Durante una conferencia en los Institutos
Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. sobre "Las diferentes respuestas de
recompensa a los edulcorantes artificiales frente a la glucosa", el
profesor de Psiquiatría en la Universidad Yale dijo que la lengua quizá no
distinga entre edulcorantes y azúcar, pero el cerebro sí conoce la diferencia.
El consumo de bebidas con alto contenido de
calorías contribuye de manera importante al exceso de peso y la obesidad que
han alcanzado en Estados Unidos proporción de epidemia, aún después de la
introducción en el mercado, décadas atrás, de los edulcorantes artificiales.
Según un estudio publicado por NIH, el consumo de
bebidas gaseosas dulces en todo el mundo subió de 36 litros por persona por año
en 1997 a 43 litros en 2010.
Un aumento del 1% en el consumo de estas bebidas se
vinculó con 4,8 adultos con exceso de peso adicionales por cada cien, 2,3
adultos obesos más por cada cien y otros 0,3 adultos con diabetes por cada
cien.
En el estudio realizado en Yale con ratones los
investigadores observaron una señal particular en el cerebro que es necesaria
para determinar la selección entre azúcares y edulcorantes.
Esta señal modula los niveles de dopamina, un
neurotransmisor químico que forma parte del sistema de recompensa en el
cerebro, y ocurre solamente cuando el organismo metaboliza el azúcar en una
forma que las células puedan usar como combustible.
En el laboratorio los científicos sometieron a los
ratones a pruebas de comportamiento en las cuales usaron diferentes
edulcorantes y azúcares y observaron las respuestas químicas en sus cerebros
con la señal de recompensa.
Cuando los científicos aplicaron sustancias que
interfieren con un paso crítico en la conversión de azúcar en energía, el
interés de los ratones por los edulcorantes artificiales disminuyó
significativamente y con él bajaron los niveles de dopamina en el cerebro.
Al darle a los ratones hambrientos, es decir con
bajo nivel de azúcar en la sangre, la opción entre los edulcorantes
artificiales y el azúcar, se mostraron mucho más interesados en el azúcar aún
si el edulcorante artificial era más dulce que la solución azucarada.
De Araujo y sus colaboradores creen que es probable
que se encuentren las mismas diferencias en los humanos.
"Específicamente esto implica que los humanos
que, con frecuencia, ingieren productos dulces con bajo contenido de calorías
cuando tienen hambre o están cansados, son más propensos a 'recaer' y elegirán
alternativas con alto contenido de calorías en el futuro", señaló De
Araujo.
Como resultado de esos estudios, añadió el
investigador oriundo de Sao Paulo y graduado de la Universidad de Brasilia, una
solución a mitad de camino sería la combinación de edulcorantes artificiales
con cantidades mínimas de azúcar de forma que el metabolismo de la energía no
disminuya al tiempo que se mantiene baja la ingesta de calorías.
0 Comentarios