Por: DIOSDADO
CONSUEGRA
La medicina, ciencia de las ciencias, involucra a la
historia de la humanidad en una aventura fascinante, puesto que se relaciona
con todo lo que nace, vive y procrea. Es la ciencia de la tecnología espacial,
relativa a la salud, la belleza, el arte y al ideal estético del presente.
De ahí que sea vulnerable, que se preste a su
comercialización. Y a veces, a negar el juramento hipocrático, basado en el
arte de curar sin ningún género de recompensa.
Somos una amenaza de la especie y una reivindicación.
Provocamos las enfermedades para enfrentarnos al reto de combatirlas.
La medicina preventiva no es un logro de hoy. Nos
interesamos más en curar las enfermedades, después de haberlas provocado con
nuestras acciones, que en tratar de evitarlas.
Vivimos en un planeta regido por las normas más
férreas del pragmatismo, donde soñar representa un delirio, donde todo lo que
se relaciona con el enriquecimiento propio, resulta lo de mayor interés.
Las enfermedades provocadas por la industria de los
comestibles, la destrucción del entorno, que provoca la alteración de la cadena
alimenticia, son, entre otras razones, las que sitúan al humano como el peligro
más amenazante y amenazado de la especie.
Hemos logrado grandes avances en la medicina
regenerativa a partir de células madres, en la cirugía robótica, en la
ortopedia, en las máquinas de diagnóstico, en el empleo del rayo láser en
oftalmología.
Tales avances, son exclusivos de los que portan un
plan de seguro millonario. Los pobres están muy ocupados en la búsqueda del
mendrugo de hoy, dónde depositarán el cilindro fecal de mañana y dónde
reposarán la pesadilla del desalojo.
Ya no vivimos en los tiempos de la caverna de piedra,
la hemos sustituido por la caverna espacial, en un intento sobrehumano de
destruir al planeta, para más tarde abandonarlo.
La psiquiatría ortomolecular, la que cura la
esquizofrenia a través de grandes dosis de vitamina en vena, no se ha puesto de
moda. Sin pacientes, sin medicamentos que prescribir, qué sería de los
psiquiatras.
La cirugía robótica a través del empleo del robot
permite al cirujano ver en tercera dimensión. Es más precisa y menos invasiva,
pero a qué costo.
Ahora vivimos más, nos orientan nuestros consejeros,
los mismos que nos venden aire comprimido con el apodo de apartamentos y los
funerales por teléfono.
No nos dicen nuestros consejeros que vivimos más
atados a un pasillo que conduce de la cama al baño y del baño a la cama.
Ya que los estados asumen la paternalidad de sus
súbditos, por qué no exigirles planes de salud gratuitos que no sean
excluyentes de los avances de la medicina actual, planes que incluyan a las
grandes masas de desposeídos que pueblan el planeta.
Ya que Hipócrates no vive entre nosotros, deberíamos
preguntarnos si actuamos con verdadera ética y racionalismo, en los comestibles
que le propiciamos a los pueblos, en el diagnóstico, tratamiento y cura de las
enfermedades, o si somos la mayor amenaza de la especie.
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