REDACCIÓN INTERNACIONAL.- Liberar tensión y refrescar el aliento son algunas de
las razones que nos llevan a masticar chicle. No es una costumbre que en
nuestro país tenga una gran aceptación social.
A nadie se le ocurriría
presentarse en una entrevista de trabajo con un chicle en la boca y, en el
colegio, los profesores nos invitaban amablemente a tirarlo a la basura.
Normas de educación aparte,
tomar chicle tiene sus beneficios y sus inconvenientes para nuestra salud
bucal. Entre los aspectos positivos, destaca su capacidad estimulante de la
producción de saliva. «La saliva consigue neutralizar la acidez que se produce
sobre la superficie de los dientes como consecuencia de la producción de ácidos
por el metabolismos bacteriano», apunta el doctor Elías Casals, odontólogo y
miembro de la
Sociedad Española de Periodoncia (Sepa).
El experto recomienda
utilizar chicles sin azúcar. «Básicamente para evitar el consumo de azúcar y no
tanto por las teóricas acciones de algunos edulcorantes», matiza. En este
sentido, señala que aunque durante mucho tiempo se ha hablado del efecto
preventivo del xylitol, «su evidencia es muy baja y solo con un uso muy
frecuente (5 veces al día) y con un contenido de 1 gramo por chicle».
Masticar chicle también
produce una «acción de barrido» sobre las superficies bucales que ayudan a
controlar la placa bacteriana. «Pero no es tan eficaz como el efecto barrido
del cepillado», advierte el doctor Lorenzo de Arriba, odontólogo y médico
estomatólogo.
Aunque se han valorado como
un arma para controlar la halitosis, el especialista señala que no hay estudios
concluyentes y, en ocasiones, simplemente enmascaran los síntomas.
También se han estudiado como
una ayuda para la relajación de la articulación témporo-mandibular, «pero
utilizado continuamente puede producir el fenónemo contrario, la sobrecarga»,
explica el doctor de Arriba.
Durante los cambios de
presión, por ejemplo en un avión, pueden ayudar a controlar la presión
auditiva, «por el hecho de movilizar la musculatura mandibular que afecta a los
músculos del oído», explica.
Entre los efectos
perjudiciales, el doctor de Arriba apunta al efecto cariogénico de los chicles
con azúcar, especialmente en niños. Y alerta de que un consumo abusivo o
continuado, puede producir «posibles fenómenos de sobrecarga muscular porque se
está haciendo trabajar constantemente una musculatura preparada para hacerlo en
menor grado», concluye.
Fuente: ABC.es
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