Hacer deporte es bueno, pero ¿y hacerlo de forma muy intensa? ¿puede pasarnos factura al corazón? Hay estudios que hablan de esto.
¿Puede el ejercicio físico resultar nocivo para el corazón?
La actividad física es una aliada indiscutible para la mejora de la salud, con
amplios beneficios en todos los sistemas, en particular, en el cardiovascular,
dado que contribuye a mantener un corazón sano y eficiente. Pero ¿qué
sucede en este órgano cuando se practica deporte de alta intensidad? ¿El
efecto es igualmente beneficioso para el corazón o puede aumentar el riesgo de
determinados eventos e incluso de muerte súbita?
Para responder a estas cuestiones es necesario tener en
cuenta diferentes variables y analizar las conclusiones de diferentes estudios
porque es un tema que suscita cierta controversia. Precisamente un
trabajo que analiza las consecuencias de la práctica de deporte de resistencia
de alto rendimiento sobre el corazón acaba de alzarse con el primer puesto de
los Premios Nacional de Investigación en Medicina del Deporte.
Este estudio, realizado sobre ciclistas que compitieron
durante años al más alto nivel, no ha encontrado en ellos mayor incidencia de
fibrosis miocárdica ni de calcificación coronaria, lo que lleva a los autores a
concluir que no se puede asociar necesariamente la práctica de deporte
de resistencia de alta intensidad con mayor riesgo de patología cardiovascular
provocada por el mismo, según destaca Alejandro
Lucía Mulas, catedrático de Fisiología del Ejercicio en la facultad de
Ciencias de la Salud de la Universidad Europea de Madrid y director del
estudio.
Sin embargo, Miguel
del Valle, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte y
catedrático de Anatomía de la Universidad de Oviedo, entidad precisamente
convocante de los premios citados, señala que las conclusiones del estudio,
aunque relevantes, deben ser interpretadas con cautela al estar
centrado en un grupo pequeño y muy concreto de deportistas. Y en la
misma línea se pronuncia Inés García Lunar, cardióloga e investigadora del
Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
Ejercicio mínimo recomendado
En lo que todos los especialistas están de acuerdo es en
que el beneficio del ejercicio físico en personas sanas es indiscutible para,
entre otros objetivos, prevenir las enfermedades cardiovasculares. La
recomendación general de la OMS es hacer, al menos,150 minutos de actividad
física moderada o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana, o bien una
combinación de ambas.
Ejemplos de actividad moderada y vigorosa
Si bien la determinación de qué es una actividad moderada,
vigorosa o intensa dependerá en parte de la condición física de cada persona,
en general una actividad moderada es caminar a paso ligero o dar un paseo en bicicleta
mientras que correr o disputar un partido de fútbol o tenis son ejemplos de
actividad vigorosa.
Qué adaptaciones se producen en el corazón
Con el ejercicio físico intenso se producen en el corazón
una serie de adaptaciones fisiológicas, fenómeno al que se conoce como “corazón
de atleta”. Estos cambios son reversibles, es decir, que
cuando se interrumpe la práctica de la actividad física, la situación vuelve al
estado inicial.
Algunos de estos cambios son:
1.
Aumento del tamaño de las cavidades (aurículas
y ventrículos), predominando esta adaptación en general en el ejercicio de
resistencia.
2.
Incremento del espesor de la pared, sobre todo,
en ejercicio de fuerza.
“Cuanto más intenso es el ejercicio más se
desafía el corazón y por eso las adaptaciones son mayores”, explica
Alejandro Lucía."Y el corazón más sano en general es aquel en el que se
consigue un aumento equilibrado de las cavidades en proporción al espesor de
las mismas. Es lo que se conoce como corazón de atleta, con arterias coronarias
también más anchas y tendencia a crear coronarias colaterales".
La cardióloga Inés
García Lunar aporta además los datos del estudio
PESA-CNIC-Santander, un proyecto colaborativo liderado por el doctor Valentín
Fuster, que está analizando con técnicas de imagen la presencia de enfermedad
aterosclerótica en sus fases más tempranas, incluso antes de que comience a
manifestar síntomas. Este proyecto ha seguido a una cohorte de 4.000
personas sanas de mediana edad durante 10 años y continuarán siendo
estudiados durante otros 9 años más. Y una de las variables que se ha analizado
es precisamente el impacto de la actividad física sobre el corazón.
Qué significa que el corazón se descompacte
En un trabajo publicado hace dos años, se comprobó que en
aquellos individuos de la cohorte PESA que realizaban más actividad física
vigorosa, además de los cambios compatibles con corazón de atleta, se observaba
también con mayor frecuencia una “descompactación” del corazón. Esto
significa que el músculo cardíaco pierde su característica forma compacta y
adquiere una apariencia más esponjosa. La relevancia de esta
observación es que este aspecto esponjoso del corazón se puede confundir con una
enfermedad hereditaria, la miocardiopatía no compactada, que se asocia con un
aumento del riesgo de muerte súbita.
El fenómeno de “descompactación” del corazón era ya
conocido en atletas de alta intensidad, pero prácticamente no se había
estudiado en la población general, como son los participantes PESA. En
el caso de la apariencia esponjosa del corazón vinculada a la actividad física
intensa, “estudios previos han encontrado que no se asocia con un peor
pronóstico cardiovascular, sino que es una adaptación más al
ejercicio”, señala la doctora Inés García Lunar, aunque obviamente será muy
interesante poder estudiar la evolución en los próximos años en esta misma
cohorte.
Una vez conocidos los cambios que se producen en el corazón
con la práctica del ejercicio físico el siguiente paso es tratar de establecer
cuál es la consecuencia de dichas adaptaciones para la salud.
Prevención de la insuficiencia cardiaca
Así, el ejercicio físico se relaciona con un menor riesgo
de insuficiencia cardiaca, incluso con la práctica de actividad de alta
intensidad. “El papel beneficioso del deporte en su prevención es
indiscutible”, explica Inés García Lunar.
Menor riesgo de eventos coronarios
La actividad física también disminuye el riesgo
de eventos coronarios, como puede ser un infarto “pero la mayor
reducción del riesgo se observa en aquellos individuos que practican actividad
física moderada respecto a los sedentarios, mientras que no hay una gran
disminución de riesgo adicional por el hecho de practicar actividad física intensa”,
explica esta especialista.
Cuidado con la fibrilación auricular
En lo que a algunas arritmias se refiere, como puede ser la
fibrilación auricular, patología en la que las aurículas no se contraen
adecuadamente, la práctica deportiva muy intensa puede incluso favorecer un
aumento en su aparición.
Estudio en ciclistas corredores de grandes
pruebas
Alejandro Lucía destaca la importancia de las conclusiones
del estudio de su grupo, dado que existe la idea preconcebidade que el deporte
de alto nivel, en particular de resistencia y cuando se practica a nivel
competitivo, puede provocar a largo plazo un mayor desgaste del corazón y
causar daño cardiaco severo, sobre todo, de fibrosis miocárdica, con el
consiguiente riesgo de arritmias, así como de mayor presencia de calcio en las
arterias coronarias, lo que constituye un marcador de enfermedad aterosclerótica.
No más riesgo de fibrosis miocárdica ni de
calcificaciones
Para verificar si esta asociación tenía base científica o
no realizaron el citado estudio con 22 ciclistas que habían participado en, al
menos, una de las tres grandes pruebas ciclistas, es decir, el Tour de Francia,
el Giro de Italia y la Vuelta a España, a quienes se practicaron
pruebas de imagen muy específicas como resonancia magnética cardiaca y
tomografía computarizadacon el objetivo de analizar la presencia de
alteraciones en su corazón asociadas a mayor riesgo de sufrir eventos
cardiacos.
“No encontramos mayor evidencia de fibrosis en el corazón y
ni de presencia de calcio en las arterias coronarias”, explica Lucía.
García Lunar considera interesante el estudio porque en
algunas observaciones previas sí se había asociado la actividad física
intensa con mayor índice de calcificaciones coronarias, es decir,
de placas de colesterol calcificadas, lo cual refleja la presencia de
enfermedad aterosclerótica.
“Las conclusiones de este estudio son interesantes porque
en este grupo tan específico y utilizando técnicas de imagen avanzadas para
estudiar el corazón, no han encontrado esta asociación. Sin embargo, es
necesario disponer de más estudios con poblaciones más amplias para poder
obtener conclusiones robustas, teniendo en cuenta además que la aterosclerosis
es una enfermedad sistémica, es decir, que afecta a las arterias de todo el
cuerpo, no solo a las coronarias”.
Implicaciones del deporte de alta intensidad
En la misma línea de cautela se pronuncia Miguel del Valle,
quien recalca además que el deporte de muy alta intensidad practicado a nivel
profesional durante años “no es saludable, con implicación en varios órganos y
sistemas, como desgaste en el aparato locomotor, alteraciones en el sistema
digestivo y peor respuesta inmunitaria, entre otras consecuencias. Es
como si un motor lo calentamos permanentemente, termina rompiendo. Entrenar
de forma prolongada por encima de los límites fisiológicos no es saludable”,
advierte este especialista.
Menor mortalidad cardiovascular en deportistas
de élite
No obstante, Alejandro Lucía quiere dejar claro que
diversos grupos de investigación, incluido, el suyo, han aportado a través de
metaanálisis, es decir, de análisis estadístico basado en la revisión de
numerosos estudios y con la mayor evidencia científica que "los
deportistas de élite, caso de los ciclistas profesionales, viven más años que
la población general y con menor mortalidad cardiovascular. Esto es lo que
dice la ciencia. Lo que está claro es que el control y la técnica son
fundamentales, pero esto tanto si un atleta va a correr un maratón como si va a
hacer una sesión pesas en el gimnasio".
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