De Merangala
Dominguito Saint Hilaire dice haber quedado sorprendido al ver a una muchacha repartiendo volantes en forma de dólar, en la puerta de la Universidad Utesa, en Santiago, donde se invita a las universitarias a enrolarse en trabajos de prostitución cibernética.
En las papeletas se les promete ganancias de 75 mil pesos mensuales.
O sea, que practicando el sexo cibernético ganarían más que cualquier funcionario.
Eso es algo para abrirle los ojos a las muchachas, porque a todas luces advierte que se trata de una suma exagerada.
Pero, metiendo la cuchara y buscando la quinta pata al gato, no es de extrañar que las chicas que se quieran reclutar sean universitarias, sobre todo de Utesa y en Santiago, que es una cuna de mujeres hermosas.
El asunto está mal y es bochornoso, pero no podemos tratar de engañarnos ni de tapar el sol con un dedo.
Hay mujeres de Santiago se mueven los fines de semana a la capital, y al Este del país a hacer "negocio".
Durante la semana son estudiantes universitarias o secretarias de algunas oficinas, y cogen su "weekend" bien "light" ejerciendo como prostitutas en ciertas casas que las acojen y manejan, haciendo ofertas a turistas, a empresarios y gente de dinero.
Tienen la ventaja de que como se salen de su región, allí pocos se dan cuenta en que están los fines de semana.
Aunque hay algunas que se han llevado tremendos sustos, porque hay hombres de Santiago que han venido a la capital en busca de diversión, y se han encontrado con chicas compueblanas que creían hijas de "papi y mami" muy serias, muchachas "de su casa", como dicen.
Lo del sexo cibernético es una patraña. No es verdad que solo es para practicas virtuales. Lo del internet lo usan para mostrar "la mercancia", y luego vienen las visitas formales con los "deliverys" en un taxi a domicilio, a hoteles y moteles. Ya no son chicas "beepers", ni "call girls"...son "scorts", vaya usted a ver.
Eso era antes que se podía creer en el merengue aquel que dice: "Cuántas muchachitas, que parecen flores, pero todavía no saben de amores".
Las muchachitas de ahora "rifan" a cualquiera, con el agravange de que no hay seguridad de que entreguen el premio.
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