamientos partidistas, confieso que “yo y muchos más queremos ser sorprendidos”.
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