Proclamada la reforma constitucional que permite al Presidente Danilo
Medina optar por la repostulación para un segundo mandato y definida ya la
oferta electoral de la oposición política, solo el triunfalismo entre su
dirigencia y militancia podría significar en estos momentos un virus letal para
las aspiraciones del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de mantener el
poder más allá del 16 de agosto de 2016.
El lugar privilegiado que le asignan las encuestas, la virtual alianza
con los dos viejos partidos tradicionales, junto a la inexperiencia electoral
del Partido Revolucionario Moderno se interpreta como un factor de excesiva confianza
de los peledeistas en el triunfo, lo que en opinión de analistas podría
conducirle a “dormirse en sus laureles2, descuidando los trabajos para una
efectiva unidad entre sus miembros tras las pugnas surgidas durante el proceso
de reforma constitucional.
Estudiosos del quehacer político local e internacional aseguran que la
percepción proyectada dentro y fuera del PLD sobre la existencia de
triunfadores y derrotados en la entidad morada podría debilitar su cohesión
interna, dejando a sus principales líderes en la obligación de demostrar de
manera fehaciente que la unidad quedó sellada con el acuerdo de 15 puntos
aprobado por su Comité Político para poner fin a la crisis que mantuvo en vilo
al país durante varias semanas.
Se refieren experiencias de las últimas décadas vividas en países
sudamericanos como Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, lo mismo que el reciente
proceso electoral en España, que demuestran las veleidades de la aceptación
popular y cómo organizaciones políticas que lucían invencibles fueron superadas
de manera abrumadora por entidades emergentes.
Trascienden factores como el natural desgaste de los partidos en el
poder y la baja tasa de rechazo de los candidatos que, como es el caso del
opositor Luis Abinader, busca por primera vez la Presidencia de la República en
unos comicios.
Entre los principales síntomas del triunfalismo dentro de un partido
político se enumeran el cree que “se gana como quiera” y que las elecciones
serán sencillamente el protocolo jurídico para legalizar el siguiente mandato
presidencial.
Quienes dentro de un determinado partido político entienden que “se gana
como quiera” fomentan el desprecio a las iniciativas que procuran la unidad
interna, contribuyendo a mantener la percepción de que existen triunfadores y
derrotados, situación que podría ser capitalizada por el adversario de afuera.
Los análisis clínicos del triunfalismo revelan mezquindad y
autosuficiencia, con una evidente devaluación de los aportes de los compañeros
y aliados que se ubican fuera del grupo afectado por el virus triunfalista.
Se observa que el triunfalismo en muchas ocasiones es proyectado e
introyectado pore elementos extraños a la organización, como pseudo
comunicadores y “mercadólogos” que obtienen ganancias inmediatas con mantener
la idea de que se gana “como quiera”.
Un dato que resaltan los analistas es un hecho comprobable de que el PLD
en todas sus vitorias electorales, aún en los momentos de mayores posibilidades
de triunfo como fue la experiencia del 2004, siempre trabajó como si existiera
la posibilidad de la derrota, que ha sido lo que según entendidos, lo ha
convertido en un partido exitoso, que valora a todos sus compañeros, aliados y
simpatizantes al momento de luchar por la victoria.
La historia política dominicana está llena de ejemplos, de cómo el
triunfalismo ha conducido a la derrota de candidatos y partidos que, muy
confiados, se creyeron invencibles. Los analistas hacen la advertencia con el
objetivo de que el virus triunfalista no provoque estragos en el PLD.
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