Prefiere un proceso suave,
natural y ecológico
Cuando
Grace Siedel muera, no la van a enterrar en un cementerio. Ni tampoco será
cremada. Y es que ninguna de las opciones habituales la hacen sentirse bien,
dice.
"Si
piensas en la cremación, que te metan en un horno suena fuerte incluso si estás
muerto. Y para enterrarte en una caja antes te llenan de químicos",
explica.
"Siempre
supe que no quería nada así".
Pero
hace poco encontró lo que estaba buscando, un proceso suave, natural y
ecológico con el que su cuerpo se covertiría en compost, material producto de
la descomposición de residuos orgánicos y que se puede utilizar como abono.
Seidel,
una escritora y artista de 55 años que vive en Seattle, Estados Unidos, dice
que la muerte le interesa desde hace años. Y cuando su madre fue trasladada a
una residencia de ancianos ya no pudo escapar de la pregunta de qué es lo que
ocurre con el cuerpo tras la muerte.
Pero
con la idea del compost se encontró recientemente, al leer el libro Smoke Gets
in Your Eyes, de la trabajadora funeraria Caitlin Doughty.
En
su obra, Doughty habla de la iniciativa Urban Death Project, un espacio en la
ciudad para que los cadáveres se conviertan en compost.
Pero
no es solo eso, según sus promotores: "También es un espacio para la
contemplación de nuestro lugar en el mundo natural y un ritual para ayudarnos a
decir adiós a nuestros seres queridos que nos conecta con los ciclos de la
naturaleza".
Nada
más leer sobre aquello, Seidel pensó: "Sí, esto es para mí. Esta podría
ser la manera en la que dejaría este mundo".
Así
que contactó con Katrina Space, la diseñadora detrás del proyecto.
Polvo
eres...
Como
Seidel, Spade empezó a pensar en la muerte con más frecuencia por su familia.
"Tuve
una de esas epifanías que creo que tiene la mayoría de la gente: 'Oh Dios, creo
que algún día moriré'", cuenta.
"Tenía
hijos pequeños y eso, en cierta forma, te hace sentir realmente mortal. Crecen
tan rápido que piensas que el tiempo vuela".
Así
que la diseñadora empezó a empezó a pensar en lo que le gustaría que hicieran
con su cuerpo cuando muriera.
Y
se dio cuenta de que no estaba segura.
No
era religiosa, no tenía ningún vínculo fuerte hacía un ritual cultural
específico, y cuanto más pensaba en la industria funeraria menos ganas le daban
de optar por esa alternativa.
Al
fin se le ocurrió la idea del Urban Death Proyect, un sistema de compostaje que
permite convertir a los cadáveres en abono que más adelante pueden usar los
seres queridos del muerto y la comunidad.
El
proyecto aún es eso, un proyecto.
Sin
embargo, Spade asegura que ya hay gente interesada en él. Así que espera poder
ponerlo en marcha en los próximos años.
...y en
polvo te convertirás
Spade
es uno de los que ha mostrado interés.
Para
ella la clave está en lo de volver a ser parte de la tierra. "Soy
jardinera. Me encanta la jardinería, estar al aire libre, ensuciarme",
dice.
"Así
que el proyecto me pareció una forma suave, calmada, no violenta de volver a la
tierra".
El
proyecto animará a los familiares y amigos del fallecido a coger un poco de
compost para usarlo en su jardín.
Más
allá del nivel conceptual, el Urban Death Project consistiría en una especie de
fábrica y se basaría en las experiencias de algunos ganaderos que han hecho
compost con los cadáveres de sus animales.
La
gente podría resistirse a la idea de utilizar los mecanismos diseñados para los
canales de ganado en seres humanos, pero es un sistema que se entiende bien y
está probado, defiende Spade.
Y
añade que su diseño es algo más refinado.
Exactamente
es un edificio de tres plantas. El piso superior sería una especie de cama de
aserrín y maderas; el lugar en el que se llevaría a cabo la ceremonia de
despedida con el cuerpo presente y donde los amigos y familiares podrían
reunirse.
El
cuerpo no sería tratado con ninguna sustancia química ni embalsamado.
En
la planta intermedia, la más grande del edificio, habría un canal descendente,
una rampa en espiral, en el que se irían colocando los cuerpos.
A
medida que se fueran degradando, irían deslizándose hacia el piso de abajo.
Allí,
en la última planta se haría el cribado y se seleccionaría el compost más rico.
"Este
compost es sagrado, tanto su pasado como su potencial", reza la página web
del proyecto.
Además,
se animaría a los familiares y amigos a tomar un poco de ese "compost
sagrado" para usarlo en sus jardines. Y lo restante se utilizaría en los
parques públicos.
"De
esa forma, los muertos volverían a ser parte de la vida de la ciudad".
"Vivir
para siempre"
Puede
que la idea de su cuerpo descomponiéndose y mezclándose con otros no encaje con
todos.
Pero
Seidel no es uno de ellos: "Nos mezclan con otros humanos y animales toda
la vida. Lo compartimos todo".
Además,
no le preocupa no dejar una tumba o una urna detrás.
"Espero
que la gente me tenga en su memoria por las fotografías, las cosas que dije,
los libros que escribí; no por el montón de ceniza en el que me convertiré,
sino por los buenos recuerdos", señala.
"Al
fin y al cabo, esa es la única manera en la que podemos vivir para
siempre".
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