Por: JUAN BOLIVAR
DÍAZ
El pacto que
salvó la unidad del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) no tiene
precedente en cuanto a reparto del Estado por una cúpula directiva al implicar
no solo la repostulación del presidente Danilo Medina, sino también de los
legisladores, alcaldes y dirigentes partidistas, dejando atrás principios
democráticos y constitucionales.
Aunque desde el
principio se vaticinaba que los peledeístas no se dividirían y predominaría el
poder presidencial, fue sorprendente la forma en que Leonel Fernández fue
humillado y obligado a capitular, al tercer día de haber plantado pelea con un
discurso de confrontación, pero los danilistas lograron derribarlo como se
habían propuesto.
Un dramático
desenlace
Aunque siempre
se esperó que el poder presidencial y el “camino más seguro” de la
repostulación del presidente Danilo Medina predominarían sobre los afanes del
expresidente Leonel Fernández por volver al Gobierno, fue dramático el
desenlace de la confrontación, después que el gran líder de las últimas dos
décadas plantara pelea frontal con su discurso del lunes 25 de mayo,
transmitido por casi toda la televisión y la radio.
Leonel cantó
como un gallo, proclamándose guardián de la Constitución, que a su juicio no
podía reformarse para posibilitar la repostulación y posible reelección de
Medina, sin que la convocatoria fuera aprobada por los dos tercios de las leyes
orgánicas y sin un referendo aprobatorio, para huir como gallina antes que
transcurrieran tres días, forzado hasta por muchos de sus más cercanos
seguidores.
El discurso del
lunes auguraba una prolongación de la confrontación, que no es solo por la
candidatura presidencial, sino también por el liderazgo definitivo entre los
dos peledeístas que han ejercido el poder en ya casi 15 de los últimos 19 años.
Se presentó un Leonel furibundo, en actitud de pelea, denunciando a Danilo como
un hipócrita que no se atreve a decir lo que piensa.
Tras analizar
el proyecto de reforma constitucional ya en manos del Congreso, Leonel lo
calificó de “sumamente peligroso para el porvenir de nuestro pueblo” y que
sería “nefasto y catastrófico”, llegando a advertir la posibilidad de que
abriera las puertas para la reelección indefinida, al extremo de que “Así
tendríamos el Trujillo del siglo XXI, que vendría a cercenar nuestras
libertades, a mutilar nuestra dignidad y a truncar nuestro porvenir como
pueblo”.
El desplome del
león
El radical
discurso de Leonel marcó su abrupto desplome, pues acabó de convencer a la
mayoría peledeísta de que corrían el riesgo de la división y la pérdida de los
privilegios de que han disfrutado con un sistema de reparto y corrupción sin
precedente.
Figuras del
leonelismo fueron clave para la capitulación del líder, algunos con razones muy
convincentes para no correr riesgos, como el senador Félix Bautista, símbolo
perseguido de la corrupción del PLD, a quien se atribuye la iniciativa de la
transacción convenciendo a su jefe político de que no había alternativa.
En la opinión
pública no hubo piedad con los planteamientos de quien se pintó sin ambiciones,
cuando intentaba un cuarto período de Gobierno zarandeado por graves
acusaciones de corrupción, y hasta de financiamiento del narcotráfico, con
obvio rechazo de los poderes fácticos más cómodos ahora con Danilo.
Ya su multitud
de voceríos y escribidores habían dado el salto al danilismo para preservar sus
privilegios, y varios de los principales llegaron a acosarlo. La publicación de
una encuesta Penn/Schoen realizada dos semanas antes disparó al máximo las
alarmas cuando indicó que Luis Abinader, el candidato del Partido
Revolucionario Moderno, ganaría a Leonel en una segunda vuelta en el 2016.
Ya en minoría
en los organismos directivos, sobre todo en el poderoso Comité Político, y en
el Senado, le quedaba una proporción de los diputados que impedían la reforma
constitucional, los que empezaron a ser atraídos por el poder del Estado.
El martes
trascendió entre los legisladores que se ofrecían de 7 a 10 millones de pesos y
respaldo para repostulaciones y financiamiento de campañas.
Leonel quedó
casi solo, refugiado en el extremismo de “Los Vincho”, vencido por el Estado,
por el que ahora reparte los sobrecitos, que en el sistema en que fundó su
liderazgo, es el que predomina.
Los danilistas
se propusieron derribarlo, y lo lograron. Le arrebataron la antorcha al
Leonidas y al Moisés del Siglo XXI, que llegó a compararse con Buda y
Jesucristo.
Desastre institucional
El pacto
implicó la sepultura de los mecanismos democráticos en el principal partido del
país, que mantiene una precaria unidad, con agravios y malquerencias entre los
dos grupos del reparto, lo que determina mutua desconfianza y peligros.
Los líderes no
se juntaron y muy simbólicamente cada grupo lo firmó por separado, uno en el
Palacio Nacional y el otro en la costosa Fundación Global.
Falta precisar
si incluye la composición de las altas cortes en manos de Leonel, de las que
seguirá dependiendo que no le caiga un proceso judicial y que condenen o
absuelvan a sus alcancías Félix Bautista y Víctor Díaz Rúa, pendientes de
decisiones en la Suprema Corte. Pronto se podrá saber si el pacto es también de
impunidad. Que prosiga el aplastamiento de Leonel, en aras del nuevo líder,
debe descartarse hasta que pasen las próximas elecciones, porque implicaría al
presidente, al secretario de Organización y al Tesorero del PLD.
Alguna promesa de garantía de impunidad habrá merecido el papel protagónico del
multimillonario Félix Bautista en el acuerdo.
El costo
económico, democrático e institucional de la reelección apenas comienza y de
inmediato cobrará en los partidos de oposición para obtener la veintena de
votos que faltan para aprobar la reforma constitucional. Se da por hecho que
los lograrán entre los 9 diputados reformistas, ya sus dos senadores la
aprobaron, y entre unos 44 que son la fortaleza de ese extraordinario empresario de la política que es
Miguel Vargas. Se adelanta que, para no vaciarse, dejará en libertad de votar a
sus partidarios, aunque lo único que él reivindica de su pacto personal con
Leonel Fernández para viabilizar la Constitución del 2010, aparte de
representación minoritaria en las altas cortes, es haber reivindicado la
prohibición de la reelección presidencial consecutiva.
Desafío para la
oposición
La colaboración
de los legisladores para una reforma constitucional se puede obtener mediante
el voto positivo y con la ausencia, y en último caso con la abstención. No se
descarta que incluya algunos de los diputados del PRM, como advertencia de que
no son inmunes al poder del Estado, los cuales serían expulsados, según se
ratificó el viernes.
Mientras se
consuma la reforma constitucional, el presidente Medina sigue el patrón del
silencio que caracterizó a Balaguer y a Leonel en coyunturas similares, sin
explicar propósitos ni objetivos, lo que podría afectar su alto nivel de
aprobación tras ratificar lo que siempre se ha hecho desde la presidencia de la
República. Cuenta con la adolescencia democrática nacional, aunque hay quienes
se aferran a los sacudimientos políticos que se vienen produciendo en la
democracia hispanoamericana.
El desafío es
para lo que quede de oposición, particularmente para el PRM y su candidato
Abinader, que han emergido como principal alternativa y plantean una Convergencia
opositora, para el ascendente Guillermo Moreno y el liderazgo de partidos y de
grupos sociales alternativos, que confrontan la corporación que monopoliza el poder.
Un impúdico
reparto
Los peledeístas
pueden, una vez más, celebrar su capacidad para defender su poder, pero esta
vez no solo a costa de quien encarnó sus éxitos y prosperidad colectiva, sino
también sepultando los principios democráticos y constitucionales básicos, la
Ley Electoral y sus propios estatutos, cuando 35 personas deciden y pactan la
repostulación no solo del Presidente (se dice que también de la vicepresidenta
y esposa de Leonel), sino también de los senadores y diputados, y sus
respectivos bufetes directivos, de los alcaldes y directores de los municipios
y distritos municipales de todo el país.
Los actuales
miembros del Comité Central, que ya se autoprolongaron en el 2012 y que el año
próximo debían someterse al escrutinio de sus bases, reciben una nueva prórroga
hasta el 2020, ya que se pactó aplazar el Congreso del PLD para finales de ese
año.
El sanedrín
peledeísta no solo dispuso modificar ahora la Constitución para posibilitar la
repostulación de Danilo Medina, sino que se comprometió a “iniciar
oportunamente” otra reforma para “blindar la Constitución”.
El pacto
sepulta las aspiraciones de miles de peledeístas que ya habían iniciado
campañas buscando las 4,200 candidaturas a disputarse el año próximo, muchos de
los cuales han derrochado millones de pesos.
Por la unidad
partidaria tendrán que resignarse a una promesa o al mantenimiento de cargos
gubernamentales, si no quieren terminar como regidores y vocales municipales,
que son más de dos tercios de los cargos electivos.
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