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Cuando la tecnologĂ­a atenta contra la intimidad

 (horizontal-x3)Las situaciones de fotos íntimas publicadas en plataformas web pueden afectar a niños y jóvenes por ignorancia

Poner en las manos de los niños un telĂ©fono inteligente es como entregarle la llave del carro más potente del mundo a un joven que reciĂ©n empieza a aprender a guiar. Esa es la analogĂ­a que utiliza Alek Pacheco, agente especial de la Oficina de Seguridad Interna de InmigraciĂłn y Control de Aduanas de Estados Unidos asignado a la Unidad de ExplotaciĂłn Infantil, para hablar sobre las precauciones acerca de la exposiciĂłn de menores a los aparatos  tecnolĂłgicos. 

 Ni el telĂ©fono ni el carro tienen nada de malo, aclara el agente, el problema es que tener acceso a ambos sin la madurez necesaria  puede tener consecuencias que todo padre y madre quiere evitar. Y lo que Pacheco está viendo todos los dĂ­as desde su área de trabajo, que tambiĂ©n maneja los crĂ­menes cibernĂ©ticos, es que niños tan chiquitos como de 7 u 8 años ya tienen telĂ©fonos inteligentes, computadoras portátiles o tabletas sin que los padres entiendan el alcance de estas herramientas o saquen el tiempo de supervisarlos y orientarlos al respecto.
Los recientes casos de mujeres adultas cuyas fotos y vĂ­deos Ă­ntimos han sido compartidos en las redes sociales levantan una vez más la atenciĂłn  a las situaciones que pueden enfrentar  niños y jĂłvenes por ignorancia o pobre criterio,  con todo el daño que esto implica.
“Nosotros recibimos querellas  a diario. Tenemos menores que se sacan fotos y las suben a las redes, que son contactados por adultos con malas intenciones o aplicaciones que detectan fotos pornográficas y las reportan a nosotros. La gente tiene que entender que este es un problema serio”, afirma Pacheco.
La falta de supervisiĂłn es un riesgo real para los menores. ComĂşnmente, ellos usan aplicaciones y redes sociales cuyas contraseñas sus padres  desconocen. Los adultos, afirma Pacheco, tampoco están informados acerca de cĂłmo funcionan las mismas. Sin proponĂ©rselo, abren las puertas de un universo muy complejo que, a menudo, ni siquiera entienden.  
   AĂşn los padres que se sienten preparados porque han instalado controles a los aparatos podrĂ­an sorprenderse de cuán incontrolable es el ciberespacio, pues la tecnologĂ­a es demasiado cambiante y siempre hay una nueva aplicaciĂłn o truco para burlar las medidas de seguridad.
Pacheco pone el ejemplo de Snapshat, una aplicaciĂłn para enviar fotos que desaparecen en entre  3 a 10 segundos. Los usuarios pueden pensar que es seguro enviar cualquier cosa porque la imagen es efĂ­mera pero no consideran que es posible capturarla con un screenshot desde cualquier otro equipo (otro telĂ©fono o tableta). 
“TambiĂ©n hay aplicaciones para  burlar las notificaciones que te avisan si alguna imagen fue capturada. Por eso,  siempre digo, y tenemos enfatizarlo todo el tiempo,  que una vez te tomas una foto  y decides enviársela a alguien  perdiste completamente el control sobre ella”, destaca el agente.
Un agravante a la situación cuando se trata de los menores, es que si en el hogar no hay buena comunicación o la autoestima está frágil, pueden ser presa fácil de quienes ofrecen halagos o atención con el propósito de conseguir su confianza y luego pretender abusar de ellos.
A los padres, Pacheco les recomienda evaluar honestamente cuál es el propósito de la herramienta que entregarán a sus hijos, así como cuán preparados y dispuestos están para supervisar constantemente su uso.
Los adultos tienen que mantenerse más al día que los menores acerca de la tencnología y procurar orientarles acerca de los riesgos y las responsabilidades que conlleva su uso.
“Adultos y menores: no se graben. No  produzcan evidencia de situaciones Ă­ntimas, asĂ­  sea con su  pareja de 150 años. Por más confianza que haya, hay un mundo de posibilidades que pueden hacer que una foto Ă­ntima, privada, llegue al mundo virtual. Y una vez esa imagen toca las redes sociales no la vas a recuperar”, enfatiza.


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