El segundo La pequeña corrupción de USAID, donde se perdían 6,000 millones de pesos anuales. De existir una verdadera infraestructura ética, aquellos drenajes no hubiesen existido.
“… Los antagonismos se convierten en conflictos políticos
cuando involucramos opiniones acerca de medidas que los gobiernos deberían
implementar y de las leyes que tendrían que adoptar, sobre todo, acerca de a
que nos deberían obligar o no a hacer los gobiernos…”. (Adam Przeworski: Las
crisis de la democracia).
La democracia con contenido real, aquella que atraviesa la
democracia electoral, solo se cimienta y ancla en una fuerte arquitectura
cuando tiene de soporte una infraestructura ética y, es esa infraestructura, la
que permea el necesario caleidoscopio de la legitimidad. La infraestructura
ética posibilita el tamaño y dimensión de la gobernanza y gobernabilidad.
La infraestructura ética redimensiona a la democracia y
conecta directamente con el grado de conflictos que se generan en una sociedad.
En la democracia, los conflictos son consustanciales a su propia naturaleza,
inherentes, pues está determinada por su constante construcción, deconstrucción
y evolución. Sin embargo, los conflictos que se expresan, se superan en el
fragor de las interacciones de los distintos actores. Se crean los mecanismos
formales e institucionales, reglas o normativas donde descansan los flujos,
ebullición, alcance y superación de los mismos.
La infraestructura ética no es solo el cuerpo doctrinario
donde dimanan los resortes de la base institucional. Es necesario, empero, no
suficiente. Lo que valida el conjunto de la infraestructura ética es su praxis,
la asunción de su contenido que se verifica en la vida cotidiana, lo que al
mismo tiempo coadyuva al grado de predictibilidad de las acciones y decisiones
que giran alrededor de ella. Una adecuada y efectiva infraestructura ética, en
una democracia, no crea el abismo entre ciudadanos y las instituciones.
Posibilita lo más posible, la igualdad de los ciudadanos en los territorios y
crea fórmulas para regular y controlar las diferencias. En otras palabras, la
infraestructura ética se recrea la necesidad de acercar a los ciudadanos y no
las brechas que hoy existen entre ciudadanos e instituciones, entre partidos
políticos y los ciudadanos y la enorme crisis de representación.
Una infraestructura ética sin validación en la práctica es
como una máscara, una mueca que degrada la democracia y a largo plazo, la pone
en la distancia, produciéndose olas de autoritarismo, dictadura, sin tintes
ideológicos: derecha o izquierda. Es la infraestructura ética asumida lo que
impide la corrupción, la impunidad, las distorsiones que se generan en los
mercados, la captura del Estado, la prevaricación, los sobornos, los cohechos,
la exacción, concusión, tráfico de influencia, malversación, dispendio e
incoherencia.
Por eso, la infraestructura ética se convierte en un
proceso, sobre todo, en una sociedad como la dominicana, donde se cree que el
poder lo puede todo, que está allí para hacer todo lo que es dable y que el que
lo ejerce está por encima de todo, de las leyes. Es como si la sociedad
estuviera a su merced y donde ella debe de satisfacer todos los egos y
trastornos de los que detentan el poder. La infraestructura ética contribuye
con la calidad de la democracia, con la gobernabilidad, con la gobernanza y con
ello, con una efectiva legitimidad. Pero, ¿qué es la infraestructura ética? “Es
el conjunto de instrumentos que las administraciones públicas pueden utilizar
para definir y garantizar determinados estándares éticos en el comportamiento
de sus agentes y sus organizaciones”.
Para que la democracia sea sostenible y posibilite un
desarrollo permanente, la infraestructura ética no ocupa solo el espacio
normativo, sino, más importante, penetra en los hondos poros de control, de
equilibrio, que encuentre la validación, la confiabilidad, la pertinencia, que
nos lleve a un verdadero clima ético. La infraestructura ética se puede definir
“como el conjunto de instrumentos y de mecanismos destinados a fomentar unos
altos estándares de conducta en la administración pública y entre las personas
que trabajan en ella”.
La infraestructura ética está determinada por 8 elemento
cardinales, a saber:
1) Compromiso político, con
líderes ejemplarizantes.
2) Un marco legal efectivo
(leyes y regulaciones que pauten de manera alineada a los actores).
3) Mecanismos de rendición de
cuentas.
4) Códigos de conducta
efectivo (misión, visión, valores, responsabilidades, obligaciones y
restricciones).
5) Mecanismos de
socialización (la formación y capacitación).
6) Condiciones de apoyo al
servicio público.
7) Órgano de coordinación de
la ética.
8) Una sociedad civil activa
que controle al gobierno y a la administración pública.
En nuestra sociedad no es imposible, no obstante, difícil
de alcanzar la importante infraestructura ética dada la característica clientelar
que existe en la administración pública y el despojo político que ocurre cada
vez que un partido accede al poder. Todavía en el Siglo XXI no tenemos una
burocracia profesional en la administración pública. Los concursos constituyen
la excepción, a pesar de que a Ley de Función Pública, 41-08, lo
contempla. Actualmente hay cerca de 720,565 empleados públicos, de los cuales
con vocación de carreras deberían ser 160,000. Sin embargo, no llegan a 100,000
y la taxonomía de clasificación de los empleados, a la luz de la referida ley,
está ostensiblemente obsoleta. Las características de empleados son:
·
Funcionarios o servidores públicos de libre nombramiento y remoción.
·
Funcionarios o servidores públicos de carrera.
·
Funcionarios o servidores públicos de estatuto simplificado.
· Empleados
temporales.
En esencia, aquí todos los empleados son de libre
nombramiento y remoción, excepto, los que están en los órganos extra poder.
Todos deberían ser de carrera, menos los ministros, viceministros, asesores y
consultores. De lo que estamos hablando es, que no tenemos la concepción
weberiana de la burocracia establecida por Max weber en su libro Economía y
sociedad de 1921. Para la burocracia de Weber, la meritocracia juega un rol estelar,
donde la profesionalización del talento humano es cardinal para erradicar el
clientelismo.
La infraestructura ética, llevada al plano más
institucional, más político, limita lo peor de las elites políticas,
disminuyendo el nivel de corrupción, de impunidad, puesto que los actores
públicos se sienten con los valores que se convierten en dique de contención,
para el abuso de poder y el neopatrimonialismo más atroz. Allí donde impera una
democracia efectiva, que es la singularidad en el plano institucional y de la
gobernanza, no existe hambre, marginalidad, exclusión y la enorme asimetría
social.
La infraestructura ética repercute denodadamente en el
ejercicio de la cultura cívica, de la civilidad, de la decencia, generando una
onda expansiva desde una perspectiva amplia. En República Dominicana se
hicieron dos estudios: La pequeña corrupción en los servicios públicos
dominicanos, elaborado por Ramonina Brea, Isis Duarte y Jorge Vargas Cullel en
2006. Abarcaba: perfil de las personas usuarias, tolerancia a la corrupción,
apoyo a la democracia, incidencia del soborno en los servicios públicos,
factores que inciden en el fenómeno de la corrupción. El segundo La pequeña
corrupción de USAID, donde se perdían 6,000 millones de pesos anuales. De
existir una verdadera infraestructura ética, aquellos drenajes no hubiesen
existido.
Hoy, no cabe duda, se dan pasos para el desarrollo de una
infraestructura ética. Hay que ver el trabajo tesonero que se viene haciendo en
Ética e Integridad Gubernamental. El trabajo ciclópeo de la Dirección de
Compras y Contrataciones, que en dos años y medio ha tomado más decisiones que
los 14 años anteriores de esa Dirección. Cabe destacar, con la misma Ley. Justo
es decir el trabajo significativo que se viene realizando en la Dirección de
Presupuesto: en tiempo real se sabe a quién se le pagó, por qué concepto y la
ejecución en cada espacio y momento. El trabajo de la Contraloría con la
instalación del Departamento Antifraudes, algo inédito, lo que se está haciendo
allí.
Lo de PEPCA, algo ya en la historia su trabajo
extraordinario. El PEPCA existía formalmente, normativo, pero no hacía nada.
Hoy hay un procurador independiente por su reciedumbre ética moral, no
vinculada a ningún Comité Central ni Comité Político, y, justo es decirlo, por
primera vez prevalece, hasta ahora, una voluntad política del mandatario de
turno. Se puede afirmar que así como a Danilo Medina la ejecución del 4% a la
educación fue lo que le dio el mayor nivel de legitimidad y popularidad
(2013-2017), al presidente Abinader Corona, más allá del manejo de la crisis de
la pandemia, del crecimiento de la economía (2021-2022), de la crisis de la
guerra de Rusia-Ucrania, de la crisis de la fiebre porcina, del Huracán Fiona,
de la lluvia de 3 horas, el desafío para la historia es como hace avanzar la
infraestructura ética de la administración pública, de que los funcionarios
entiendan que son servidores públicos y es un alto honor servir a la sociedad y
a su pueblo, con honestidad, con honradez, con honor y templanza.
Hace apenas dos años y medio, decenas y decenas de
funcionarios tenían empresas que licitaban en el Estado a través de la
Dirección de Compras, hoy no es posible. La captura del estado, la corrupción
institucional, sistémica han disminuido, ello, tan solo con el liderazgo
presidencial, todo lo cual robustece el marco institucional y conduce a una
mayor legitimidad y en consecuencia a una mayor cuota de confianza y cohesión
social.
Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional
de la República Dominicana
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