MADRID.– La leucemia
linfática crónica es la leucemia más común en los países occidentales y afecta
normalmente a personas mayores de 65 años, y aunque hay distintos tratamientos,
los pacientes suelen desarrollar resistencias que comprometen su supervivencia
y permiten la reaparición de la enfermedad.
Ahora, un trabajo liderado por el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y con la participación
de los hospitales Gregorio Marañón y de la Princesa, ambos de Madrid, ha
descubierto las propiedades farmacéuticas del indol-3-carbinol para esta
enfermedad, un compuesto natural presente en las plantas del género Brassica
(brócoli, col, coliflor o coles de Bruselas).
El
estudio, publicado en la revista Clinical Cancer Research, demuestra que,
aunque el organismo tolera bien el indol-3-carbinol, esta sustancia es tóxica
para determinadas células de leucemia.
En
el estudio “in vitro” se han utilizado células de pacientes de leucemia
linfática crónica con distintas fases y pronóstico.
Los
datos demuestran que mediante fármacos se pueden alcanzar concentraciones de
este compuesto que provocan la muerte de las células leucémicas pero no de los
linfocitos normales, “esenciales en el sistema inmunitario”.
Los
autores del trabajo también destacan que el indol-3-carbinol “mejora
notablemente” el efecto de la fludarabina, uno de los compuestos más utilizados
en el tratamiento de este tipo de leucemia, incluso en pacientes con
resistencia a este fármaco.
“Los
resultados nos indican que el indol-3-carbinol potencia la actividad
terapéutica de la fludarabina y de otros fármacos. Por eso, estos tratamientos
combinados podrían utilizarse para combatir la leucemia linfática crónica,
incluso en pacientes que han desarrollado recidivas (reaparición de la
enfermedad) y multirresistencia a los tratamientos habituales”, explica Juan
Manuel Zapata, investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones
Biomédicas “Alberto Sols”.
La
capacidad del indol-3-carbinol para combatir ciertas células tumorales permitió
que hace un año Zapata y Gema Pérez -científica del mismo centro de
investigación- registraran la patente de esta sustancia como nuevo fármaco
efectivo para enfermedades como la leucemia linfática crónica o el linfoma de
Burkitt.
Aunque
por el momento esta tecnología no ha sido licitada por una empresa, su posible
administración por vía oral y la existencia de estudios previos de toxicidad en
humanos, que demuestran su alta tolerancia y baja toxicidad, podrían permitir
una rápida aplicación clínica.
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