
Un amplio segmento de la
clase media desea un cambio ya. Los que no están en sintonía son los pobres,
beneficiarios principales del Estado asistencial que instauró Leonel Fernández
después del 2004, y expandió Danilo Medina después del 2012.
Dice el refrán que
hasta la belleza cansa; y si los peledeístas no lo han notado, aun los que
piensan que todo es belleza, sépanlo: ¡hasta la belleza cansa!
De ahora en
adelante el país entra en onda electoral. La política dominicana se
estructurará en dos polos: los que buscarán la continuidad del PLD en el poder,
y los que buscarán el fin del largo gobierno peledeísta.
Pero ¡ah!, ¿tiene
eso algo de extraño? No, excepto que, a diferencia del pasado, hay algunos
ingredientes nuevos.
Uno, los
escándalos de corrupción han tenido un impacto negativo en los gobiernos del
PLD, y por más que muestren obras, y hagan obras, hay un segmento de la
población, sobre todo de capas medias, que se hartó de la corrupción y del PLD.
¡He ahí Marcha Verde!
Dos, el PLD llega
a este período preelectoral con una fuerte tensión interna. Aunque el danilismo
se haya impuesto al leonelismo en la Ley de Partidos, dos secretarías
partidarias, y en los bufetes de las cámaras, queda por verse qué hará Leonel
Fernández. Es el presidente del partido, pero no tiene ni Gobierno ni control
del partido ahora mismo. ¿Luchará internamente? ¿Con quién? ¿Renunciará a sus
aspiraciones del 2020? Son todas preguntas sin respuestas en este momento, pero
que, cuando haya respuestas, tendrán un impacto en la correlación de fuerzas
políticas dentro y fuera del PLD.
Por eso he dicho muchas veces, que, para que el PLD se vaya del
poder, para que se ¡vaya ya!, tiene que producirse una crisis económica que
pare la maquinaria de subsidios gubernamentales a los pobres.
Tres, en la
oposición hay mucho apetito por volver al poder. En el 2020 serán 16 años que
el PRD salió, y la mayoría de los ex perredeistas están en el PRM. También
están deseosos de volver los partidos pequeños que abandonaron la alianza con
el PLD y aún no encuentran cobija ni dentro ni fuera del peledeísmo.
En el modelo
socioeconómico que ha impulsado el PLD se perfila lo siguiente:
Por un lado,
mayores niveles de descontento de las capas medias que desean no solo
estabilidad económica, sino también un sentido de orden y organización que el
PLD no logra instaurar. Desean seguridad ciudadana, eficiencia en la
administración pública, menos caos en el tránsito y limpieza urbana. La
indignación se manifiesta de múltiples maneras.
Por el otro, opera
el apaciguamiento de los sectores más pobres mediante una diversidad de programas
sociales que atienden algunas necesidades básicas. La tanda extendida con
desayuno, almuerzo y merienda es el buque insignia, pero también está SeNaSa,
Solidaridad (comer es primero, bono gas, bono luz, etc.), el nuevo sistema de
transporte con teleférico y metro, y una parte de la inmensa empleomanía
pública. Para beneficio del PLD, los sectores populares constituyen la mayoría
del electorado.
Por eso he dicho
muchas veces, que, para que el PLD se vaya del poder, para que se ¡vaya ya!,
tiene que producirse una crisis económica que pare la maquinaria de subsidios
gubernamentales a los pobres.
Un amplio segmento
de la clase media desea un cambio ya. Los que no están en sintonía son los
pobres, beneficiarios principales del Estado asistencial que instauró Leonel
Fernández después del 2004, y expandió Danilo Medina después del 2012.
En los partidos de
oposición no hay actualmente un líder que hable a los sectores populares, que
enganche con ellos, a pesar de ser el grupo de mayor cantidad de votantes en el
país. Cuando esos sectores asuman el slogan ¡qué
se vayan ya!, entonces habrá cambio de partido en el poder.
Las masas
desposeídas se articulan electoralmente de dos maneras: con subsidios o con una
fuerte dosis de carisma movilizador, o ambas cosas.
Artículo publicado en el periódico HOY
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