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Coco: la nueva fruta milagrosa


Por El País / GDA 
Gracias al furor por los súper alimentos, estamos descubriendo (o mejor dicho, redescubriendo) los beneficiosos poderes de lo que metemos en nuestra cesta de la compra de manera habitual (o no tanto). Uno de los últimos alimentos en sumarse a la lista de los elegidos es el coco. Y parece que, como del cerdo, de este fruto se aprovecha casi todo. Especialmente su agua, su aceite y el azúcar de la palma.

El agua
El agua de coco causa furor en Estados Unidos (según la consultora Mintel, los lanzamientos al mercado se multiplicaron por cinco entre 2008 y 2012); proviene de la fruta verde aún sin madurar y es el líquido manjar con el que ahora deportistas y amantes de las aguas enriquecidas (además de los náufragos de las películas) calman su sed. Su riqueza en electrolitos podría explicar este éxito. “Tiene más similitud al Aquarius que al agua. De hecho, para evitar confusiones y no invitar a su consumo como producto incoloro, inodoro, insípido y acalórico –algo que en realidad no es–, deberíamos llamarla Aquarius de coco”, puntualiza el doctor Escobar, nutricionista y autor del libro ¿Por qué comemos? Dieta mediterránea personalizada.
Según valores publicados por el servicio de investigación agrícola del United States Department of Agriculture (USDA, sus siglas en inglés) contiene pequeñas cantidades de minerales como el sodio y el potasio, que trabajan conjuntamente para mantener el nivel hídrico del organismo, el PH, la presión sanguínea y la transmisión de impulsos electroquímicos, evitando, entre otras cosas, los calambres. También aporta calcio, que interviene en la coagulación sanguínea, la contracción muscular, la función nerviosa y el crecimiento celular; magnesio, que permite la transmisión neuromuscular; y fósforo, que está implicado en la formación del esqueleto y de compuestos energéticos.
Sus fans (principalmente actrices y demás personajes que viven de su imagen, y sus seguidores) lo son por su calidad de ligera y sabrosa: “Es lo que prima en el éxito de cualquier producto en Estados Unidos…”, asegura el doctor Escobar. Es casi todo H2O (95 %), no tiene apenas grasa, está libre de colesterol y es baja en azúcar, aunque no está exenta por lo que aporta calorías (unas 19 por cada 100 gramos, menos que los jugos de frutas que rondan las 64). También contiene una pequeña cantidad de proteínas y fibra y no muchas vitaminas (2.4 gramos de ácido ascórbico o vitamina C por cada 100 gramos). Comparando contenidos nutricionales en las tablas que publica el USDA, no es muy diferente de un agua mineral con unas gotas de jugo de limón y una pizca de azúcar y sal.
El aceite
El aceite que se extrae de la fruta madura también está teniendo su momento de gloria. Sus virtudes antibacterianas y antivíricas aseguran acabar con la gripe o la hepatitis y, quizá, hasta el Alzheimer, según un estudio publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease basado en resultados de laboratorio. El doctor Escobar advierte: “El ácido láurico que la dota de propiedades beneficiosas para la salud, le proporciona también alta potencia y densidad energética”, tan perjudicial para nuestra salud si no la gastamos mediante el ejercicio físico. “Es 100 % grasa, igual que nuestro aceite de oliva, pero con la diferencia que el nuestro se compone de ácidos grasos monoinsaturados, que tienen una función protectora, y el de coco contiene ácidos grasos saturados en un 90 %, que aumentan el riesgo de infarto y son más difíciles de digerir”, explica Escobar.
La polémica está servida. Desde la División de Ciencias Nutricionales de la Universidad de Cornell, apoyan la teoría de que su mala fama proviene de que las investigaciones que implicaban este producto y por las que fue condenado durante años, utilizaban grasa parcialmente hidrogenada, proceso que provoca grasas trans –que trata de combatir la FDA (la agencia que regula los medicamentos y alimentos en EE. UU.) por elevar el colesterol malo y los triglicéridos– y destruye los ácidos grasos esenciales, los antioxidantes y otros componentes positivos que contiene la grasa virgen.
Su exponencial crecimiento puede deberse en parte a la comunidad vegana que ha descubierto en este ingrediente el sustituto ideal a la mantequilla en la cocina, explica Mintel en su informe. Y su uso cosmético también tiene bastante que ver: suaviza y nutre el pelo y le aporta proteínas, hidrata la piel y trata infecciones dérmicasgracias a sus propiedades antifúngicas.
El azúcar
Últimamente, el azúcar de la palma del coco también está captando la atención de los nutricionistas por su bajo índice glicérido –capacidad de un glúcido de provocar la secreción de insulina que, cuanto mayor sea, aumenta el riesgo de incrementar de peso corporal–, según leemos en Mintel. Es natural, no refinado, libre de blanqueantes químicos y no tiene conservantes. Según la consultora se está posicionando como un producto gourmet.

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