Por
BBC Mundo
He conocido a muchas
personas con un verdadero talento para aburrir a los demás, pero Sandi Mann es
una de las pocas en convertirlo en un oficio.
Los voluntarios que visitan
su laboratorio se exponen a la posibilidad de tener que ejecutar tareas nada
emocionantes, como copiar interminables listas de números telefónicos.
La mayoría lo tolera de buen
grado, dice, pero la manera como se acomodan constantemente en el asiento y sus
bostezos regulares demuestran que no lo están disfrutando para nada.
Su agonía es ganancia para la
ciencia, sin embargo: Mann quiere entender el profundo efecto que el
aburrimiento tiene sobre nuestras vidas.
Hasta ahora, es una de las
pocas psicólogas que ha explorado un territorio tan denso. "Es la Cenicienta de la psicología",
dice. Después de todo, admitir que uno está estudiando el aburrimiento podría
ser -¿cómo decirlo?- un poco aburrido. Pero eso está lejos de ser verdad.
Resulta que el aburrimiento
puede ser un estado mental peligroso y perturbador que afecta la salud y hasta
reduce la expectativa de vida en años.
Si eso suena negativo,
escucha esto otro: la investigación de Mann también sugiere que sin el
aburrimiento no podríamos lograr nuestras hazañas creativas.
Morirse de aburrimiento
El aburrimiento es una parte
tan grande de la existencia cotidiana que sorprende saber lo poco que ha sido
estudiado.
Pero quizás sea su
prevalencia lo que explique por qué los científicos se han tardado en explorar
la sensación.
"Cuando estás nadando en
algo, quizás no te des cuenta de cuán importante es", dice John Eastwood,
de la Universidad
York en Canadá, uno de los primeros académicos en interesarse
en la materia.
Una de las ideas equivocadas
más comunes es que "sólo las personas aburridas se aburren".
Cuando Eastwood se propuso
estudiar las razones del aburrimiento, encontró que hay dos tipos
característicos de personalidad que tienden a sufrir de tedio y ninguno de las
dos es particularmente soso.
El aburrimiento con
frecuencia viene de la mano de una actitud naturalmente impulsiva por parte de
quienes están buscando constantemente nuevas experiencias.
Para estas personas, una vida
tranquila simplemente no es una montaña rusa lo suficientemente intensa como
para capturar su atención. "El mundo es crónicamente poco
estimulante", dice Eastwood.
La segunda clase tiene casi
exactamente el problema contrario. Para ellas, el mundo es un lugar temible,
así que se encierran en sí mismas.
"Debido a su alta
sensibilidad al dolor, se retraen", dice el científico. Pero no siempre
están satisfechas con ello, de lo cual resulta un aburrimiento crónico.
Aburrimiento y
autodestrucción
Casi desde el principio,
quedó en claro que cualquiera de estos estados puede empujar a la gente a
hacerse daño. Estudios han vinculado la inclinación al aburrimiento con una
tendencia a fumar, beber demasiado y consumir drogas.
Eso sin hablar de
comportamientos más mundanos pero igualmente poco saludables, como comer para
superar el tedio.
"El aburrimiento es lo
que está impulsado la industria de los dulces y chucherías", dice Mann,
quien trabaja con la
Universidad de Central Lancashire, en Reino Unido.
El efecto general del
aburrimiento en la expectativa de vida también puede ser drástico. Un conocido
estudio en Reino Unido que siguió a funcionarios de mediana edad encontró que
quienes tenían más probabilidades de aburrirse tenían un 30% más de chance de
morir en los siguientes tres años.
Esto es un enigma para los
psicólogos evolutivos. Las emociones deberían evolucionar para nuestro
beneficio, no empujarnos a la autodestrucción.
"El hecho de que el
aburrimiento sea una experiencia cotidiana sugiere que debería servir para
algo", dice Heather Lench, de la Universidad Texas
A&M.
Después de todo, sentimientos
como el miedo pueden ayudarnos a evitar el peligro, mientras que la tristeza
puede ayudar a evitar que cometamos errores en el futuro. ¿Qué consigue el
aburrimiento?
Con base en la evidencia
recopilada hasta ahora, Lench sospecha que el aburrimiento se encuentra detrás
de una de nuestras características más importantes: la curiosidad.
El aburrimiento, dice, evita
que caigamos siempre en lo mismo y nos impulsa a ponernos nuevas metas o a
explorar nuevos territorios o ideas.
En ocasiones, la búsqueda de
una vía de escape puede llevarnos a tomar riesgos que eventualmente nos causan
daño.
Un equipo de investigadores
dejó una vez a un grupo de personas solas en una habitación por 15 minutos con
un botón que les permitía administrarse un choque eléctrico en el tobillo.
Muchos apretaron el botón, al parecer porque era la única forma de romper el
tedio.
Pero la parte positiva es que
también puede incrementar la motivación.
En el caso de los voluntarios
que copian números de teléfono, Mann encontró que su hastío elevó su desempeño
en pruebas de creatividad, como la búsqueda de usos innovadores para objetos de
uso común.
La investigadora sospecha que
el tedio llevó a sus mentes a deambular, lo que lleva a formas de pensar más
asociativas y creativas. "Nos permite dar saltos de imaginación",
dice.
Asumir el tedio
En virtud de sus beneficios,
Mann piensa que no deberíamos temerle al aburrimiento cuando nos ataca.
"Debemos asumirlo",
dice. "En vez de decir 'estoy aburrida' cuando estoy atrapada en el
tráfico, pongo música y dejo que mi mente divague, a sabiendas de que es bueno
para mí".
Eastwood es menos entusiasta
acerca de los beneficios del fastidio; más bien advierte que debemos tener
cuidado cuando buscamos un escape inmediato.
"El sentimiento es tan
negativo que la gente corre a eliminarlo. Necesitamos escuchar la emoción y
preguntarnos qué está tratando de decirnos", señala.
Por ejemplo, buscar una
gratificación inmediata a través del teléfono o la tableta puede ser
contraproducente.
"Vivimos en una sociedad
dominada por la tecnología, en la que estamos demasiado estimulados,
constantemente afectados por las interrupciones. Eso nos pone en una especie de
cinta para correr: nos la pasamos esperando cosas que reaviven nuestra
curiosidad cada vez más fáciles y más rápidas. Pero es posible que esto nos
cause, en realidad, más aburrimiento", dice el especialista.
El especialista sugiere que
quizás sea mejor preguntarse qué nos está ocasionado el problema de fondo.
Su trabajo sugiere que
enseñarle a la gente cómo sentir que sus vidas tienen un propósito y un
significado más grandes tiende a hacer que se sientan menos aburridas, según
constatan pruebas subsecuentes.
Aburrirse puede parecer una
molestia superficial, pero podría ser un síntoma de una crisis existencial más
profunda.
Si te sientes aburrido,
quizás sea un buen momento para revaluar tu vida y tus objetivos… y repensar
qué quieres decir exactamente cuando dices que estás fastidiado
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