El candidato a la presidencia de Perú Pedro Castillo, de Perú Libre, habla durante un debate presidencial, el domingo 30 de mayo de 2021, en Arequipa (Perú). |
EFE - LI
Pedro Castillo es un maestro rural religioso y conservador
ajeno a la política tradicional peruana que pugna por la presidencia de Perú
con propuestas radicales -en ocasiones peligrosas o inaplicables- que
evidencian las contradicciones de un país quebrado y dividido entre quienes
tienen y los que no tienen.
Nadie esperaba que este hombre de 51 años de ascendencia
humilde y campesina pudiera estar a un paso de ganar la presidencia del país
ataviado con su peculiar sombrero 'chotano', un lápiz y un discurso que choca
frontalmente con el 'statu quo' político y los dogmas del libre mercado que han
gobernado Perú con firmeza durante los últimos 30 años.
Según los medios y analistas peruanos el maestro salió 'de
la nada' en la primera vuelta para pelear la presidencia.
Más correcto sería decir que Castillo surgió de un lugar
donde nadie estaba mirando: los millones de pobladores rurales, aislados de los
centros de poder tradicionales y alejados de Lima, la gran urbe que muchos
asumen erróneamente como ejemplo de la realidad del Perú.
Fuera del sistema
Castillo es líder del sindicato de maestros y su primer
gran contacto con la política peruana fue cómo gestor de una huelga general del
sector que en 2017 puso en jaque al gobierno de Pedro Pablo Kuczynsky.
Han sido las redes de maestros y profesores rurales, un
colectivo humilde que ejerce gran influencia en las comunidades a las que
sirve, las que promovieron con el boca a boca su candidatura.
Las rondas campesinas, la milicia rural que vigila allí
donde el Estado no llega y de las que formó parte en su juventud, ha sido otro
de sus apoyos.
Claramente, Castillo se ganó su pase al balotaje jugando
fuera de los esquemas de la política de masas peruana.
Constitución y cambios
En la segunda vuelta, ya forzado a exponerse ante medios
críticos, analistas y ciudadanos exigentes, Castillo evidencia su hostilidad
hacia algunos fundamentos de las democracias liberales.
Pese a prometer por escrito que no vulnerará ningún
precepto constitucional, para muchos peruanos persisten las dudas sobre las
críticas que ha hecho a instituciones como el Tribunal Constitucional, la
Defensoría del Pueblo o la misma separación de poderes.
Lo que realmente lleva Castillo como bandera, bajo el lema
'no más pobres en un país rico', es la derogación de la Constitución vigente
desde 1993, creada por Alberto Fujimori (1990-2000) y abiertamente neoliberal,
y la creación de otra donde el Estado tenga mayor cabida como proveedor de
servicios e impulsor de la economía.
El cambio constitucional sería legalmente posible, pero
extraordinariamente complicado de conseguir, y Castillo no ha aclarado aún como
planea lograrlo salvo indicando que será 'el pueblo' el que lo haga.
¿Libre de Perú libre?
Parte del discurso radical del maestro, como la
'nacionalización' del sector minero y energético, o la 'limitación de
importaciones' proviene del ideario del partido Perú Libre por el que postula a
la presidencia.
Este partido es dirigido por el médico 'marxista leninista'
Vladimir Cerrón, ex gobernador de la región de Junín y condenado por un delito
de corrupción que le impidió postular él mismo a la presidencia.
Casi toda la campaña de Castillo se ha centrado en
despegarse de esta figura e intentar aproximarse al centro con propuestas mucho
más mesuradas y un equipo técnico ajeno a Perú Libre.
Claramente, por activa y pasiva Castillo afirma que el
gobierno será suyo y solo suyo, sin injerencias de Cerrón, pero ese es un
proceso ha ido a trompicones, con mensajes contrapuestos y torpezas varias.
No ofrece dudas sin embargo su postura social: es contrario
a la educación con enfoque de género, al aborto y a la expansión de los
derechos de la comunidad LGTBI.
Hermetismo y hostilidad
Castillo es además hermético ante la prensa cuando no
abiertamente hostil.
Durante la campaña Castillo no cejó de señalar que los
medios peruanos actúan en su contra con informaciones tendenciosas, exageradas
o manipuladas.
En campaña, varios de sus simpatizantes agredieron a
periodistas en el ejercicio de su labor, lo que disparó todas las alarmas.
Eso no oculta el hecho, como indican las encuestas al
respecto, de que efectivamente la cobertura mediática en Perú es desigual y
claramente favorable a su contrincante Keiko Fujimori.
Castillo está casado con una maestra de escuela, también
muy religiosa, y es padre de tres hijos, pero nada más se sabe esta posible
familia presidencial.
Efe se comunicó con hasta tres responsables de comunicación
de la campaña de Castillo y no pudo obtener por esa vía siquiera la
confirmación de este hecho anecdótico.
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