Por Rosa Escribano
Investigaciones
científicas apuntan a que el ser humano está capacitado para utilizar fuerza
psíquica para manipular elementos físicos.
Cuadros que se caen. Ventanas que se
cierran. Utensilios que se rompen.
La idea de mover o manipular objetos
utilizando el poder de la mente ha servido de inspiración para numerosas
historias de ficción.
Precisamente, el jueves de esta
semana estrenará en Puerto Rico la película Carrie, una nueva versión fílmica
de la novela del escritor Stephen King. Se trata de una historia de horror
sobre una joven con habilidades telequinéticas que, víctima de burlas y acoso,
termina usando su don psíquico para vengarse.
Pero más allá de esta trama de
terror, una vez más surge el debate sobre la habilidad para mover elementos
físicos usando una fuerza psíquica o mental. A esto se le conoce como
telequinesia o psicoquinesia. ¿Se trata de una posibilidad real? ¿O es solo una
fantasía del ser humano?
Datos científicos apuntan a que sí es
posible. “En el campo de la parapsicología, la telequinesia es uno de los
fenómenos mejor validados”, expone el psiquiatra Douglas J. Romero. “La
evidencia estadística de la existencia de la psicoquinesia está mejor validada
que la efectividad de muchos de los medicamentos que usamos a diario”, compara.
Sin embargo, “en la mayoría de los experimentos, el tamaño del efecto es
pequeño”, lo que “quiere decir que aunque el fenómeno es real, las personas no
están levantando piedras con el poder de su mente”.
De hecho, el doctor menciona que “en
el libro The PK Zone la doctora Pamela Rae Heath tiene una excelente
disertación sobre el fenómeno de psicoquinesia en sus diversas manifestaciones
y la evidencia científica que la valida”.
Investigaciones revelan que a través
de la telequinesia “se han afectado objetos desde experimentos de física,
máquinas de tirar monedas (tanto físicas como electrónicas) hasta distintas
técnicas de sanación”. Incluso, “varios gobiernos han experimentado con
asesinatos psíquicos, aunque los detalles son clasificados por razones obvias”.
Pero uno de los ejemplos más clásicos “es el doblar utensilios de metal,
popularizado por el Uri Geller”. A esto cabe añadir que el “análisis del metal
de los utensilios doblados ha demostrado que la estructura del metal cambia”.
Por otro lado, el psicólogo clínico
Jesús Soto Espinosa explica que la telequinesia “es real, no es ficción”, y
hace referencia a Daniel Dunglas Home, un médium británico del siglo 19 famoso
por tener poderes telequinéticos y de levitación (elevarse). “Él podía mover
objetos y hasta levantar un piano. Delante de los científicos que lo
observaban, cuando se elevaba hasta el techo, escribía en el techo como
evidencia de su levitación”.
Ahora bien, no es una capacidad
común, aclara Soto Espinosa, quien ha colaborado a nivel internacional en
investigaciones científicas en el área de la espiritualidad. “Donde más se ve
es en circunstancias donde media la ansiedad, el estrés, una situación de
emergencia”. Incluso, “en niños se ve cuando las circunstancias que rodean al
niño son de mucho disturbio emocional, se ve que se rompen objetos en la casa,
sin explicación, notas que la electricidad fluctúa, que piedras le dan al techo
de la casa”.
El doctor especifica que si bien la
telequinesia es una facultad psíquica que implica que por efecto del
pensamiento podemos afectar a un objeto, también se refiere a la transmisión de
energía hacia otra persona, como el caso de quienes tienen la facultad de sanar
a nivel energético, por ejemplo.
De otra parte, el psicólogo aclara
que “la ciencia no tiene una posición formal al respecto porque no hay
suficiente investigación sobre el tema”. Entre los factores que contribuyen a
esta realidad se incluye “que la mayoría de las personas no quieren hablar de
su experiencia, lo dejan a nivel anecdótico”. Además, el fenómeno de la
telequinesia, en su mayoría, “se da a nivel inconsciente”, de modo espontáneo,
lo que dificulta la posibilidad de estudiarlas en un laboratorio científico.
En cuanto a nuestra capacidad para
desarrollar esta capacidad, el psicólogo, quien está afiliado con el instituto
investigativo Rhine Research Center de la Universidad de Duke,
expone que “nosotros somos entes espirituales, y la definición de espíritu es
energía”. En este sentido, puesto que “nuestra energía responde a nuestra
voluntad, el que tiene control puede dirigir la atención, como hacen muchos
médiums, que dirigen la energía para sanar”. Pero “no es común tener conciencia
sobre la energía porque nuestra cultura no promueve el estudio del conocimiento
psíquico y espiritual del ser humano”.
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