POR: AGENCIAS
Investigadores de la Universidad Cornell en EEUU
están desarrollando una ropa que puede cambiar sus propiedades térmicas para
adaptarse al entorno y al cuerpo del usuario, de forma que nunca pase demasiado
frío ni calor. La novedad es la integración de tecnologías textiles avanzadas y
la electrónica usable en un diseño de ropa funcional sin comprometer la
comodidad, ligereza, capacidad de lavado, el aspecto o la seguridad. Al mismo
tiempo se consigue además un importante ahorro energético.
Lo climatólogos intentan determinar cuál es el umbral
térmico en el que la mayoría de personas dice sentirse bien. Sin embargo, en
ocasiones ese valor puede verse alterado por factores psicológicos, lo que
provoca que ante una misma temperatura unos estén acalorados mientras otros tiemblan
de frío. Lo que se conoce como la temida batalla de temperaturas de la oficina.
El resultado es un gasto energético excesivo, que sólo en Estados Unidos
representa el 13 por ciento de la energía consumida, y alrededor del 40 por
ciento del consumo en una casa.
En busca de una solución tecnológica eficiente, un
equipo de la Universidad de Cornell en Nueva York financiado por ARPA-E -el
brazo de investigación del Departamento de Energía de EEUU- está desarrollando
ropa con propiedades térmicas que se adaptan al entorno y al cuerpo del
usuario. El resultado son prendas que mantienen siempre cómodo a quién las
lleva con independencia de la temperatura exterior.
La energía térmica se genera debido al movimiento de
las partículas que constituyen la materia. Ese movimiento y, por tanto, la
transmisión de calor se puede producir de tres formas: a través de la
conducción, en la que los átomos de la materia se pasan energía entre sí; por
convección, cuando se genera a partir del movimiento de los átomos; y por radiación,
cuando dos cuerpos con temperaturas distintas transmiten calor sin que exista
contacto, mediante la emisión de ondas electromagnéticas.
Este último método es el que utilizan los
investigadores del denominado proyecto DELTA para que la ropa aproveche la
circulación de aire y altere la cantidad de calor que se escapa del cuerpo,
consiguiendo así una sensación térmica óptima.
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