“Si no se frena, el cambio climático tendrá un
efecto negativo palpable en las vidas humanas”
El reconocimiento de las amenazas que plantea el cambio climático está impulsando la transición hacia una economía baja en carbono
El apoyo al Acuerdo de París y a los Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ambio climático) de la ONU demuestra este cambio de
sensibilización. Muchos países, sectores y empresas dependen menos de los
combustibles fósiles y desarrollan fuentes de energía más limpias y renovables.
Todas las industrias requieren energía, lo que significa
que el paso de los combustibles fósiles a las alternativas bajas en carbono
tendrá un impacto global importante. Sin embargo, las cuestiones
medioambientales y sociales están intrínsecamente ligadas.
Una cuestión de derechos humanos
Si no se frena, el cambio climático tendrá un efecto
negativo palpable en las vidas humanas. El cambio climático es una cuestión de
derechos humanos, además de medioambiental.
Los inversores deberían fomentar una “transición justa”
para minimizar los riesgos y maximizar las oportunidades. El objetivo es
garantizar que todo el mundo comparta los beneficios de la transición a un
mundo con bajas emisiones de carbono, incluidos los trabajadores, las
comunidades y los consumidores.
Esto significa combinar una acción urgente para abordar el
cambio climático con un enfoque continuo en el trabajo digno, la reducción de
la desigualdad y la defensa de los derechos humanos. A continuación, exponemos
algunas áreas clave que los inversores deben tener en cuenta.
Trabajadores vulnerables
Una de las principales preocupaciones de la transición a
una economía baja en carbono es el efecto que tendrá en los trabajadores. A
medida que cambien las fuentes de energía, algunos puestos de trabajo quedarán
obsoletos y se crearán otros nuevos.
El cambio a fuentes de energía más limpias creará empleos
en áreas como las infraestructuras y el transporte. Pero los trabajadores de
las industrias con altas emisiones de carbono necesitan apoyo para reciclarse o
reubicarse en nuevas áreas.
Si dejamos a los trabajadores al margen, los efectos
económicos y sociales pueden ser importantes. Estos impactos pueden
incluir un mayor desempleo, mayores demandas de bienestar y mala salud.
Es posible lograr una transición inclusiva y de éxito
Sin embargo, la historia ha demostrado que es posible
lograr una transición inclusiva y de éxito. El Ruhr, en Alemania, por ejemplo,
solía depender de la industria del carbón. Desde entonces se ha reestructurado
para convertirse en un centro clave de la industria, la tecnología y la
investigación medioambiental.
Esta transición también puede suponer presiones adicionales
para los trabajadores de la cadena de suministro. Por ejemplo, una parte
importante del cobalto mundial procede de la República Democrática del Congo.
Sin embargo, hace mucho tiempo que preocupa el trabajo
infantil y los derechos humanos en este país. El cobalto es un componente
crítico de las baterías, que son esenciales para los vehículos electrónicos.
Existe el riesgo de que los abusos en la cadena de suministro de cobalto
aumenten a medida que la demanda de cobalto crece.
Sin embargo, también existe la oportunidad de aprovechar
este aumento de la demanda para mejorar las normas y crear cadenas de
suministro más estables y sostenibles.
Derechos sobre la tierra y consentimiento de la comunidad
A lo largo de los años, la industria extractiva ha
adquirido una mala reputación por explotar a las comunidades en las que opera.
Esto puede provocar conflictos entre las comunidades y dar lugar a retrasos en
los proyectos, cierres y pérdidas empresariales.
A medida que las operaciones de energías renovables se
adentran en este espacio -utilizando tierras para construir parques eólicos o
centrales hidroeléctricas, por ejemplo- es importante garantizar que se dé
prioridad al respeto de los derechos humanos.
Los operadores deben utilizar métodos adecuados para
obtener los derechos sobre la tierra y el consentimiento de la comunidad. El
entusiasmo por mejorar las normas medioambientales puede hacer que las empresas
y los gobiernos pasen por alto los derechos humanos.
Aprender del pasado
Esto podría dejar al sector de las energías renovables con
los mismos costes operativos y de reputación que han experimentado
históricamente las industrias extractivas.
Por otro lado, las empresas de energías renovables pueden
aprender de los retos que han afrontado en el pasado y de las formas en que
otros han logrado mantener las relaciones con la comunidad.
Esto les permitiría aplicar las mejores prácticas y
aprovechar las oportunidades comerciales.
Acceso a la energía
La respuesta al cambio climático requiere una transición
global hacia fuentes de energía bajas en carbono. Pero también debemos
reconocer que los países y las regiones avanzarán a ritmos diferentes y buscarán
distintos tipos de soluciones bajas en carbono.
Estas diferencias pueden deberse a diversas fuentes, como
los problemas de infraestructura, la falta de condiciones adecuadas para las
energías renovables o la presión de los costes.
El consumidor es un actor fundamental en la transición
hacia una economía baja en carbono. Mantener el acceso a la energía debe
ser una prioridad, no sólo mediante la infraestructura y la creación de redes,
sino también mediante estrategias de precios justos y asequibles.
Para las empresas energéticas, esto tiene un efecto directo
sobre su estrategia comercial y su viabilidad financiera.
Seguridad alimentaria
Existe un estrecho vínculo entre los sectores alimentario y
energético. La producción y distribución de alimentos representa alrededor del
30% del consumo mundial de energía.
La mecanización y la industrialización de la industria
alimentaria han aumentado el uso de la electricidad, pero también han mejorado
considerablemente el rendimiento y la capacidad de distribución.
El cambio a fuentes de energía renovables para la
producción de alimentos podría ofrecer importantes oportunidades.
Transición a una economía baja en carbono
Entre ellas, la reducción de las emisiones de carbono y de
los costes de explotación, y la desvinculación de los precios de los alimentos
de los del petróleo.
La transición a una economía baja en carbono es esencial
para el futuro a largo plazo del medio ambiente y la sociedad. Los efectos
humanos de la transición podrían ser considerables.
Los inversores deberían tratar de influir e invertir en
empresas que promuevan una “transición justa”. Esto podría mejorar
los perfiles de riesgo-rentabilidad a largo plazo, asegurando al mismo tiempo
un futuro más sostenible e inclusivo para todos nosotros
El Mundo Ecológico / Elizabeth Meyer, Senior
ESG Investment Analyst, Aberdeen Standard Investments
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