De acuerdo a una
psicóloga, las causas de la irritabilidad son diversas y su intensidad puede
variar de nivel
Por Camile Roldán Soto
De vez en
cuando es natural experimentar momentos de mucha tensión o preocupación.
Situaciones laborales, familiares, de pareja, o incluso la falta de descanso
apropiado, pueden provocar irritabilidad. Pero si ese mal humor persiste
no debes pasarlo por alto.
“La irritabilidad
no es un diagnóstico, es un síntoma. Puede presentarse como consecuencia
de varias condiciones como la ansiedad o la depresión, pero no
necesariamente tiene que deberse a un diagnóstico. Quizás es un aviso de
que algo está ocurriendo y hay que corregirlo”, explica la doctora María
Curbelo Serrano.
De acuerdo a la
psicóloga, las causas de la irritabilidad son diversas y su intensidad puede
variar de nivel, desde leve a muy grave.
“El punto es
entender lo que la está causando. Probablemente la persona dejó de
tolerar cosas con las que antes tenía más paciencia. Si, por ejemplo, tu
pareja dijo o hizo algo que no te agrada y la situación no cambia, eso pudiera
a la larga ponerte irritable”, indica Curbelo.
Los sentimientos
desagradables pueden manifestarse desde el interior, en forma de pensamientos
negativos, culpa y enajenamiento. El otro lado de la moneda es la explosión de
la ira hacia los demás, con violencia física o verbal.
Hay que tener
cuidado porque a veces no somos conscientes de cómo expresamos las emociones.
Sin embargo, cuando la conducta se repite constantemente, siempre habrá quien
te lo haga notar o te pida que detengas la actitud. También puede ocurrir
que empieces a tener conflictos constantes en el trabajo o con la pareja.
Curbelo señala que
los arranques de coraje pueden sentirse como un alivio, pero esta sensación es
artificial porque impiden reconocer las consecuencias en términos de lo que
puede afectar el área laboral o la relación de pareja. También es
importante fijarse en el impacto que este tipo de “explosión” puede tener en
los niños que observan.
“Los menores
podrían copiar la conducta de sus padres porque aprenden lo que observan”,
advirtió.
Identificar y corregir
Para trabajar
asertivamente con la ira lo primero que hay que hacer es identificar de dónde
surge. Aunque esto puede ser molesto o doloroso, al final tiene consecuencias
positivas porque ayuda a entender qué está pasando en tu vida y por dónde
puedes empezar a corregirlo.
“Muchas de las
cosas que traen irritabilidad tienen que ver con la frustración. Uno puede
mantenerse positivo buscando soluciones pero si el resultado no es
el esperado, puede llegar la frustración que desata coraje”,
destaca la doctora.
Es común que las
personas irritables adopten una actitud defensiva casi automática. Si esto
ocurre, puedes caer en el patrón de buscar situaciones o rodearte de
personas que validen esa imagen negativa que has creado de ti mismo.
“Si, por ejemplo,
tenemos pensamientos de rechazo, de que no encajamos, o que no somos tan
atractivos, vamos a buscar inconscientemente que nos rechacen, para validar esa
interpretación incorrecta”, advirtió Curbelo, al invitar a mantener siempre una
visión positiva de ti mismo.
Recomendó evaluar
si la irritabilidad es pasajera, porque atraviesas un momento particularmente
difícil. En ese caso, lo mejor es comunicar a las personas cercanas que te
encuentras menos tolerante, para que puedan servirte de apoyo y ser más
comprensivos contigo.
Un detalle muy
importante a evaluar es si tu conducta responde a estresores tales como el
exceso de trabajo o la falta de sueño.
“Cuando
estamos en el ajetreo, dormimos poco y tenemos sobrecarga laboral
cualquier cosa que nos ocurra durante el día podemos verla como algo gigante”,
puntualizó al invitar a observar también los hábitos de alimentación como un
factor puede deteriorar tu estado de ánimo.
No menos
importante es evaluar si te encuentras en un “ambiente tóxico”, tanto en el
trabajo como en el hogar.
“A veces llegas
tranquilo, descansado y positivo a un lugar pero hay situaciones ajenas a ti,
como personalidades, y pensamientos pesimistas que te roban la energía”, evaluó
la doctora.
Si esto ocurre, y
no es posible evitarlo, lo aconsejable es trabajar contigo mismo para “hacer
una barrera para que no te afecten y evites llevarte esa carga a tu casa,
tu pareja o tus hijos”.
0 Comentarios