Joanna Guillén Valera
A muchas personas les gusta el sexo y muchas de ellas necesitan practicarlo a diario solas o en pareja. Tener sexo es sano, de hecho, muchos expertos abogan por hacerlo a diario para mejorar la salud física y mental, eso sí, siempre y cuando no se convierta en una obsesión o un deseo incontrolable.
Si esto ocurre, podríamos estar hablando de una adicción
al sexo, una enfermedad crónica que requiere tratamiento específico.
La Orgnización Mundial de la Salud, cifra
en un 5% el porcentaje de personas adictas al sexo a nivel mundial. Tal y
como explica a CuídatePlus Susana Ferrandis, del Centro
Salud Sexual Valclinic, “es una patología que tiene que
ver con la forma en que algunas personas se relacionan con el sexo y
se caracteriza por pensamientos obsesivos y conductas irrefrenables”.
La sexoadicción como también es conocida, "tiene su
base en una activación psicofisiológica que deriva en una dependencia a todo lo
relacionado con el sexo, incrementando su frecuencia hasta derivar en
consecuencias negativas para el desarrollo normal del día a día puesto
que el sexo se vuelve el centro de todo en sus vidas dejando a un lado todo lo
demás", indica la experta. Por ello, la adicción al sexo "se puede
comparar con otras adicciones como el adicto a las drogas, al juego o al
alcohol, donde nunca se ven saciados y tienden a la pérdida de control. El
foco de la adicción sexual se centra más en reducir el malestar emocional que
en sí la búsqueda de placer”.
Síntomas
Desde un punto de vista clínico, apunta Jesús Eugenio
Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano,
“se refiere a un patrón persistente de fracaso al controlar impulsos o
deseos sexuales, dando lugar a un comportamiento sexual repetitivo, que se
convierte en el foco central de la vida de la persona, hasta el punto de
abandonar el cuidado personal, la salud u otros intereses”.
De hecho, estos pueden ser algunos signos de
adicción al sexo que pueden llamar la atención a las personas del
entorno, aunque como bien señala Ferrandis, "se trata de problema
de difícil detección por otras personas ya que es difícil observar si
alguien de nuestro entorno tiene este tipo de enfermedad, puesto que las
personas afectadas suelen sentir culpa y vergüenza por lo que suelen
llevar su angustia en silencio o intentan minimizar su realidad”.
El principal síntoma de adicción al sexo es que “la
persona intenta reducir este comportamiento sexual repetitivo sin éxito,
manteniendo estas conductas sexuales a pesar de los numerosos problemas que le
genera en diferentes ámbitos, o incluso sin obtener ya placer sexual de las
mismas”, apunta Rodríguez. Los problemas de pareja “también son muy
habituales en estos pacientes, aunque otras áreas como la laboral también
pueden verse afectadas”, advierte.
En cuanto al género, ambos expertos coinciden
en que se trata, sobre todo, de un problema masculino, aunque no
exclusivo de los hombres. “Afecta más a hombres que a mujeres, siendo
la prevalencia en hombres respecto a mujeres de 5:1”, afirma Ferrandi. En
la práctica clínica, “entre el 85-90 % de pacientes que demandan atención
por este trastorno son hombres”, añade Rodríguez. Sin embargo, “la adicción
al sexo no es una cuestión de género, puesto que tanto los hombres como
las mujeres son susceptibles de ser adictos, lo que parece existir son
una serie de factores psicosociales y neuroendocrinos que
estarían provocando esta mayor afectación de hombres por el momento”.
Según la Society for the Advancement
of Sexual Health (2012), “entre el 3% y el 5% de las
personas en la sociedad norteamericana pueden ser consideradas como sexoadictas y
según un estudio epidemiológico llevado a cabo en Suecia (Langström y Hanson,
2006), el 12,1% de los hombres y el 6,8% de las mujeres podían calificarse como
hipersexuales”.
Al 54% de las personas adictas al sexo “se les detecta
antes de los 18 años”, apunta Ferrandi.
Factores que pueden predisponer a la adicción
En relación a si existen factores que pueden predisponer a
desarrollar adicción al sexo, la respuesta de los expertos es que sí.
Como señala Rodríguez, “se han identificado rasgos de
personalidad que suelen estar presentes en personas adictas al sexo,
como la impulsividad, la búsqueda del riesgo y subestimación del daño,
el narcisismo y la busqueda de satisfacción permanente entre los más
importantes”. Además, otros trastornos mentales como “la depresión mayor,
ciertos tipos de ansiedad ,
el abuso de alcohol y drogas también se asocian también con
frecuencia a estos cuadros”.
Según Ferrandi, se pueden observar dos tipos de
factores:
1.
Biológicos: En
estos pacientes existe una mayor actividad cerebral a nivel del córtex del
cíngulo anterior, la amígdala y el estrato ventral y una hipoactividad del
lóbulo frontal. Existe una diferencia clara en la actividad cerebral de
personas sanas respecto a personas con adicción al sexo, observándose un
incremento de actividad. Además, hay personas que presentan en su
personalidad rasgos que les predisponen a la “búsqueda de sensaciones” ,
haciéndoles más vulnerables a la adicción al sexo. Dentro del factor biológico,
existe una hipótesis neuroendocrina en la que se dispone de evidencias
indirectas de una participación de determinados neurotransmisores: incremento
de libido estaría asociado con agentes dopaminérgicos, mientras que el efecto
inhibidor estaría relacionado con sustancias serotoninérgicas.
2.
Ambientales: Se
ha podido observar una relación entre la infancia de algunas personas
que padecen de hipersexualidad con haber sufrido abusos o traumas sexuales. Además,
tienen más predisposición las personas que han vivido en contextos como
familias desestructuradas, fracasos de pareja, entre otros.
¿Adicción o fuerte deseo sexual?
La línea roja para determinar si una persona ha pasado de
tener un fuerte impulso sexual o deseo sexual a ser un adicto sexual es “objeto
de controversia entre los profesionales desde hace muchos años”, aclara
Rodríguez. “Las conductas sexuales como el cruising con
multiples parejas, el autoerotismo, el uso de internet, la búsqueda de
relaciones amorosas o las relaciones sexuales frecuentes con la pareja
son habituales en ambos casos, sin embargo en las personas adictas al sexo
dichas conductas se realizan de forma compulsiva, donde ya no se busca el
placer sino aliviar la ansiedad”, diferencia.
Para Ferrandi, la diferencia está en la ejecución. “Una
persona puede tener un fuerte impulso o deseo sexual y poder controlarlo,
pero un adicto sexual es adicto porque no puede controlar ese impulso, y cuando
lo ejecuta no se queda saciado”.
Detección por los expertos
Para detectar un problema de este tipo a nivel profesional,
es importante analizar muchos aspectos como “la cantidad de tiempo que
invierte el paciente en fantasías, deseos sexuales, su planificación y
la realización de conductas sexuales; y si las fantasías, deseos y conductas
sexuales se dan en respuesta a estados de ánimo disfóricos como
ansiedad, depresión, aburrimiento o irritabilidad o se den en respuesta a
situaciones vitales estresantes”, indica Ferrandis.
Además, es importante fijarse en otros aspectos como
“en si hay o no intentos persistentes pero infructuosos para controlar
o reducir significativamente las fantasías, deseos y conductas sexuales”.
Otros signos de adicción al sexo es “si la persona
ignora el riesgo físico, psíquico o emocional que pueda suponer para
sí mismo o para otras personas el tener sexo y si la frecuencia o intensidad de
las fantasías, deseos y conductas sexuales provocan malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la
actividad de la persona”.
Tratamiento
La adiccion al sexo es una enfermedad y,
como tal, tiene tratamiento dirigido a “mejorar y conseguir
una vida saludable en todos los ámbitos, incluido el sexutal”, indica Ferrandi.
Tras el diagnóstico por parte de los especialistas, “se
procederá al tratamiento en seis fases diferentes: desintoxicación,
deshabituación psicológica, normalización, cambio de estilo de vida anterior y
búsqueda de nuevas metas alternativas a la adicción; prevención de recaídas”,
apunta Ferrandi.
En opinión de Rodríguez, “el tratamiento psicológico
para la adicción al sexo presenta una evidencia limitada, a pesar de eso,
con estudios de caso y ensayos no controlados, los tratamientos que han
demostrado cierta eficacia son la Terapia cognitivo-conductual (TCC),
la TCC + Entrevista Motivacional, la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y
la Terapia de pareja”.
En relación a los tratamientos farmacológicos, los
que cuentan con mayor evidencia científica en especial cuando se combinan con
terapias psicológicas, son los inhibidores de la recaptación de
serotonina en el cerebro y, en casos graves, la utilización de
fármacos antiandrógenos o similares”.
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