La mente tiene que ser libre. No obsesionarse con el
problema y dejar vagar el pensamiento, a veces tiene su recompensa. De este
modo nos permitimos encontrar la solución de forma sencilla. Es como si la
mente trabajase por su cuenta para ocuparse del asunto que nos concierne.
Variedad
y estímulo
La
actividad mental funciona mejor si obtiene variedad y estímulo. Las novedades
le van muy bien porque le permiten especializarse. Si siempre tenemos el mismo
comportamiento rutinario, el cerebro se acostumbra a ofrecer los mismos
resultados. Está demostrado que la actividad cerebral se incrementa con las nuevas tareas.
Para ello, podemos probar a cambiar la ubicación de nuestras cosas en los
cajones, o tratar de recordar nuestras listas sin tener que apuntarlas.
Ampliar la vida social
Una
vida social activa y rica en relaciones activa el cerebro. Se ha demostrado por ejemplo, que en las
personas que viven rodeadas de más gente, la capacidad cerebral se deteriora de
forma mucho más lenta. Hay que buscar actividades compartidas que nos permitan
conocer gente nueva y ampliar nuestro círculo social.
Alternativas a la rutina
Una
buena forma de estimular la mente es presentarle retos en situaciones
rutinarias. Se puede prescindir de encender las luces cuando llegamos a casa
por la noche, con el fin de guiarnos por otras referencias, como el oído o el
tacto. Otra opción sería pedir a un amigo que nos acompañe a dar un paseo por
el bosque con los ojos cerrados. Es sorprendente la cantidad de sonidos que nos
pasan desapercibidos en la vida cotidiana. Potenciar la memoria espacial es
un ejercicio óptimo para el estímulo mental.
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