Durante siglos, la humanidad ha querido construir ciudades utópicas en las que hacer realidad sus más deseos. Fue el caso de Chandigarh, la metrópoli que esbozó Le Corbusier para implementar una nueva India con la que Jawaharlal Nehru ponía fin al colonialismo británico. O ese laboratorio eco-arquitectónico que el italiano Paolo Soleri y su mujer Corolyn Woods construyeron en 1970 en medio del desierto de Arizona bajo el nombre de Arcosanti.
Pero, ¿qué ocurre cuando la creación de una ciudad debe
responder a una forzosa necesidad y no a un sueño de identidad en medio de la
nada? Los datos no engañan: el crecimiento de las ciudades se nos va de las
manos. Según un estudio de la ONU, en 2050 el 68% de la población vivirá en
zonas urbanas. Para hacer frente a este incontrolada migración centrípeta, la
organización señala como fundamental establecer el desarrollo urbano sobre
objetivos sostenibles, poniendo el foco en la vivienda, el transporte, la
energía, los servicios educativos y sanitarios y el empleo para poder
satisfacer las necesidades de los ciudadanos.
Para Alphabet, la compañía matriz de Google, llevar a cabo
semejante proeza con éxito es cuestión de datos. El futuro sostenible solo será
posible si lo ligamos a la creación de metrópolis inteligentes, basadas en
inteligencia artificial, alta conectividad y habilitadas por medio de sensores
y cableados que permitan que funcionen por sí solas. ¿Suena a ciencia ficción?
En 2022 dejará de serlo. Sidewalk Labs, la firma de innovación urbana del
gigante tecnológico, hará realidad su proyecto más ambicioso hasta la fecha
creando la ciudad del futuro de Quayside.
Esta idea de construir un barrio a camino entre Gran Hermano y las ciudades ideales que se planificaron en la Antigüedad de Platón y Aristóteles, surgió como respuesta a la demanda de las fuerzas gubernamentales en Toronto que querían revalorizar una tierra industrial en proceso de abandono. Aquella anatomía sombría que sirvió de escenario a la película La forma del agua de Guillermo del Toro sería el lugar perfecto para crear el primer vecindario del mundo construido a partir de Internet.
Para ello cuenta con un equipo de unas 130 personas y
colaboradores externos, entre decenas de asesores, como Heatherwick
Studio, creadores del macro jardín botánico de Shanghái 1.000 Trees;
el estudio noruego Snøhetta,
autores del nuevo papel moneda del país o del edificio del Opera Ballet
nacional de Noruega; o el estudio Micheal
Green Architecture, que firma varios aeropuertos en Norteamérica o la
Galería de Arte de Vancouver, entre otros proyectos, y es una de las puntas de
lanza en el estudio de la madera como material constructivo del futuro.
Dirigir una ciudad sin pasar por las urnas
La unión de sus fuerzas, según señala Sidewalk Labs, conseguiría catalizar decenas de miles de empleos y ayudar a abordar los principales desafíos y la problemática que asume Toronto en la actualidad. Las herramientas para conseguirlo serían la gestión digital y el desarrollo de aplicaciones como Commonspace que permitirían a los administradores de espacios públicos recopilar datos fiables sobre el uso que las personas hacen de estos lugares, para responder así mejor a las necesidades cambiantes de la comunidad.
Las voces críticas no tardaron en llegar, cuestionando la
alianza entre Google y Waterfront Toronto, el organismo público formado por tres
niveles de gobierno (municipal, provincial y federal) que supervisa el
proyecto. Jathan
Sadowski, investigador en ética de las tecnologías, hizo saltar la alarma
señalando que las ciudades no son plataformas con usuarios ni negocios con
accionistas, sino lugares reales con gente real. “Google quiere dirigir
ciudades sin pasar por las urnas”, declaró a The Guardian.
Cuestiones como “¿sabría una empresa tecnológica dirigir
una ciudad viva y en continuo movimiento?”, “¿es la tecnología la herramienta
veraz y necesaria para mejorar nuestras vidas?” o “¿quién controlará y será
dueño de toda la data generada en pleno rendimiento?” dieron
lugar a decenas de artículos recordando el papel de Canadá como una democracia
occidental que se toma en serio los debates sobre la privacidad de la
información y la propiedad de los datos.
Magdalena Mak, residente de la zona, narra el descontento
generalizado sobre la falta de privacidad que supondrá tener a Google
“vigilando” sus pasos: “No nos sentimos muy cómodos con la idea, será como
vivir en un Gran Hermano. Los residentes sabrán a lo que se
exponen pero los transeúntes que paseen por el parque o visiten a alguien, no
tienen por qué estar vigilados…”.
Por otro lado, pondera: “Es verdad que se revitalizará una
zona que está desaprovechada y en muy mal estado”. Mak apunta también a la
generación de empleo y el surgimiento de zonas verdes y modernas como dos de
los grandes beneficios. “En general, nos gusta el concepto, pero debería haber
partido de una compañía local. Se terminará convirtiendo en un barrio hipster para millennials“.
Para fomentar la transparencia, Sidewalk puso en marcha una
serie de consultas –la última el pasado noviembre– a ciudadanos, empresas
privadas y académicos con el fin de aportar más información sobre el proyecto y
escuchar dudas y sugerencias.
Una ciudad en la que todo estará a 15 minutos
Mientras tanto, se van desvelando detalles sobre cómo será
la primera ciudad autónoma del mundo. Con una inversión inicial de 1.300
millones de dólares (unos 900 millones de euros), su plan de desarrollo
urbanístico arranca en el barrio de Quayside, junto al río
Tyne y uno de los puntos calientes del ocio nocturno en la actualidad, con la
creación de IDEA, el Distrito de Diseño Innovador y Aceleración
Económica. Esta iniciativa pretende aprovechar todo el potencial de la
costa y crear 44.000 empleos para 2040.
Pero es la segunda fase la que mayor interés despierta. El
área de River District, denominado así en honor al río Don y
por el papel decisivo que jugará el agua en el futuro de las ciudades y también
en esta, pretende revolucionar el diseño convencional de los núcleos urbanos
con la máxima de 15-minute neighbourhoods, barrios en los que
los residentes puedan acceder a todas sus necesidades sin emplear más de 15
minutos en su desplazamiento.
Compuesto por cinco vecindarios unidos al centro por un
tren ligero, Villiers West será el elegido para albergar la
nueva sede de Google en Canadá, que incluirá un instituto de investigación sin
fines de lucro diseñado para unir a la industria y los empresarios con los
organismos públicos.
Integrar vehículos autónomos es uno de los puntos clave
de su plan de movilidad. Su propósito es acortar el viaje
hasta el lugar de trabajo, haciéndolo más confortable y sin necesidad de un
automóvil propio. Para promover el uso de la bici y que los residentes vayan a
pie, diseñarán las calles bajo el concepto de people-first (las
personas primero), con aceras más anchas, sin curvas y bordillos dinámicos que
se puedan transformar en espacios públicos durante los picos de menor tráfico.
¿Por qué no creamos nuestro microclima?
Con la incorporación de pavimentos inteligentes, bien
iluminados y con calefacción, no solo se evitará el hielo y la nieve, sino que
se hará posible –en un lugar como Toronto de clima frío y ventoso en invierno,
con máximas de cero grados en febrero– una de las máximas del proyecto: vivir
la ciudad al aire libre.
Diseñar zonas verdes y espacios abiertos no será la única
medida para animar a los residentes de Quayside a salir a las calles. El
proyecto va a más. Con el eslogan Winter is coming, but good design can
help (se acerca el invierno, pero el buen diseño puede ayudar), el
grupo empresarial de ingenería RWDI es la responsable de aumentar la cantidad anual de horas diurnas que
de verdad pueden disfrutar los vecinos de Quayside, que, con sus sistemas
de control climático pasivo y activo, podrían pasar del 30% al 74% de las horas
de luz.
Esto no se traducirá en un verano sin fin, sino en un mayor
confort gracias al aprovechamiento de la radiación solar. Por un lado, “al
estudiar los patrones climáticos a un nivel muy local, la cuadrícula de un
barrio y las masas de edificios se pueden adaptar para proteger las calles del
viento o dar paso a la luz solar”, señalan desde Sidewalk a ICON Design.
Por otro lado, el sistema Raincoat (impermeable),
controlado de forma digital, será la herramienta que permita promover brisas
frescas o aumentar el número de horas de luz al año, así como detener el viento
frío del invierno. Se trata de una membrana, más o menos transparente, que
puede abrirse y cerrarse, y que cuelga de la fachada de los edificios,
cubriendo las aceras.
Casas asequibles y de una madera tan resistente
como el hormigón
En el apartado de vivienda, Sidewalks lo tiene claro: hay
que edificar rápido, sostenible y a un módico precio para todos. La herramienta de software BIM coordinará
toda la cadena de suministro hasta su ejecución, con un código basado en los
resultados obtenidos por los sensores ambientales. La madera en masa –tan
fuerte y resistente como el acero o el hormigón, pero reutilizable– o el
yeso Shikkui –elaborado con algas y cáscaras de huevo–, contribuyen a
contrarrestar el efecto invernadero, además de disminuir los tiempos de
aplicación.
La transversalidad aplicada a la construcción de edificios
es uno de los grandes retos que asume el proyecto: la creación de espacios inteligentes
y flexibles que se acomoden a nuestras necesidades de manera ágil. Raphael Gielgen, jefe de investigación y búsqueda de
tendencias de Vitra, lo
describe como una de las claves para la creación de espacios inteligentes: “Hay
dos aspectos fundamentales que hemos aprendido en la arquitectura desde nuestra
experiencia. Lo primero, que la construcción de una ciudad hay que verla como
un objeto escultórico que forma parte de un paisaje. Caminamos por su
estructura para disfrutar y comprender tanto su aspecto externo como su forma
global, así como el juego de luces y sombras que envuelve su volumen”.
El segundo, señala, “tiene un lado más experimental y se
basa en la experiencia directa que mantenemos con el edificio a través del
tiempo. Si nos movemos de un lugar a otro, este también cambiará también con
nosotros”. La vivienda loft que plantea Sidewalk Labs busca
asumir esa función modular con un sistema de muros flexibles que se
pueden mover y reemplazar fácilmente, reduciendo el coste de futuras
reformas. Así, los edificios podrían adquirir diferentes usos a lo largo de sus
ciclos de vida.
Las herramientas digitales son también la base de su
plan sostenible. Diseñar edificios de eficiencia energética que
incluyan wifi en la parte frontal podría optimizar los sistemas de construcción
y gestionar el uso de energía para hacerla más limpia sin depender de
combustibles fósiles. Otros cometidos de su gestión digital serán mejorar el
reciclaje en el hogar o la protección del agua en toda la costa. Para ver si
las expectativas se cumplen, tendremos que esperar a 2022, cuando los primeros
residentes se instalen y la ciudad del futuro se ponga en funcionamiento.
Fuente: https://diarioecologia.com/
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