La macrobiótica agrupa una serie de principios que
nos permiten diseñar la dieta que más equilibrio nos aporte. Estos principios
proceden del análisis de los pueblos antiguos y en especial aquellos que han
demostrado tener más salud y vivir más (1).
Hace décadas no existía la posibilidad de poder
elegir aquello que iba a estar en nuestro plato. El lugar en que nacíamos
marcaba el contenido de gran parte de nuestras vidas: trabajo, relaciones y
también la dieta.
Hoy en día tenemos ante nosotros todo un mundo de
alternativas entre las que elegir y la macrobiótica nos sirve de guía y nos
aporta sentido común para hacerlo.
Su nombre procede de dos palabras griegas: “macro”
que significa “largo” y “biótica” que significa “vida”. Por tanto, una
disciplina que nos ayuda a estar más sanos y vivir más.
Los alimentos y proporciones que recomienda la
macrobiótica son los que siguen:
- Cereales integrales, sobre todo en
grano. Un pequeño porcentaje de derivados (pan, pasta, cuscús, bulgur,
copos).
- Verduras, tanto en forma de ensaladas
como cocinadas, al vapor o bien con métodos más largos.
- Legumbres, principal fuente de proteínas
vegetales.
- Fruta, sobre todo la de estación. Mejor
las piezas de fruta que los zumos.
- Pescado como principal fuente de
proteína animal.
- Frutos secos, semillas y aceites como el
aceite de oliva virgen extra.
- Consumo responsable de lácteos y carne.
- Pequeña cantidad de condimentos y
alimentos fermentados como el chucrut o el miso.
Se podría reducir o prescindir de alguno de estos
alimentos si la salud así lo aconsejase.
Estos alimentos a menudo son representados en forma
de pirámide, jerarquizando así su importancia.
Aunque la macrobiótica como sistema ha sido difícil
de operativizar, es decir, de definir y comprobar científicamente su eficacia,
sí sabemos el efecto positivo del consumo de cereales integrales en grano o de
verduras en nuestra salud y bienestar y el efecto negativo de productos
refinados, estimulantes o aditivos químicos (2, 3, 4, 5).
La macrobiótica empezó a ser enseñada por
profesores japoneses como George Ohsawa (1893-1966), al que se considera el
padre de la macrobiótica, o Michio Kushi (1926-2014), uno de sus principales
difusores a través de libros, charlas y la fundación de los Institutos Kushi.
Por esa razón, sus recomendaciones están
respaldadas por teorías de la Medicina China como la teoría del Yin-Yang o la
teoría de los cinco elementos, con un enfoque más preventivo que la
medicina moderna.
Aunque el lenguaje de la nutrición moderna y de la
macrobiótica pueda diferir en algunos aspectos, no creemos que haya una
incompatibilidad, pues ambas se refuerzan. Un ejemplo de estos contenidos
comunes es que la macrobiótica recomienda:
- Una dieta basada en plantas.
- Alimentos integrales.
- Alimentos naturales.
- Una dieta adaptada al clima donde
vivimos: alimentos locales.
Son principios que hoy en día se aceptan
globalmente como fundamentales a la hora de comer sano.
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