Ana Callejo Mora
¿Qué sabes sobre la lechuga? ¿Cuáles son sus principales nutrientes? ¿Qué aporta a nuestro organismo? ¿Qué pasa si no se lava bien antes de consumir? ¿Qué hacer si te produce gases? Si quieres aprender más sobre el ingrediente estrella de la ensalada, lee lo que las expertas han contado.
“La lechuga es un vegetal muy ligero que
aporta 17 kilocalorías por 100 gramos. El principal componente de la lechuga es
el agua (un 95%), lo que la hace ideal para el verano, y tiene un bajo
contenido energético dada su escasa cantidad de hidratos de carbono, proteínas y grasas”, explica Eva
Campoy, del Departamento de Dietética de la Sociedad Española de Técnicos Superiores Sanitarios (SETSS).
“En cuanto a vitaminas, podemos destacar tres
antioxidantes, la C, la A y la E, estupendas para cuidar la piel y la visión”,
cuenta Campoy. A esta lista, Rocío Aparici, miembro de la Junta Ejecutiva
del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad
Valenciana (Codinucova) y dietista-nutricionista, añade otras dos
vitaminas: la B y la K.
La lechuga también es rica en ácido fólico, a tener en cuenta en el embarazo. Nos
aporta minerales como el potasio (ayuda en la función nerviosa y
muscular), hierro (necesario para fabricar la hemoglobina,
proteína de los glóbulos rojos) y fósforo y calcio (mantienen nuestro huesos y dientes
sanos).
Las hojas de color verde intenso de una
lechuga son las más ricas en vitaminas y minerales. Por
eso, la iceberg sería la más pobre a nivel nutricional.
Beneficios para la salud de la lechuga
La lechuga, tiene grandes propiedades, más allá del
conocido ‘para adelgazar’. En palabras de Aparici, “entre los beneficios están:
previene el estreñimiento por su contenido en fibra y agua, controla el colesterol alto,
combate la anemia, regula los niveles de azúcar en sangre,
facilita la digestión y mejora el tránsito intestinal, es diurética y
depurativa, y tiene propiedades que inducen al sueño y a la relajación”.
Relajante
Campoy recuerda que “la lechuga se utilizó como muchas
plantas con fines medicinales. Su uso cocido, para preparar cremas y purés, nos
permite aprovecharnos de sus propiedades relajantes, al tiempo que mejoramos su
digestión, porque la cocción hace su celulosa más digestiva”.
Al respecto, Aparici, comenta que “el ‘jugo’ de la lechuga
se caracteriza por tener efecto sedante en el sistema nervioso; por eso se
habla de que la lechuga actúa como un hipnótico natural y proporciona calma.
Puede resultar un buen aliado en personas que sufren insomnio o ansiedad”.
Saciante
Las expertas consultadas por CuídatePlus consideran que la
lechuga es un alimento que, por su alto contenido en agua y fibra, resulta muy
saciante.
Además, “acompañado de otros alimentos, confiere al plato
un gran valor nutricional”, añade Aparici.
En esta línea, Campoy dice que “comer lechuga, ya sea en
ensalada o en alguna de sus otras elaboraciones, puede ser una opción para
sentirse lleno sin el consumo de muchas calorías. Como acompañamiento, podemos
tomar solo ensalada con lechuga, mientras que como plato único, podemos
acompañar la lechuga de más vegetales y con algún pequeño aporte de proteína
como jamón cocido”.
Sobre la lechuga y la ‘cultura de la dieta’
La lechuga como tal, al
estar dentro del grupo de alimentos vegetales, siempre y cuando no haya
contraindicación médica (de ahí la importancia de personalizar la pauta
nutricional y no globalizar las recomendaciones), formaría parte de la
mitad de la ración del plato en todos los casos (adelgazamiento o no).
“Que la lechuga se asocie a dietas de adelgazamiento forma
parte de la ‘cultura de dieta’ implantada hace años, ya que por comer
mucha lechuga no significa que se vaya a perder peso. La pérdida de peso
está relacionada con varios factores, dependiendo de cada caso particular, y
este es el mensaje que debería llegar a la población general, pues cada persona
tiene diferentes características y necesidades, y estas las debe valorar un dietista.
No todas las dietas de pérdida de peso tienen porqué incluir la lechuga en la
pauta”, señala Campoy.
La experta de la SETSS puntualiza que lo ideal sería
consumirla en crudo para poder aprovechar todos sus nutrientes.
En este sentido, Aparici explica que “la lechuga es
un alimento muy bajo en calorías,
por lo tanto, la cantidad a consumir no está marcada. Sí es cierto que se
debería combinar con otros alimentos para así obtener un plato saludable y
nutritivo, como por ejemplo en una ensalada de arroz con atún, maíz,
tomate, pepino y zanahoria”.
Cómo convencer a los niños para que coman lechuga
Es difícil, a veces, conseguir que los niños coman lechuga.
Y ¿cómo conseguir tan ardua misión? Según Campoy, hay varias pautas importantes
a la hora de intentarlo:
- El
ejemplo es fundamental. Si tus hijos no ven
que tú comas lechuga y se la ofreces, pensarán que no es tan rica porque
tú no la comes. O sea, predica con el ejemplo.
- Prepara
ensaladas con colores. Las frutas están
deliciosas mezcladas con lechuga y puede ser un buen inicio coger un trozo
de lechuga junto a un trozo de fruta.
- Opta
por piezas suaves, como por ejemplo los cogollos de
Tudela, y deja otras frutas más amargas (rúcula, escarola…) para otros
momentos.
- No
los obligues, podemos crear el efecto contrario.
Cuántos adultos no comen tal o cual comida porque en el comedor cuando
eran pequeños les obligaban a ello.
- Y,
por último (y esto ya es para nota), si pueden tener contacto con
un huerto donde sean los protagonistas y cultiven sus propias
hortalizas, se las comerán todas porque ellos han sido los agricultores
que las han cuidado desde que nacen hasta el momento de su consumo.
“Para animar a un niño a consumir algún tipo de alimento
nunca hay que obligarle, siempre hay que presentárselo de forma que resulte
atractiva para él. Por ejemplo, una ensalada con lechuga se la podemos
presentar simulando que es una mariposa multicolor, combinando todos los
ingredientes de forma que parezca un cuadro”, añade Aparici.
Qué puedes hacer si la lechuga te da gases
“La lechuga, en algunas personas, puede provocar gases,
pero esto no quiere decir que debamos eliminarla de nuestra alimentación.
Muchas veces se achaca a la lechuga, pero estos gases pueden deberse al estado
de la microbiota intestinal del individuo, consecuencia de una mala
alimentación. Para evitar este efecto se aconseja masticar
bien los alimentos y añadir especias como hinojo, orégano, comino…”, afirma
Aparici.
Campoy añade que “si crees que la lechuga te produce gases,
una forma de consumirla sería cocinarla ya que aumentarías su digestibilidad.
Podemos priorizar la variedad hoja de roble verde o roja para tomarla
en crudo”.
Riesgos de comer lechuga sin lavar y cómo limpiarla
Campoy explica que “el consumo de lechuga sin lavar
puede provocar infecciones como la toxoplasmosis, la más común, peligrosa sobre todo para
mujeres embarazadas, niños, ancianos y personas con sus defensas bajas,
pudiendo producir dolor de cabeza, inflamación de ganglios y fiebre. Nos puede
producir también diarrea, vómitos, náuseas y dolor abdominal.
Dependiendo de la procedencia de esa lechuga, en muchas ocasiones puede
contener bacterias, toxinas, gérmenes, pesticidas y restos de agroquímicos”.
La experta de la SETSS cuenta que “la lechuga se
debe lavar con agua, bajo el grifo y le podemos poner unas gotitas de lejía
(apta para uso alimentario) y después enjuagar bien. Posteriormente,
hay que secar bien las hojas. Para ello, existen en el mercado
unos envases centrifugadores que son perfectos para eliminar el agua de la
lechuga o también podemos ponerlas en un envase con papel de cocina para que
absorba el exceso de agua”.
Aparici describe unos pasos para limpiar la lechuga muy
similares e igualmente eficaces: “Se recomienda lavar la lechuga cuando se vaya
a consumir. Primero de todo, se retiran las hojas del exterior que
estén oscuras, blandas o secas. Se cortan las que se vayan a consumir y se
colocan en un recipiente limpio con agua fría. Se pueden añadir unas
gotas de desinfectante para frutas y verduras o dos cucharadas de vinagre,
y se deja actuar durante dos minutos aproximadamente. Se escurre el agua y se
enjuagan las hojas una por una. Se puede secar con papel de cocina o dejar en
un escurridor mientras se preparan el resto de los ingredientes de la
ensalada”.
Consejos para conservar la lechuga fresca durante más
tiempo
Según la miembro del Codinucova, “la lechuga, al ser una
verdura, requiere una temperatura determinada para su conservación, por lo
que habrá que guardarla en la nevera, en los cajones de abajo que
son los que están habilitados para la verdura en general por la temperatura que
alcanza. La lechuga de bolsa, por ejemplo, aguanta bien hasta que se abre la
bolsa, una vez se abre, el tiempo de conservación disminuye. Un truco
para alargar su vida útil, al igual que con otros brotes verdes, es
introducir unas hojas de papel de cocina dobladas a ambos lados de la bolsa, o
en un táper con una base de papel y otra que la cubra. Así, el papel absorbe la
humedad que tiene y no se estropea tan rápidamente. Eso sí, hay que ir
cambiándolo cuando esté húmedo”.
Para Campoy, “lo mejor para conservar las lechugas una vez
que las tenemos en casa es guardándolas enteras, en el frigorífico en la zona
menos fría e intentaremos que las hojas no toquen las paredes. De esta forma,
podremos conservarlas bien entre tres y cinco días, y mejor si las ponemos
dentro de una bolsa”.
Pasados esos días, añade esta miembro de la SETSS, “nos
podremos encontrar algunas hojas marchitas. Cuando pase esto, podemos
recuperar su aspecto rehidratándolas, lo que se consigue poniéndolas en
remojo en agua durante unos minutos”.
Ideas más allá de la clásica ensalada
“Aparte de la tan conocida ensalada, podemos comer
la lechuga rellena, haciendo una forma más sabrosa y pudiendo despertar la
curiosidad de todos los de la casa, escaldando sus hojas y preparando un
relleno ya sea con marisco, carne o con más vegetales y poniendo una salsa para
completar el plato”, propone Campoy.
La experta sugiere que otra forma de consumir lechuga puede
ser a la plancha o asada, cortados por la mitad los cogollos, por
ejemplo, acompañándolos de una vinagreta.
Podemos también incluirla en sopas y cremas o al
wok con el resto de vegetales.
Aparici propone los siguientes platos:
- Ensalada
de garbanzos, lechuga, sardinillas y manzana.
- Tacos
de cogollo con pollo, pimiento rojo y salsa roquefort.
- Huevos
rellenos de lechuga, atún y guacamole.
- Sándwich
de lechuga, salmón ahumado, queso fresco, tomate y aguacate.
- Cogollos
al horno con salsa de tomate asado y anchoa.
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