Por Federico Alberto Cuello
Cuando no queda nada, asolados por huracanes, desvastados por terremotos
o destruidos por la guerra, las tradiciones orales mantienen viva la memoria
colectiva de los pueblos. Las manifestaciones artísticas permiten fijar el
sentir del momento.
Sea en la pintura o en la literatura, el arte supera en elocuencia lo
recogido por la historia.
Momentos de crisis sanitaria y económica como los que vivimos sin duda
dejarán huella en el acervo cultural de los países. No pasará mucho tiempo sin
que esa dura realidad sea recogida, con tantos casos de pérdida de seres
queridos sin poderlos despedir, de magnificación de las tensiones luego de
tanto tiempo de confinamiento y de angustia económica.
Pero la diplomacia continúa también en tiempos de crisis y la cultura
seguirá siendo carta de presentación para abrir puertas cuando de promover al
país se trate.
Un país creativo como pocos, con partituras, poesías y pinturas para
preservar la intensidad caribeña de nuestras tonalidades y las sutilezas de
nuestras emociones —y con una gastronomía que fusiona nuestra mezcla racial—
tiene mucho que mostrarle al mundo.
El distanciamiento social imposibilitará sin duda las clases de bachata o de
merengue. Limitará numéricamente los participantes en las exposiciones.
Restringirá severamente las posibilidades de transporte de
obras de arte. Dificultará incluso la obtención de derechos de reproducción
para proceder con los eventos. Pero ningún obstáculo será insalvable para trabajar
por el interés nacional.
Debidamente autorizados, se podrán exhibir reproducciones
fotográficas en alta resolución de las obras de arte, obviando así las
dificultades de transporte.
Con la colaboración de la sala de arte se programarán
horarios de visita con reservación previa para evitar aglomeraciones.
Teniendo las obras en formato digital, se podrá complementar la muestra con una
versión multimedia.
La clave para el diplomático será contar con el equipo de
comisarios calificados para seleccionar la muestra con criterio estricto, para
documentarla con rigor y para catalogarlo todo con destreza visual.
El criterio de selección se adaptará siempre a la audiencia
para respetar sensibilidades, siempre sumando y nunca restando.
La documentación y catalogación siempre se hará en nuestra lengua española y se
acompañará de la o las traducciones propias del país de destino.
Será importante también contar con patrocinio local e
internacional que complemente las disponibilidades de fondos, la cuales no
suelen ser nunca abundantes.
Llegado el día de la apertura, el acto tendrá la solemnidad
de un día nacional. Bandera, podio, discurso inaugural e invitados especiales
no podrán faltar. Tampoco nuestros mejores productos nacionales ni, de ser
posible, nuestra música.
Lo aquí descrito fue practicado durante siete semanas
dominicanas en el Reino Unido y en varias celebraciones de nuestro día
nacional. Ahora, en Qatar, se encuentra en estado avanzado de preparación la
primera semana dominicana en este país del golfo pérsico dotado de un público
ávido de sumergirse en culturas diferentes.
Prueba de que aún en tiempos de pandemia, vale la pena
persistir para posicionar nuestro país en el sitial que se merece.
0 Comentarios