La anorgasmia es un problema de salud que afecta sobre todo a las mujeres y que es más frencuente de lo que pensamos. Hay estudios que cifran hasta en un 40% el porcentaje de afectadas. Conocer la causa ayuda a su solución.
La anorgasmia es la ausencia o la poca frecuencia de orgasmos después de un período de excitación y una estimulación adecuada. Es algo bastante común entre las mujeres. “Según el Centro Médico Teknon, entre un 20-25% de mujeres son incapaces de alcanzar el orgasmo, por lo que esta es la segunda disfunción sexual más frecuente, por detrás de los problemas de deseo”, indica a CuídatePlus María Magdalena Orosan, especialista en Sexología y Psicología en el Centro Psicopartner y miembro de Top Doctors. Por otro lado, otro estudio de la Universidad de Regensburg, en Alemania y publicado en la revista BMC Womens Health, señala que “entre el 30 y el 40% de las mujeres ha padecido alguna vez algún tipo de disfunción de este tipo”.
Por tanto, es un problema que sí existe aunque poco se
consulta. Así lo señala Bárbara
Fernández del Bas, ginecóloga especialista en Ginecología Integrativa,
Regenerativa y Medicina Anti-aging: “La gran mayoría de las pacientes no
consultan cuando tienen problemas para alcanzar el orgasmo y cuando lo hacen,
el problema está establecido y es más complejo de abordar”, aunque tiene
solución. De hecho, como asegura Dora
Alb Lucano, especialista en Obstetricia y Ginecología y responsable de la
Unidad de Terapia Sexual de los hospitales Quirónsalud Sagrado Corazón y
Quirónsalud Infanta Luisa de Sevilla, “todas las mujeres pueden llegar al
orgasmo y deberían hacerlo”.
De ahí la importancia de acudir pronto al especialista que
será el responsable de dar las pautas necesarias para revertir el problema.
Esto es importante porque, aunque hay un porcentaje de anorgasmia
relacionado con factores físicos “como la esclerosis
múltiple o el consumo de ciertos medicamentos o sustancias o problemas
ginecológicos”, explica Orosan, la realidad es que “la mayor parte de los casos
está relacionada con patologías de origen psicológico”.
Cuando hablamos del origen psicológico, añade la experta, “nos
referimos a experiencias traumáticas que la mujer ha vivido, problemas de
autoestima e inseguridad o una escasa e incorrecta educación sexual, por
ejemplo”.
En opinión de Alb Lucano, “si no se produce el orgasmo es
por pérdida de alguna o de todas las fases previas de la respuesta sexual, como
el deseo y la excitación y su origen, en la mayoría de los casos, está en un
mal aprendizaje de la sexología, en un poco conocimiento del cuerpo o en
personalidades muy controladoras, entre otros”.
Por tanto, es la falta de educación, la razón más habitual
de esa falta de orgasmos. “Las creencias erróneas provenientes de una escasa
educación sexual colocan una presión añadida en la mujer a la hora de tener orgasmos,
ya que está muy extendida aún a día de hoy la falsa creencia de que una
mujer debe alcanzar sus orgasmos a través de la penetración y nada más lejos de
la realidad, ya que el principal foco de placer femenino se sitúa en el
clítoris, precursor del glande del pene en los varones”, explica Orosan.
Asimismo, también es frecuente que el problema proceda
de problemas de comunicación y dificultades dentro de la pareja.
Al margen de las causas, existen tres tipos de anorgasmia:
- Primaria:
se da en mujeres que nunca han experimentado un orgasmo.
- Secundaria:
la mujer ha tenido orgasmos anteriormente.
- Situacional:
la mujer solamente puede tener orgasmos en determinadas circunstancias.
Consecuencias de no llegar al orgasmo
Entre las consecuencias de no llegar al orgasmo en la mujer
Orosan destaca sobre todo las psicológicas: “Frustración, inseguridad y
problemas de autoestima, por considerar erróneamente que hay algo malo en su
cuerpo y que no funciona’”.
De esta manera, añade, “lo que en un principio suele ser
simplemente desconocimiento del propio cuerpo en la mujer, se avala por
mensajes que la mujer va recibiendo desde fuera y que ella se autoimpone,
exigiéndose tener un orgasmo de determinada manera para ser válida”.
Desde un punto de vista físico, apunta Alb Lucano, “no
ocasiona ningún problema, como tampoco lo ocasiona si alguien no mantiene
relaciones sexuales”. Esto es así porque “el sexo no es una necesidad
primaria”, es decir, “no nos morimos si no la satisfacemos ni nos avisa cuando
andamos escasos”, aunque es cierto que la mujer que no llega al orgasmo no
se beneficia de sus efectos (libera oxitocina, dopamina y endorfinas, hormonas
beneficiosas a nivel físico y psicológico, que actúan disminuyendo el estrés,
favoreciendo el sueño y mejorando el flujo sanguíneo, describe Orosan).
Soluciones al problema
El primer paso para tratar este problema es ver
si la mujer tiene enfermedades o problemas de base. “Hay que estar libre
de enfermedad (dolores crónicos, daño neuronal en los nervios de la zona,
atrofia marcada vulvar, etc.), no tomar ciertos fármacos y tener una actitud
positiva hacia el sexo”, apunta la experta de Quirón Salud.
En cuanto a las soluciones al problema, Orona señala
la terapia sexual como la clave. “Este es el tratamiento de primera
línea, siempre y cuando se hayan descartado causas fisiológicas”, aunque cree
que “si hubiera una adecuada educación sexual y la sexualidad de las mujeres se
normalizara, no habría que intervenir en tan numerosas ocasiones como está
ocurriendo actualmente”.
Cuando una mujer llega a la consulta por anorgasmia, “se
hace una evaluación completa de la problemática, indagando en las creencias de
su familia de origen, estilo educativo, entorno, experiencias con la sexualidad
y pensamientos asociados. Asimismo, se indaga en sus relaciones sexuales y/o de
pareja para delimitar el impacto de la problemática en su día a día”. Tras
esto, explica, “el tratamiento consiste en pautas y técnicas basadas en
bibliografía científica, que encaminan a la paciente hacia el control sobre su
sexualidad y la ayudan a quitarse presión”.
Cuando el especialista consigue quitar esa presión y la
mujer permite relajarse y adquirir los conocimientos necesarios sobre su cuerpo
y sobre sí misma, “se le dota de pautas a trabajar de manera individual e
incluso para aplicar con su pareja. La importancia reside en que la mujer
sienta que tiene herramientas, que se conoce y que es libre para vivir su
sexualidad”.
El paso primario y más importante, según Alb
Lucano, es “conocerse y no avergonzarse del propio cuerpo y la herramienta
más potente para eso es la masturbación”. “No hay orgasmo potente sin una fase
previa de deseo y sin haber sentido la excitación necesaria”.
En su opinión, “el sexo debe ser en cierta medida egoísta
ya que cuanto más se excita la pareja, se observa en el otro una entrega mayor. Eso
sí, sin olvidar nunca que cuanto más se persigue un objetivo menos se disfruta
del proceso y menos se consigue”. La experta asegura que “cuanto más nos
dediquemos a desear y a experimentar sin el orgasmo como objetivo obligatorio,
más fácil será llegar a conseguirlo por estar en un punto alto de excitación”.
De hecho, según su experiencia, “a veces se aconseja tratar la relación sexual
como mero juego, ya que desde un punto de vista divertido sin fin alguno se
disfruta al máximo”.
Más atención a las zonas erógenas
Desde el punto de vista más físico, otro aspecto que
hay que tener en cuenta es el de saber estimular adecuadamente a la mujer
y este sentido el clítoris cobra especial importancia. Esta zona “tiene
multitud de terminaciones nerviosas y generalmente los orgasmos se consiguen a
través de su estimulación directa”.
Atender a las zonas erógenas es clave, expresa Valérie Tasso,
sexóloga y portavoz de LELO, “siempre hemos establecido un mapa de zonas
erógenas, tanto en la mujer como en el hombre, que solía hacer hincapié en las
llamadas “zonas erógenas primarias” (los genitales, el pecho, los glúteos y la
boca)”, pero esto es un error. “A poco que probemos y nos
autoexploremos, descubriremos que todo nuestro cuerpo es susceptible de ser
erógeno y capaz de provocarnos excitación e, incluso, llegar al orgasmo”.
Es importante saber que, aunque el clítoris es una
zona olvidada pero muy importante en la estimulación erótica de la mujer,
“cada persona es un mundo e indicar cuáles son las zonas erógenas estándares de
la mujer es homogeneizarnos a todas”.
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