Por: JUAN TOMAS
TAVERAS
“A nadie se le puede imponer la educaciĆ³n, ella puede
ser motivada, mĆ”s es por voluntad propia que se logra obtenerla.”
La sociedad dominicana se caracteriza por la violaciĆ³n
a las normas o por incumplimiento a ellas, tambiƩn es cierto que desde la
sociedad misma se podrƔn producir los cambios para comenzar a respetarlas, a
travĆ©s de la creaciĆ³n de conciencia. Solo con educaciĆ³n se cambia, se
condiciona o se adquiere una nueva cultura. Los dominicanos ya hemos vivido la experiencia
de una ocupaciĆ³n haitiana de 22 aƱos, la cual no pudo cambiar la cultura de
nuestra sociedad, tal como ha pasado en otras sociedades, como es el caso de la
India con los ingleses, en algunos paĆses de Ćfrica con los franceses, belgas e
ingleses y en la actualidad en AfganistƔn e Irak con los norteamericanos.
Conociendo esto, no debemos aspirar a que nuestra
sociedad se ordene a travƩs de la fuerza, ejemplos hay de mƔs que demuestran
que los pueblos se cambian a sĆ mismos. Y no es que el control y la disciplina
no se apliquen, pero lo mƔs importante es aceptar que debemos cambiar, analizar
y detenernos a ver la realidad de que nuestra sociedad vive en el desorden. Es
tiempo de dar un paso adelante y de que decidamos ser diferentes y hacer un cambio
de actitud. Y quĆ© beneficioso serĆa comenzar a travĆ©s de la educaciĆ³n vial, en
donde cada ciudadano o ciudadana se coloquen en el lugar de conductor, peatĆ³n o
autoridad. De igual manera, hacer un esfuerzo, primero por conocer las normas,
segundo por cumplirlas, y en el caso de las autoridades dar el ejemplo
cumpliƩndolas y hacerlas cumplir (exigirlas).
En muchas ocasiones hemos tenido la oportunidad de
escuchar consejos, orientaciones, a travƩs de los centros educativos y a travƩs
de los medios, pero al parecer esto no es suficiente para provocar el cambio,
para convencer y comenzar a marcar la diferencia.
Una de las tantas advertencias que en muchas ocasiones
tenemos son las publicaciones de estadĆsticas, que a pesar de que no marcan la
exactitud, dejan ver claro que es alarmante la cantidad de vĆctimas producto de
la violencia vial en la RepĆŗblica Dominicana. Han sido varias las veces que las
hemos publicado.
Una vez mĆ”s queremos hacer un llamado a la reflexiĆ³n
sobre la alarmante cifra de vĆctimas en pĆ©rdidas y daƱos humanas, como de
materiales y financieros.
Es por ello, que debemos ser preventivos y tomar las
precauciones que las autoridades hacen y mandan las leyes, las mismas, marcan
la diferencia entre la vida y la muerte.
Tengamos siempre en cuenta que las principales causas
de los accidentes de trƔnsito son las siguientes:
- Desconocimiento e irrespeto a las normas de
trƔnsito. Exceso de velocidad. Manejo temerario. Ingerir bebidas
alcohĆ³licas antes de conducir o mientras se conduce. Uso de
telĆ©fonos celulares mientras se conduce. Conducir sin el cinturĆ³n de
seguridad. Falta de mantenimiento de los vehĆculos. Falta de
ordenamiento y seƱalizaciĆ³n vial
“Cada aƱo mueren mĆ”s de 2,000 personas en los
accidentes de trĆ”nsito. No seamos parte de las estadĆsticas”.
En ocasiones anteriores hemos indicado algo que no es
nuestro, pero que estĆ” en el eco de toda sociedad: somos un desorden
organizado. No llego a entender cĆ³mo aceptamos y le damos validez a que un
desorden pueda ser organizado, mƔs bien es una sociedad que ha hecho cultura
del desorden y ha aprendido a mal vivir en Ć©l. Esto debe llamarnos a la
reflexiĆ³n y sin temor a equivocarnos se podrĆa decir las razones por la que
estamos viviendo en esa situaciĆ³n: la pĆ©rdida de valores, de principios en
nuestro accionar, la falta de conciencia y de amor por la patria; asĆ tambiĆ©n,
la poca fe en un proyecto de naciĆ³n.
Los paĆses en vĆa de desarrollos como la RepĆŗblica
Dominicana ameritan una campaƱa de prevenciĆ³n de todas aquellas situaciones que
generan gastos evitables. AdemƔs, de mitigar las cifras trƔgicas de los
accidentes de trĆ”nsito, los recursos que se ahorrarĆan con la prevenciĆ³n, bien
podrĆan invertirse en las Ć”reas mĆ”s necesitadas como la educaciĆ³n o la salud.
En este caso de los accidentes de trƔnsito, la mayor
responsabilidad no es del Estado, sino de nosotros mismos, pues se ha
demostrado que mƔs del 86% de los accidentes de trƔnsito son causados por
errores humanos. Los accidentes de trƔnsito son un problema muy fƔcil de
resolver, solo se necesitan disposiciĆ³n y actitud para cumplir las normas y
medidas de prevenciĆ³n que se logran a travĆ©s de la educaciĆ³n, que como en la
mayorĆa de los temas sociales, es un asunto que responsabiliza a las
instituciones pertinentes y a cada ciudadano en particular.
En nuestro paĆs tenemos mĆ”s de 11 instituciones con
incidencia en el trĆ”nsito tales como: La PolicĆa Nacional, la Autoridad
Metropolitana de Transportes (AMET), Oficina Para el Reordenamiento del
Transporte (OPRET), la DirecciĆ³n General de TrĆ”nsito Terrestre, la Oficina
TĆ©cnica de Transporte Terrestre, Oficina Metropolitana de Servicios de
Autobuses (OMSA), entre otras; por lo que es necesario la integraciĆ³n de todas
Ʃstas instituciones y los demƔs sectores involucrados para que juntos trabajen
por paz y seguridad en las vĆas.
Como parte de reflexiones de las cƔtedras policiales
destacamos: Que las consecuencias de los accidentes de trƔnsito son similares
en estadisticas fatales, a las enfermedades como el cƔncer y las cardiovasculares,
por lo que el control de accidentes se debe reconocer como prioritario en un
proyecto de seguridad vial y salud pĆŗblica que necesita coordinaciĆ³n entre los
organismos de salud, transporte y servicio social en cada regiĆ³n del paĆs.
Para asegurar el Ć©xito de dicho proyecto y combatir
los accidentes de trƔnsito es necesario la responsabilidad compartida e
integraciĆ³n de muchos organismos, grupos y personas, incluidos los gobiernos,
polĆticos, ONGs, industrias, grupos nacionales, internacionales, de comunidades,
profesionales de la salud pĆŗblica, ingenieros y encargados de hacer cumplir la
ley.
En tal sentido, debe ser implementado un Plan Nacional
de Seguridad Vial tendente a integrar, orientar y consensuar a las autoridades
para mejorar los procedimientos con los que se debe afrontar el creciente
problema de los accidentes de trĆ”nsito y sus vĆctimas fatales.
Dios les bendiga siempre pueblo dominicano
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