A pesar de su efecto
exfoliante bueno para la piel, la arena puede causar infecciones
Llegar a la playa en tu primer día de vacaciones, quitarte las chanclas y enterrar los pies desnudos en la arena. El placer de las cosas sencillas. Se trata de un simple gesto que inaugura oficialmente la desconexión del trabajo y de las obligaciones.
La
playa no es playa sin la arena. Estamos en contacto permanente con ella: cuando
nos bañamos, tomamos el sol o damos un paseo. Siempre está ahí,
amiga incluso de múltiples juegos con nuestros hijos o amigos. ¿Cuántas veces
nos han enterrado las piernas y dado forma al enorme montículo de tierra de una
cola de sirena? ¿O hemos cavado un profundo hoyo para cubrirnos
hasta la cintura o el cuello? Nos encanta también
sentarnos a la orilla del mar y ver cómo las olas arrastran la tierra mojada
hasta que nos tape los pies.
En
fin, qué sería de la playa sin esos trillones y trillones de granitos de roca.
Lo cierto es que tienen múltiples beneficios para nuestra piel. El mayor de
ellos, en palabras de Paloma Borregón, dermatóloga de la Fundación Piel Sana de
la Academia Española de
Dermatología y Venereología (AEDV), “es el exfoliante, que
podría ayudar a mantener la piel lisa si nos frotamos la arena sobre ella. Eso
sí, con
mucho cuidado para no provocar ningún tipo de lesión o infección”.
No
obstante, ¿es recomendable enterrar en la arena nuestros pies o
parte del cuerpo? “Tanto como aconsejable no. Tampoco es
que sea algo peligroso, aunque sí hay algunas consideraciones para tener en
cuenta en lo que a la piel se refiere”, manifiesta Borregón.
En
este sentido, la dermatóloga apunta a que prácticas como estas pueden
conllevar alguna que otra infección: “En la arena puede haber
algún parásito, por ejemplo, varios tipos de larvas como la migrans cutánea. Estas, que
solo están presentes en lugares cálidos, penetran a través de la piel”.
La
larva migrans o
migratoria se transmite sobre todo en aquellas partes del cuerpo menos
protegidas y con un contacto directo con la arena: los pies, las piernas, los glúteos o la
espalda. Causa sarpullidos rojizos acompañados de un
picor intenso. Rascarse constantemente sobre estas erupciones
puede generar una infección
bacteriana cutánea. Por eso, a pesar de que la larva
migratoria desaparece por sí sola al cabo de unas semanas, para reducir el
riesgo de padecer una infección bacteriana en la piel, es
importante tratarse con fármacos como tiabendazol tópico.
¿Qué otras lesiones cutáneas se pueden producir?
Además
de la infección por diversos parásitos, hay otros peligros escondidos en la
arena a los que tenemos que prestar atención para evitar lesiones en nuestra
piel. “Se podrían producir picaduras por animales que
habitualmente se entierran en la arena o cortes con conchitas rotas. Por otra
parte, hay restos de basura cubiertos por la arena que también
pueden causarnos algún daño”, advierte Borregón.
La
dermatóloga señala que, en caso de que nos cortemos, lo primero que se debe
hacer es lavar muy bien la herida para evitar futuras infecciones:
“Lo ideal sería tener a mano agua y jabón o clorhexidina, pero otra opción es
limpiar la lesión con el agua del mar para, posteriormente, una vez en casa,
darnos con jabón”, aconseja.
La
médica añade que, si el corte es algo más profundo, es conveniente aplicarse
Betadine por las noches. En el supuesto de que la herida se complique, tendremos
que consultar a un médico para que nos recete algún antibiótico.
Cuidados de la piel tras un día de playa
Después
de un intenso día de playa, nuestra piel, que ha estado expuesta al agua del mar, a la radiación solar y a la arena,
necesita de unos cuidados para tratar su sequedad y asegurar su hidratación.
Desde la AEDV nos recomiendan los siguientes:
·
Aplicar
limpiadores suaves que se distingan por un pH no
alcalino y por una alta tolerancia.
·
Usar
cremas hidratantes faciales dos veces al día.
El tipo de hidratante variará según el tipo de piel.
·
Para el resto del cuerpo, es aconsejable utilizar una crema
hidratante con componentes “humectantes” y
con efecto oclusivo que impida la pérdida de agua epidérmica.
·
En las zonas de la piel donde se haya producido un mayor
daño, es importante utilizar cosméticos específicos indicados por un
dermatólogo. Suelen ser productos que contienen antioxidantes y las vitaminas C y
E.
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