Por: Vanesa Evangelina Buffa.
Envejecer es un proceso lento que afecta a todo el cuerpo.
La boca no es la excepción y aquí te contamos qué sucede con los dientes y las
encías mientras pasan los años.
Estas modificaciones nos hacen más propensos a ciertas
enfermedades. Y la boca no es la excepción. Entre los adultos mayores es más
probable el cáncer oral, así como son más frecuentes los trastornos
relacionados a la alteración del gusto y la secreción de saliva.
Sin embargo, cuando hablamos de envejecimiento de dientes y
encías no solo tenemos que pensar en ancianos. Aproximadamente desde la tercera
y cuarta décadas de la vida hay un incipiente declive de funciones. Y además,
aparecen otras patologías concomitantes que pueden afectar de manera indirecta
a la cavidad bucal.
¿Qué significa envejecer?
El paso del tiempo es una cuestión, y otra más puntual es
el envejecimiento, ya sea de los dientes y las encías o de cualquier tejido
corporal. Envejecer es un proceso de transformación que se sucede con
lentitud, a través de los años.
A grandes rasgos, los seres humanos (y otros seres vivos)
tendemos a una menor tasa de renovación celular. Esto significa que algunas
células mueren y no son reemplazadas por otras. En conclusión, se pierde masa
en los tejidos. O se pierde densidad, como sucede con los huesos.
Los tejidos fibrosos, por su parte, no fabrican
colágeno con la misma velocidad que lo hacían en la juventud. Entonces, se
pierde flexibilidad y cohesión en la estructura, como puede apreciarse en la
piel.
El sistema
inmunitario es otro de los grandes afectados por los cambios del
envejecimiento. Las células inmunes responden más lento, no identifican con
claridad los agentes agresores ni las células malignas, y se vuelven más
frecuentes las infecciones y los tumores.
Los dientes y las encías también envejecen
En este contexto, la boca no es ajena al envejecimiento. La
pérdida de densidad ósea, la menor presencia del colágeno, el adelgazamiento de
los tejidos conectivos, la debilidad del sistema inmunitario y el declive de
las funciones glandulares generan una combinación que favorece la presencia
de algunas patologías bucales.
Reconocer este proceso natural es muy importante porque le
brinda al odontólogo la oportunidad de actuar de antemano. Es decir, facilita
las herramientas para prevenir enfermedades de la boca que aparecen más y más a
medida que cumplimos años.
En los dientes hay que agregar la cuestión del desgaste del
esmalte por el uso. Vale recordar que el esmalte no se renueva nunca; es decir,
una vez que se pierde parte de este tejido, el cuerpo no lo reemplaza.
Nuestros dientes mastican a diario, todas las jornadas,
todos los meses y todos los años de la vida. Por lo tanto, es esperable
que el esmalte se deteriore no solo por el envejecimiento, sino también por
la acción de las sustancias de la comida, el roce entre elementos dentarios y
las malas prácticas de higiene bucal.
¿Cuáles son los efectos del envejecimiento en
los dientes y en las encías?
Vamos a ver, entonces, cuáles son los efectos que se notan
en los dientes y en las encías cuando envejecemos. Este listado no implica que
siempre notemos estos cambios cuando somos adultos mayores; tampoco que se
presenten todos juntos.
Hay muchos factores que influyen para que una
persona tenga caries de cuello o desarrolle cáncer oral. El
paso del tiempo es uno de ellos, pero también sabemos que los hábitos
mantenidos durante la infancia, la adolescencia y la etapa adulta juegan un rol
clave.
No es lo mismo una persona que cepilló sus dientes
esporádicamente durante la adultez que uno que lo hizo a diario desde la
infancia. Tampoco es el mismo riesgo el de aquel que comió saludable siempre
frente a otro que basó su dieta en ultraprocesados y alimentos ricos en azúcares simples.
De todos modos, la evidencia señala que los siguientes son los
principales efectos del envejecimiento en los dientes y en las encías.
Manchas en los dientes
La dentina es la capa de la anatomía del
diente que se encuentra debajo del esmalte. Este tejido es el que
determina el color que vemos de la dentadura.
Como bien dijimos antes, el paso del tiempo se asocia a una
menor producción de colágeno. La densidad reducida de estas fibras en la
dentina afecta el tono que vemos a través del esmalte.
Lo habitual es que los adultos mayores
presenten una dentadura más amarillenta o grisácea. Se podría
decir que hay un oscurecimiento progresivo que se nota más cuando hubo
prácticas que lo exacerban, como fumar o beber café, por ejemplo.
Desgaste dental
El esmalte pierde grosor cuando envejecemos. Pero
también ya adelantamos que el paso de los años expuso a nuestros dientes a un
deterioro por el uso, por el mero hecho de masticar.
Este adelgazamiento del esmalte es lo que contribuye al
efecto anterior de las manchas en los dientes. El tejido más fino deja
traslucir el amarillo natural de la dentina.
Sin embargo, más allá de la estética, la pérdida de esmalte
puede manifestarse con sensibilidad. Esto es la aparición de sensaciones
molestas en los dientes al ingerir sustancias calientes o frías, aunque
también con ácidos y hasta dulces.
Pero el problema no termina allí. El desgaste favorece las
fracturas y roturas dentales, lo que aumenta la posibilidad de perder piezas de
las arcadas para siempre. Cuando el lugar que ocupaba esa pieza perdida no se
aborda con un tratamiento odontológico, el hueso que estaba debajo para dar
sostén se retrae, lo que arrastra a la encía e incrementa más la sensibilidad
en los dientes que quedan.
Por otro lado, el desgaste puede ser más acusado en
el cuello del diente (la porción donde se une la corona con la raíz).
Esto, sumado a la menor producción de saliva (que comentaremos luego),
incrementa el riesgo de caries en esa región anatómica, como veremos a
continuación.
Caries de cuello
El cuello del diente es una zona
particularmente vulnerable a las caries. El esmalte es un poco
más delgado aquí y la higiene habitual de la boca se encuentra con obstáculos
anatómicos que hacen difícil la limpieza correcta.
En los adultos mayores, a causa del envejecimiento, la
encía se encuentra retraída. Es decir, ha perdido volumen y dejado al
descubierto esta porción de los dientes, que debería estar debajo del tejido
gingival.
El proceso de formación de esta caries en el cuello del
elemento dentario es el mismo que siguen las caries en otras localizaciones.
Las bacterias presentes en la boca transforman los azúcares de la dieta en
ácidos y estos ácidos dañan el esmalte. Se forma una cavidad y la misma alcanza
la pulpa, o sea, la parte más interna del diente.
Que los adultos mayores sufran la enfermedad en el cuello
del diente no quita la posibilidad de que aparezcan caries en las otras
regiones de las arcadas dentarias. Algunos factores de
riesgo se combinan para que el riesgo sea mayor, como los siguientes:
- Menor
producción de saliva: las glándulas salivales
producen menos cantidad de saliva a medida que pasan los años. Esto es
parte del declive de funciones propio del envejecimiento. La menor
presencia de hidratación en la boca da lugar a que las bacterias se
adhieran con facilidad a la superficie de los dientes, formando la placa
bacteriana. También la polimedicación se asocia a menor cantidad de
saliva; los adultos mayores que tienen prescritos medicamentos variados
para otras patologías pueden notar como efecto secundario la resequedad
bucal.
- Desgaste
del esmalte: el esmalte se hace más delgado en la
vejez. Si bien la zona del cuello dental tiene, de por sí, un menor grosor
del tejido, esto se exacerba con los efectos del envejecimiento en los
dientes y en las encías.
- Enfermedades
concomitantes: a mayor edad, mayor cantidad de
patologías sufridas. Esto es un hecho general que no se puede negar. Entre
ellas, hay algunas que afectan de manera indirecta o directa a la boca. El
reflujo gastroesofágico (ERGE), por ejemplo, pone en contacto al esmalte
dental con el ácido clorhídrico del estómago, lo que acelera el desgaste.
La diabetes favorece la deshidratación, lo que incrementa la carencia de
saliva.
Resequedad bucal
Xerostomía es el nombre
técnico para la resequedad bucal de la que ya venimos hablando. Las glándulas
salivales producen menos saliva como parte de su declive y eso afecta la
función de autolimpieza que tiene la boca.
Con menos saliva son
más frecuentes las caries y hasta se altera la sensación de hidratación. Puede
haber una sed incrementada porque el cerebro detecta que no hay suficiente agua
en las mucosas bucales.
Si se consumen fármacos
que tienen como efecto secundario a la xerostomía, entonces el problema es
peor. El grupo de medicamentos más proclive a causar sequedad en la boca es el
de los antidepresivos con efecto anticolinérgico. Y sabemos que la depresión es
muy frecuente en las poblaciones de adultos mayores.
Algunos diuréticos
prescritos para la hipertensión arterial tienen el mismo resultado final. Pues
estimulan la salida de líquido del cuerpo al aumentar la cantidad de orina.
Sin embargo, no solo
hay que enfocarse en las caries como efecto no deseado de la xerostomía. La
menor cantidad de saliva incrementa el riesgo de que en la boca se desarrollen
infecciones por hongos, como la candidiasis.
Alteraciones del gusto
Los cambios en el gusto pueden considerarse parte de los
efectos del envejecimiento en los dientes, en las encías, en la lengua y en
toda la mucosa bucal. A la par, suele existir una pérdida del olfato que se
atribuye a las modificaciones en la nariz que se suceden con el paso del
tiempo.
La combinación de un gusto con un olfato
alterados repercuten en la alimentación. Al no percibir los
sabores y los olores de los alimentos como son en realidad, se favorece la mala
nutrición de las personas con este problema.
Se supone que este responde al declive de funciones de las
papilas gustativas, pero también hay que considerar los otros factores que ya
hemos mencionado, como la menor cantidad de saliva y las patologías
concomitantes de los adultos mayores. Sin descartar los medicamentos que
también son capaces de alterar el gusto, como los IECAs que se recetan para la
hipertensión arterial o las estatinas para la hipercolesterolemia.
Cáncer oral
El cáncer de la cavidad oral se detecta con mucha mayor
frecuencia en quienes ya han pasado la cuarta década de vida. De
hecho, entre los 60 y los 62 años es el pico diagnóstico. Lo que deja en
evidencia que es una patología asociada al envejecimiento.
De todas maneras, son bien conocidos los factores de riesgo
que, acumulándose a través de los años, promueven la malignización de las
células de la boca:
- Tabaco: los
fumadores se encuentran en un riesgo mucho más elevado que el resto de la
población.
- Alcohol: el
consumo abusivo de alcohol o alcoholismo significa la exposición constante a
tóxicos capaces de estimular los cambios malignos celulares.
- Infección
por el virus del papiloma humano (VPH): este agente
infeccioso, en algunos de sus tipos, es capaz de llevar a la
transformación maligna, como sucede con el cáncer de cuello de útero, por ejemplo.
- Mala
higiene oral: las personas que no han tenido una
higiene adecuada de la boca a lo largo de la vida tienen mayor riesgo de cáncer oral.
De acuerdo al tipo de cáncer se establecerá el tratamiento.
De todas maneras, siempre será mejor el pronóstico de aquellos pacientes que
fueron detectados
al inicio de los síntomas.
¿Puedo prevenir los efectos del envejecimiento
en los dientes y en las encías?
La prevención es clave siempre y en cualquier
contexto. Si bien el envejecimiento de los dientes y de las
encías es inevitable, podemos llevar adelante algunas prácticas que nos
protejan de cara al futuro.
Algunas recomendaciones son generales para cualquier edad.
Hay que cepillarse los dientes, al menos 2 veces al día, con un cepillo
adecuado, que tenga las cerdas suaves. El uso de pasta dental con flúor también
es de vital importancia.
Los hábitos alimenticios juegan un rol preponderante en la
salud bucal y en la salud general. Por eso se recomienda evitar ultraprocesados
y reducir los azúcares simples que las bacterias son capaces de transformar en
ácidos que dañan el esmalte. No fumar, no tomar alcohol y visitar al
dentista con regularidad son hábitos que se recomiendan a cualquier
edad.
Pero tampoco podemos olvidar cuestiones puntuales para los
adultos mayores. Una de ellas es que el paciente que toma medicaciones para
patologías sistémicas (como la hipertensión, la depresión o la diabetes, por
ejemplo), evacúe todas las dudas con su médico y reporte los efectos adversos
que siente en la boca.
El envejecimiento de dientes y encías sucederá. Es el paso
del tiempo haciendo de las suyas. Pero tenemos herramientas para
contrarrestar sus efectos.
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