BRUSELAS.- Algunos automóviles nuevos, entre ellos la Clase A, C y E de Mercedes,
BMW Serie 5 y el Peugeot 308 consumen aproximadamente un 50 % más de
combustible que sus resultados oficiales en laboratorio, según revelan nuevos
datos publicados hoy por el centro de estudios Transport & Environment.
La diferencia entre el comportamiento oficial y el que tienen
muchos modelos automovilísticos en el entorno real “ha aumentado de tal manera
que no puede ser explicada mediante factores conocidos, incluyendo la
manipulación de pruebas”, señala este centro.
Afirma que la diferencia
entre los resultados de las pruebas oficiales de las emisiones de CO2 en
combinación con el consumo de combustible y el rendimiento en un entorno real
ha aumentado hasta el 40 % de media en 2014 desde el 8 % de 2001.
El centro de estudios y
de presión afirma que la diferencia se ha convertido en un “abismo” y que, si
no se toman medidas ésta puede aumentar hasta el 50 % en el horizonte de 2020.
En su informe indica que,
al aprovecharse de lagunas en el procedimiento de las pruebas -incluidas las
diferencias conocidas entre la conducción en carretera y las simulaciones- los
fabricantes de coches pueden emitir hasta un 40 % o 45 % más emisiones de CO2
en carretera de lo que ha sido medido en laboratorios.
No obstante, Transport
& Environment asegura que, de media, la diferencia entre los resultados de
las pruebas y los derivados de la conducción en carretera “es más del 50 % en
algunos modelos”.
De acuerdo con este
centro, coches de Mercedes “tienen una diferencia media (…) del 48 % y sus
nuevos modelos Clase A, C y E registran una diferencia de más del 50 %”.
La BMW Serie 5 y el
Peugeot 308 se sitúan justo por debajo del 50 %, siempre según el estudio de
Transport & Environment, que indica que las “causas de tan grandes
desviaciones tienen que ser aclaradas cuanto antes”.
“Al igual que las pruebas
de contaminación del aire, el sistema europeo de test de coches para medir el
consumo de combustible y las emisiones de CO2 están desacreditadas por
completo”, afirmó el director para vehículos limpios de Transport &
Environment, Greg Archer.
“El escándalo de
Volkswagen solo ha sido la punta del iceberg y lo que hay debajo es el abuso
generalizado por parte de los fabricantes automovilísticos de las pruebas que
permiten a los coches consumir un 50 % más de combustible de lo que se
afirmaba”, agregó el experto.
De acuerdo con el centro
de estudio, las pruebas de laboratorio distorsionadas “suponen para el
conductor medio 450 euros al año en gastos adicionales en combustible en
comparación con lo que indican los materiales de mercadotecnia de los
fabricantes”.
A esto se suma, añade
Transport & Environment, que las casas automovilísticas “siguen intentando
retrasar la introducción de los nuevos test a partir de 2017”, denominado
Procedimiento Armonizado de Prueba de Vehículos Ligeros a nivel mundial, WLTP.
El centro recomienda
completar el WLTP con medidas para solucionar las “graves debilidades” del
sistema europeo de pruebas de coches y establecer una Autoridad Europea de
Homologación para garantizar que los test se efectúan de manera independiente y
consistente y evitar que los fabricantes seleccionen a sus examinadores.
También pide analizar las
emisiones de CO2 en carretera de manera similar a las nuevas pruebas que se
introducen para la contaminación del aire.
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