Por: JUAN BOLIVAR
DÍAZ
Servio Tulio Castaños, el dilecto vicepresidente
ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia ha vuelto a deplorar que
la sociedad dominicana refleje, “de manera dramática, una crisis de valores que
incluye el debilitamiento de las instituciones y la pérdida de confianza en la
eficiencia y transparencia en la gestión de los servicios públicos”.
Para otros la crisis es más profunda, fundada en
una histórica devoción y sumisión al poder, sin importar el grado de
corrupción, los niveles de represión, engaño y violencia, que pueden implicar
el fusilamiento de héroes nacionales, como Francisco y María Trinidad Sánchez,
Manolo Tavárez o Francis Caamaño, por haber desafiado a los gestores de la
iniquidad.
Es una sumisión tan acendrada, que comenzó frente a
los exterminadores de la población indígena y siguió con la esclavitud y la
exclusión, promovida hasta por las jerarquías eclesiales que nos impusieron
como patrona la virgen a la que la ignominia oficial atribuye la protección de
los poderosos conquistadores frente a los indefensos. No hay dudas que gran
proporción de los religiosos de hoy, abominan de ese planteamiento y trabajan
por la liberación espiritual, pero parece que es difícil desarraigar la
ignominia.
Esa devoción por el poderoso explica que solo siete
caudillos hayan gobernado la República por más de dos tercios de su historia,
reeligiéndose una y otra vez: Pedro Santana, Buenaventura Báez, Lilís Hereaux,
Horacio Vásquez, Rafael Trujillo, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández. Los dos
últimos también dos tercios del posttrujillismo.
Danilo Medina va en camino de sumarse a ese exclusivo club, reproduciendo los mismos “valores”: completó la obra de su antecesor en la desarticulación de los partidos que le hacían “oposición”, comprando sus dirigentes con los recursos del Estado, y de igual forma “conquistó” bloques enteros de diputados y senadores, como se ha hecho con todo el que ha querido acceder a riquezas rápidas y privilegios, no importa que sean jerarcas políticos, religiosos, sindicales, intelectuales o comunicadores sociales. Y a un millón de los pobres se les ha dejado caer migajas de la mesa, con lo cual su atavismo cultural los deja satisfechos.
Danilo Medina va en camino de sumarse a ese exclusivo club, reproduciendo los mismos “valores”: completó la obra de su antecesor en la desarticulación de los partidos que le hacían “oposición”, comprando sus dirigentes con los recursos del Estado, y de igual forma “conquistó” bloques enteros de diputados y senadores, como se ha hecho con todo el que ha querido acceder a riquezas rápidas y privilegios, no importa que sean jerarcas políticos, religiosos, sindicales, intelectuales o comunicadores sociales. Y a un millón de los pobres se les ha dejado caer migajas de la mesa, con lo cual su atavismo cultural los deja satisfechos.
Al dar cuenta de los resultados de la última
encuesta Gallup-HOY el lunes 25 de abril, este periódico tituló arriba, en su
página 8-A: “El 63% votaría por Danilo y ganaría en primera vuelta”. Al centro
otro título expresaba: “El 63% cree usan fondos públicos a favor de DM”. La
Gallup-HOY de julio 2015, días después de la última reforma constitucional para
la reelección, registraba el mismo 63% de preferencias electorales a favor de
Danilo, con 64% aprobando la burla de la Constitución, aunque el 52% de los
mismos encuestados estuvo de acuerdo que para lograrlo “había corrido el
dinero”, con sólo 26 por ciento en desacuerdo.
En esta última Gallup-HOY, el 33 por ciento
considera que la corrupción es mayor que antes y otro 31% que es igual, para
sumar 64%, el 82% señaló la delincuencia, o el robo, asalto y sicariato, como
principales preocupaciones.
Algunos analistas estiman que la aprobación del Gobierno se debe al crecimiento económico, pero los encuestados no lo aprecian así: 46 por ciento señaló el desempleo como principal problema, 58% ve la situación económica del país mala o muy mala, (sólo 15% buena o muy buena), 45% estima mala o muy mala su situación económica personal, (solo 20% buena o muy buena) y 53% considera que al final del gobierno la situación económica será igual o peor, contra un 26 por ciento que la espera mejor.
Algunos analistas estiman que la aprobación del Gobierno se debe al crecimiento económico, pero los encuestados no lo aprecian así: 46 por ciento señaló el desempleo como principal problema, 58% ve la situación económica del país mala o muy mala, (sólo 15% buena o muy buena), 45% estima mala o muy mala su situación económica personal, (solo 20% buena o muy buena) y 53% considera que al final del gobierno la situación económica será igual o peor, contra un 26 por ciento que la espera mejor.
¿Cómo se explican todas estas contradicciones?
Cinismo, en las capas sociales más educadas y mejor situadas económicamente,
especialmente de los beneficiarios de la corrupción y distribución del
patrimonio público. Alienación y sumisión de las masas ignorantes que agradecen
felices hasta un pollo, y resignación y frustración en muchísima gente que
quisiera vivir en un país mucho mejor. Finalmente, hay un segmento social que
rechaza la alienación, no concilia con la corrupción, ni se resigna ni se deja
frustrar, ¿En cuál grupo se sitúa usted, señor o señora lectora?
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